Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista

Albert Serra: "No tengo ni imitadores ni seguidores porque soy el que más trabaja. Por eso soy el mejor"

El cineasta catalán da un paso más allá en su carrera gracias a 'Pacifiction', que se estrena este viernes

El cineasta Albert Serra. José Luis Roca

El director catalán Albert Serra, amado y odiado a partes iguales, da un paso más allá en su carrera gracias a 'Pacifiction', una película en la que demuestra su capacidad para hacer un cine que rebasa los convencionalismos para crear imágenes de una potencia expresiva que nos llevan a territorios inexplorados dentro del cine de autor contemporáneo.

Al principio 'Pacifiction' iba a llamarse 'Bora Bora' e iba a ser una historia romántica. ¿Qué pasó con eso? 

Pues que no encontré a la actriz adecuada. Iban pasando los días y estábamos en el ecuador del rodaje, sobre el 12 o el 13 de 26, y me dijeron, "pero no vas a hacer una película solo con hombres". Y bueno, tenían algo de razón, así que me amoldé a lo que tenía, me fijé en el personaje de Shana [Pahoa Mahagafanau] y empezamos a desarrollar esa historia de seducción, que ha quedado un poco abstracta, pero que funciona dentro de la película.

Al final ha quedado casi más como un 'thriller', también abstracto, claro.

El 'thriller' siempre estuvo ahí, todo lo nuclear, la amenaza, lo latente, era muy importante. Pero la elasticidad y la versatilidad de mi sistema es que acepta y engulle todos los problemas y los convierte en algo diferente. Es lo que me hace original, que no preparo las cosas. Cuando lo planificas todo, las ideas se vuelven menos interesantes y misteriosas. Para mí lo importante es esa pulsión kamikaze en la que cualquier problema que haya da igual, porque el resultado siempre es mejor. Yo me defiendo mejor entre el caos y el absurdo y lo poco convencional. 

Entonces, no planifica nada.

Tengo un estoc tal de motivos que no lo necesito. Cada día decido quién va a actuar en tiempo real, siempre tengo a todos los actores a mi disposición y decido en base a quién me cae mejor o a quién me apetece putear para que responda a la vibración del momento. Solo así se consigue algo orgánico. Yo doy mucho valor a la inspiración de los actores, pero en los rodajes profesionales eso no existe, porque es un sistema prefabricado. 

A mí lo que me interesa son las observaciones sobre lo humano dentro de un contexto de peripecia ligera, a lo Stendhal

decoration

¿A Benoît Magimel lo puteó mucho?

Con él no fue necesario porque ya viene de fábrica, ya se putea a sí mismo [risas]. Ya conoces su historia, su vida y sus problemáticas diversas. Me gustaba torturarlo un poco, pero era un tío bastante invulnerable, lo asimilaba, lo aceptaba y se lo tragaba todo. Y tiene algo excepcional, imaginación verbal. Siempre mejoraba cualquier 'speech'. Es un don y él lo tenía. Al mismo tiempo es muy carismático, muy sofisticado, y también muy artificioso. Y muy preciso para generar incertidumbre, ambigüedad y ambivalencia hasta llegar a tal grado de ultrahiperrealismo que es imposible que un actor haga eso a propósito. 

No le gusta que sus películas generen reflexiones, pero 'Pacifiction' habla de muchos temas.

Temas siempre tiene que haber, pero son contradictorios, no van en una dirección concreta. Se puede hablar de política, de colonialismo, ¿pero qué se dice sobre eso? A mí lo que me interesa son las observaciones sobre lo humano dentro de un contexto de peripecia ligera, a lo Stendhal, que siempre ha sido una gran inspiración. Balzac es la coherencia, y Stendhal es la confusión entre la gravedad y la ligereza. También me gustan los momentos de anticlímax que generan irregularidades, que te ponen tenso, que te intrigan y te exasperan, por eso hay diálogos de más de trece minutos.

Puede que sea su película más narrativa, aunque en un momento dado da paso a un estado casi mental.

La estructura coincide con la evolución de la paranoia. El espectador se identifica con la percepción que tiene el protagonista, y esta se va distorsionando hasta que al final ya es un estado mental, sí. 

Si hay algo que le gusta a todo el mundo, me propongo odiarlo

decoration

¿Qué te aportó rodar en la Polinesia? 

Que era un sitio muy lejano que no conocía y soy una persona curiosa. Lejano y aislado, como el más mítico dentro de los paraísos exóticos. El más esclerotizado y estancado, el más virgen y el más corrompido al mismo tiempo. Me daba muchas cosas que me gustaban, porque yo me inflijo evitar el cliché y si hay algo que le gusta a todo el mundo, me propongo odiarlo. 

¿Y qué odió de la Polinesia? 

