Una joven finlandesa coge un tren para viajar de Moscú a Murmansk a ver unos petroglifos. Son los años ochenta y no hay móviles. Con esa premisa, el realizado Juho Kuosmanen ha construido una película sencilla y mágica, que destila humor y humanidad y que ha sido muy bien acogida en Cannes.

La mayor parte del metraje se desarrolla en un tren que recorre los casi 2.000 kilómetros de distancia que separan las dos ciudades y en el que Laura, una estudiante, (Seidi Haarla) se encuentra con un minero ruso que bebe vodka sin parar, Lioja (Yury Borisov), con el que tiene que compartir el "Compartimento nº 6" que da título al filme.

El encierro en ese compartimento de un tren antiguo fue precisamente uno de los principales retos del rodaje, ya que se utilizó un tren real de aquella época y el director tenía que estar en el siguiente espacio y ver a los actores solo a través de un monitor.

Eso hizo que tuviera una sensación extraña, como explicó este domingo en una rueda de prensa. "Los veía de lejos, no como seres humanos", afirmó.

Un filme que no es sobre un viaje, sino que el viaje es el filme, señaló Kuosmanen, que llega a la competición oficial de Cannes con el que es su segundo largometraje después de que con el primero, "El día más feliz en la vida de Olli Mäki", ganara la sección Una cierta mirada del festival en 2016.

Una historia sobre relaciones humanas y sobre soledad, sobre seres que se encuentran y que, pese a las diferencias de clase, orígenes o personalidades, logran entenderse.

"Conectarse con otro ser humano es la esencia de la vida, pero es muy raro. Puedes pasar toda tu vida sin tener un encuentro así", señaló Haarla, que en la película interpreta a una estudiante de arqueología.

Mientras que para Borisov, la película pone de relevancia lo triste que resulta en la actualidad una sociedad en la que solo importan los móviles y en la que no nos damos cuenta de que todos necesitamos a todos.

Para preparar la película, el actor decidió tomar un tren de largo recorrido y empaparse así de historias que le pudieran dar las claves de cómo interpretar a Lioja.

"Me di cuenta de que era imposible, todo el mundo está pegado a su móvil y no hay comunicación como en la época en la que se desarrolla la película", señaló.

Un filme que se basa en los personajes y en sus historias sin echar mano de efectos especiales, que ahonda en la soledad y que está salpicado de pequeñas escenas por las que transita una enorme variedad de personas, que no siempre son lo que parecen.

El decadente ambiente del tren, los escenarios nevados de Rusia y una poderosa melancolía hacen del filme una de esas raras joyas a descubrir.

El triángulo amoroso de Bruni-Tedeschi

Por su parte, la agenda de la actriz francesa Valeria Bruni-Tedeschi está muy completa en el Festival de Cannes. Tiene dos películas dentro y fuera de competición y un tercer filme en la sección paralela Semana de la Crítica, "Les amours d'Anaïs", donde aparece como protagonista de un triángulo amoroso.

Esa cinta dirigida por la debutante Charline Bourgeois-Tacquet completa su participación en esta 74ª edición del certamen, en el que opta a la Palma de Oro con "La fracture", de Catherine Corsini, y presenta en la nueva sección Cannes Première "Cette musique ne joue pour personne", de Samuel Benchetrit.

En "Les amours d'Anaïs", Bruni-Tedeschi, hermana de la cantante y ex primera dama Carla Bruni, es una escritora objeto de deseo de la joven Anaïs (Anaïs Demoustier), que también se ve atraída por su marido (Denis Podalydès).

Un argumento inspirado en la vida de la directora francesa, que según contó este domingo a un grupo de medios internacionales, incluido Efe, tuvo una relación con un hombre casado y conforme este le hablaba de su mujer percibía muchos puntos en común con ella.

"De pequeña siempre sentí cierta curiosidad y fascinación por las mujeres mayores: las amigas de mi madre, las profesoras... Me dije que tenía ganas de explorar eso y se acabó convirtiendo en una historia de amor", dice Bourgeois-Tacquet.

En su relato sobre esa relación no hay un componente militante, añade: "Quería mostrar a un personaje que sigue su deseo sin hacerse muchas preguntas. Para Anaïs, que sea un hombre o una mujer no tiene mucha importancia".

Bourgeois-Tacquet ha proyectado en la joven protagonista características suyas.

"Trabajé mucho los excesos para llevar la película a la comedia. Ella habla y se mueve todo el rato, no escucha, es muy nerviosa, pero su energía y su vivacidad son cosas que la actriz y yo tenemos. Es una intersección suya y mía", recalca.

La cinta refleja que la atracción intelectual es tan importante como la física. "Es una historia de amor y de deseo. Tenía ganas de que fuera también algo intelectual. Anaïs no se enamora de esa intelectual por casualidad. Es un encuentro entre dos sensibilidades, no solo algo físico".

"Les amours d'Anaïs" se proyectó este sábado en la sesión especial por el 60º aniversario de la Semana de la Crítica, que se celebra del 7 al 15 de julio, y es su primer largo tras los cortometrajes "Joujou" (2016) y "Pauline asservie" (2018).

Este último también se estrenó en la Semana, una sección que, como el resto del festival, fue anulada el año pasado debido a la pandemia.

"Soñaba con volver, además en un año particular, porque no hubo Cannes en 2020 y la competencia era enorme en este, con películas de 2020 y 2021. Cuando supe que habíamos sido seleccionados, me puse muy muy contenta", señala.

La Semana de la Crítica está dedicada al descubrimiento de nuevos talentos y en esta edición proyectará entre sus siete largometrajes en competición "Libertad", de la española Clara Roquet, y "Amparo", del colombiano Simón Mesa Soto.