Sorprende gratamente porque a pesar de ser una ópera prima con todo lo que ello supone, sus imágenes y el significado de la historia que se cuenta emiten una serie de sugerencias innegables que permiten entrar de lleno, pese a que no se ha sido demasiado obsesivo al respecto, en las tareas de ambientación y de elección de los exteriores. Es más, el factor que más ha pesado en el ánimo de la directora, Marine Francen, es el poético, que es en buena medida el que conduce el relato. Eso sí, el detonante esencial de que este proyecto se pusiera en marcha fue que la debutante cineasta se topó con el libro de Violette Ailhaud El hombre semen y se enamoró del mismo.

A pesar de que está ubicada en la Francia de mitad del XIX, su contenido no sólo ha resistido el paso de los años, también es una aproximación a un entorno totalmente actual en el que la mujer ejerce un control total de la sociedad.

Con la base de una historia real, se muestra una Francia rural que sigue sufriendo los excesos de todo tipo de Napoleón III, entre otros los de llevarse presa a buena parte de la población masculina de determinados puntos del país, dejando zonas sin hombres con todo lo que ello entraña. Una situación que ha causado males psicólógicos y de toda índole en mujeres aisladas por las montañas que ni siquiera saben si volverán a ver a sus maridos. Una de ellas es Violette, una maestra que es de las pocas de su sexo que saben leer. Eso le da un toque de natural liderazgo que ha contribuido a la toma en la localidad de decisiones mayoritarias capitales, sobre todo una, que en el caso de que aparezca algún hombre todas tendrán posibilidad de compartirlo. Algo que, por supuesto, sucede un día, cuando alguien que escapa del pasado irrumpe en este pueblo y desata temas que fomentan la tensión y la discordia entre las mujeres.

Con algún destello de humor, ocasional pero impagable, a la hora de comprobar los derechos sexuales de aquéllas. Con un toque de elegancia que se aprecia mucho en la fotografía y en el paisaje, la cinta pone de relieve su condición de producto facturado casi en exclusiva por mano de obra femenina. De hecho únicamente aparece un hombre en el reparto.