José Coronado vuelve a la piel de un policía en "Fuego", un "thriller" cargado de violencia que muestra una cara inexplorada en el cine español: la de las víctimas, directas y colaterales, de los atentados de ETA.

"Este tipo era una buena persona hasta que le destrozan la vida", comenta Coronado en una entrevista con Efe. "Lo que me sorprende es que no haya habido muchos más casos como el de mi personaje", afirma el actor, aunque, de inmediato, apunta que el hecho de que no haya sido así en España le devuelve la confianza en "la bondad del ser humano".

El actor se refiere a Carlos, un policía que ha vivido los últimos doce años de su vida sin encajar que ETA mató a su mujer y dejó inválida a su hija.

"La historia era buena, yo ya había trabajado en temas de ETA en los dos bandos -recuerda Coronado-, pero me gustó que, por primera vez, dentro de la negrura del asunto, hubiera visos de optimismo, y con todo el respeto hacia las víctimas, constatando que estamos a punto de pasar página sobre esa barbarie".

"Todo necesita su tiempo; me parece un síntoma de salud social que podamos hablar del tema desde "8 apellidos vascos", en clave de comedia, o desde 'Fuego', que es un 'thriller' de los de quedarte pegado a la butaca, y espero que signifique que estamos pasando página", resume el madrileño.

Para el director, Luis Marías, "este es el momento de hablar de las víctimas", porque cree que "nadie puede ser ajeno a su sufrimiento".

"Pero lo que yo quería contar -puntualiza Marías en declaraciones a Efe- es que esa violencia, ese 'fuego' que quema todo lo que toca, no afecta sólo a las víctimas directas sino, de otra manera y sin equiparar, a quien la ha ejercido".

"Sí -reflexiona-, ahora que se ha acabado la violencia terrorista, es el momento, y espero que esta película ayude un poquitín a que cada uno nos pongamos en el punto de vista y en la piel del otro".

Explica Marías que el personaje de Coronado es una versión del doctor Jeckill y Mr.Hyde: "uno busca recuperar la normalidad, curarse del dolor y que le vuelvan a querer, y el otro solo quiere vengarse; hay momentos en los que domina Álvaro, y es brutal, y en otros, Carlos, que no es una mala persona, pero eso es el ser humano -filosofa Marías-, capaz de lo más noble y de lo más deleznable".

"Yo no creo que sea una película sobre ETA ni sobre la venganza, sino sobre las consecuencias del odio, de la violencia y de los actos violentos", discrepa el realizador, guionista de numerosas series de televisión y Goya por el libreto de "Mensaka"(1999).

Aida Folch es, doce años después, la niña a la que la bomba que mató a su madre le voló las piernas.

Aunque afirma que no se inspiró en Irene Villa, sí ha dicho a Efe que habló con ella y le ayudó mucho en la parte física del personaje, con detalles que ella no podía saber: "cómo te tocas el muñón al final del día, porque estás cansada, cómo llevas las prótesis", explica, pero lo psicológico -dice- "no tiene que ver".

"Alba es una chica que tiene una relación enfermiza con su padre (...) pero que al final busca la luz, la vida, la supervivencia", resume la catalana.

Y en el reparto, dos contrapuntos al dolor: un joven actor con síndrome de Down Gorka Zufiaurre, y un "polaco" de Bilbao Jaime Adalid, a quien Marías le preparó un pasado "aún más duro" del que sufren los protagonistas, cuya misión es "iluminar" con su energía y positividad al resto de las víctimas.

"Lo que más me gusta -dice Adalid- es que no hay rencor, y eso se ve en los jóvenes de la película, que son el legado de todo esto y cómo están dispuestos a mirar hacia adelante, hacia el futuro".

"Enfrentarse al dolor de una forma positiva también hay que enseñarlo (...). Yo creo que, a pesar de todo, en la película hay un poso de esperanza en la siguiente generación de quienes sufrieron la violencia, porque estos son incapaces de salir del pozo, pero los hijos, claramente, se plantean salir adelante y ser felices", concluye Marías.