A la gente. Son parásitos del Estado. Son como los indios norteamericanos, que les pusieron una reserva y se alcoholizaron. No se puede tener la misma visión de la colonización de hace veinte años. Aunque mira, a mí lo que me interesa es el resultado artístico, creo que así se hace más justicia a la realidad, indirectamente, sin quererlo ni pretenderlo. 

De hecho, es una película superalcohólica.

Quería plasmar el estancamiento, y cuando te estancas hay que beber, es el único refugio.

¿Por qué se le ocurrió el tema de la amenaza nuclear? 

No lo sé, la verdad. Por el tema de la paranoia, por eso de intentar crear imágenes nuevas y porque era un tema olvidado. Había una trama en la película que protagonizaba Sergi López que estaba vinculada a la corrupción inmobiliaria y la quité, porque me recordaba a alguna serie, eso ya se ha hecho. Sin embargo, lo nuclear era algo más espectral, más misterioso. 

Le ha quedado una película muy pandémica también.

Sí, porque habla del estancamiento, de no poder salir de ahí. Es lo que dice Houellebecq, que la pandemia ha agravado los síntomas que ya se estaban desarrollando: la soledad, el egoísmo, la ausencia de utopía, la falta de espíritu comunitario. 

Yo represento una forma de idealismo

decoration

¿Le molestan las referencias? 

Hay a quien le recuerda a 'Bajo el volcán', por eso del diplomático dando vueltas. La diplomacia por definición es el arte de la inactividad. Pero en general no me interesan las influencias, porque son de otro mundo, de otra época. A mí solo me interesa lo mío, lo que corresponde con mi mundo y mi situación personal. Lo que me interesa es el cine de autor. Yo represento una forma de idealismo. Todo lo que digo no es por interés propio, sino porque siento la necesidad de defender un espacio de lo que yo creo que corresponde al verdadero cine de autor frente a los ataques o los ninguneos del cine comercial ignorante o del falso cine de autor. 

¿Qué es para usted el falso cine de autor? 

Aquellos que en lugar de concentrarse exclusivamente en la búsqueda formal y estética toman ciertas decisiones porque les seduce el éxito. Desgraciadamente, en España soy el único que representa el verdadero cine de autor. A nivel internacional hay muchos, gente honesta y con dedicación a tope, rigurosos, serios. 

¿Respeta a alguien del cine español? 

No. Solo respeto a Almodóvar, que me parece el ejemplo más bonito de conseguir el éxito imponiendo su estilo a la gente, no al contrario. Y tiene dos Oscar, prácticamente nadie del cine europeo ha conseguido eso. 

¿Cuál es la última película que ha visto que le ha gustado más? 

'Rimini', de Ulrich Seidl. Debería haber ganado el Oso de Oro de Berlín. 

Lo que yo llamo el sueño conmovedor de la socialdemocracia se ha evaporado, porque no ha solucionado ningún problema, sino que los ha agravado todos

decoration

¿Se considera un iconoclasta? 

A mí me gusta el punto medio entre la iconoclastia y el respeto, que es lo más difícil. Lo que pasa es que el propio mundo en el vivimos es una burla. Y eso ha tenido consecuencias reales muy jodidas. Porque los que parecían más payasos se han convertido en los más peligrosos, como Trump o Putin. Y, entre medias, lo que yo llamo el sueño conmovedor de la socialdemocracia se ha evaporado, porque no ha solucionado ningún problema, sino que los ha agravado todos. Y la diferencia entre ricos y pobres es más grande que nunca. Y, ¿quién se aprovecha de eso? Los de siempre. 

En comparación con 'Liberté', hay poco sexo en esta película.

No podía meterlo todo. Qué quieres, ya dura casi tres horas. Lo que sale es lo mejor, los 'greatest hits'. Filmé 540 horas. 

¿En serio? 

Y tanto. Y siete meses de montaje, siete días a la semana, ni medio día de descanso. Es lo que hay. Por eso no tengo imitadores, ni seguidores, ni nada, por eso soy el mejor, porque soy el que más trabajo con una diferencia de años luz con respecto a los demás, ahí queda dicho. 

¿Qué ha significado para usted 'Pacifiction'? 

Pues es muy importante para mí. Tras veinte años estuve en competición en Cannes. La película lo merece, no tiene ninguna concesión, es incorruptible. Y es importante para el cine de autor que estuviera ahí, porque habla del sentido de las imágenes en un momento en el que ese debate está más vigente que nunca para diferenciarlo del cine de plataformas. Que 'Pacifiction' estuviera en la sección oficial de Cannes es importante no para mí, sino para todos. No tendría el mismo significado si hubiera estado Sorogoyen, no tiene la misma lectura para el bien de la humanidad. ¿Dónde está la sutileza, la creatividad, la inteligencia, el coraje en el cine español? Pues eso.

Compartir el artículo

stats