Ha llegado el momento. El cine en español, el que hacemos en España y en Iberoamérica, iluminarán las pantallas en blanco de las salas con dramas, comedias, thrillers, documentales y reflexiones a partir de historias sobre lo que somos y queremos ser. Zanjada ya definitivamente la pandemia, que obligó al certamen a tomar decisiones valientes aplaudidas por el sector nacional e internacional, y celebrados ya los 25 años de la cita, el Festival de Málaga inicia época manteniendo los mimbres y la filosofía de su última década, la comandada por Juan Antonio Vigar. Un festival "singular en su generalidad", que persigue la utilidad hacia las películas que programa y la gente que las levanta.

Volverá por fin la alfombra roja a las inmediaciones del Teatro Cervantes. Y, atención, el tiempo acompañará: a diferencia de la edición pasada, en la que, aún con mascarillas, la lluvia con barro y el clima desapacible en general deslucieron el look de las actividades, esta convocatoria será bendecida por una luz radiante. Desfilarán por la alfombra nombres imprescindibles del audiovisual patrio, como los homenajeados Blanca Portillo, Carla Simón, Alberto Rodríguez, Raphael y Yuyi Beringola, además de los equipos de las películas proyectadas en la competición y sus alrededores. Pero, sobre todo, regresarán los malagueños, los fans y los curiosos en busca de un selfie y un gesto de complicidad con los rostros populares de nuestras películas y series. Ya lo dice el propio director del certamen: "Málaga es una gran celebración del cine y de la alegría, dos palabras que suenan muy bien juntas".

Principales líneas del festival

En lo estrictamente cinematográfico, el certamen mantiene las líneas generales históricas del certamen: apuesta por los nuevos valores de la dirección, especialmente las mujeres directoras y un empujón a las creaciones más alternativas e independientes; una filosofía que ha permitido a Vigar y su equipo poder presumir, con razón, de algo: "Los nombres importantes del cine español de hoy encontraron aquí su primera oportunidad"Rodrigo Sorogoyen, Carla Simón, Alauda Ruiz de Azúa, Carlos Marqués-Marcet y muchos más lo saben.

Será un año de récord en lo cuantitativo: más de 200 películas componen la parrilla festivalera, que cuenta con un concurso de largometrajes de hasta 20 cintas. "Ha habido un 20 por ciento más de películas inscritas", apunta Vigar, para quien las cifras hablan de un momento extraordinario de producción audiovisual y un cada vez mayor interés en el Festival de Málaga como rampa de lanzamiento. Todo ello ha llevado a que el certamen haya abierto una nueva ventana de exhibición, Málaga Premiere, con una veintena de títulos fuera de concurso, "películas que también merecen ser vistas pero que no podían encontrar su hueco en la competición". Entre ellas, largometrajes esperadísimos como Asedio, de Miguel Ángel Vivas, y aportaciones desde un espectro más decididamente comercial, como la segunda parte de García y García o De Caperucita a Loba. Y también surge Mosaicos, un perlas de películas extranjeras no latinoamericanas que vienen de festivales, con premios importantes, todavía no estrenadas en España. Pero el Festival no sólo crece en películas sino también en amigos. Esta temporada se suma a la nómina de patrocinadores Radio Televisión Española lo que proporcionará a la cita un mayor perfil mediático: la gala inaugural se retransmitirá en directo a través de La2.

Como ven, atravesado su primer cuarto de siglo, el Festival no quiere acomodarse ni darse por supuesto y sigue invitándonos a la mejor fiesta de todas: la que se vive desde una butaca frente a una pantalla.