La película Jaws -que significa 'Mandíbulas' en inglés- se comercializó como Tiburón en España. A very bad trip -'Un viaje muy malo'- se tradujo como Resacón en Las Vegas. Son solo dos ejemplos de títulos de películas que no se han traducido de forma literal.

"La traducción está determinada por factores culturales y por el objetivo de captar la atención al público", explica Isabel Negro, profesora de Filología Inglesa de la Universidad Complutense de Madrid -UCM-.

En un estudio publicado en Procedia, Social and Behavioral Sciences, la investigadora ha analizado las operaciones cognitivas que explican la traducción de cien títulos anglosajones de películas a castellano y francés.

La más utilizada es el potenciamiento, es decir, cuando se eleva un concepto del título original hasta un punto superior de la escala. En películas como Malditos bastardos -del original Inglorious Basterds, que significa 'Vergonzosos bastardos'- o Mentiras arriesgadas -del original True lies, 'Mentiras verdaderas'- se utiliza este mecanismo. Ambos títulos se conservaron en la traducción al francés.

"El uso de estas operaciones cognitivas es más frecuente en español que en francés", destaca Negro. Otra práctica muy habitual es sustituir un concepto genérico del título original por un concepto específico en castellano, lo que se conoce como parametrización. Con El diario de Noa -del original The notebook, 'El cuaderno'- o 2 policías rebeldes -del original Bad boys, 'Chicos malos'- se recurrió a este mecanismo. En francés se mantuvo el título original.

En Tiburón se utilizó la expansión metonímica, es decir, una parte del significado del título original -Jaws o "Mandíbulas"- se expande en el traducido. Y en Doce del patíbulo se atenuó un concepto del original -The Dirty Dozen, que significa "Los doce sucios"-, lo que se denomina mitigación.

De los cien títulos analizados en el estudio, el mecanismo más utilizado fue el potenciamiento. "Tiene un mayor impacto comunicativo", afirma la profesora. Estas operaciones, junto a algunas menos comunes, se describen en un estudio previo publicado por Francisco José Ruiz de Mendoza y Alicia Galera.

Son las distribuidoras y productoras, a través de sus departamentos de marketing, quienes deciden de qué forma traducen los títulos originales de las películas. A pesar de que en muchos países se opte por conservar los títulos originales, la investigadora opina que es una práctica que seguirá teniendo continuidad en España.

"La traducción seguirá siendo necesaria ya que en muchos casos aclara el original aportando información adicional", mantiene Negro.

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