La clásica búsqueda del tesoro es furor en todo el mundo gracias a las nuevas tecnologías. Geocaching es el famoso juego que suma miles de seguidores que se lanzan a buscar los geocachés escondidos: hay más de seis millones de estos tesoros ocultos alrededor de todo el planeta y cientos de ellos están en Mallorca.

Cantidad de 'Indiana Jones' pululan desde hace años por los lugares más insospechados de la isla a la caza de estos cofres que pueden aparecer en forma de tupper, botellitas de plástico o cualquier envase pequeño. Dentro guardan un lápiz o boli y una libreta o papel donde apuntar que se ha hallado el tesoro, la fecha y el nombre de la persona que lo ha localizado. También se pueden encontrar otras cosas que dejan los aventureros y si se coge algo la costumbre es dejar otro objeto a cambio.

Brújula, mapa y un GPS eran los elementos que inicialmente usaban los fans de esta actividad. Ahora basta con un teléfono móvil para descargar la aplicación que descubre todos los geocachés que hay alrededor del mundo.

En Mallorca hay más de 300 tesoros y muchos excursionistas, sobre todo extranjeros, aprovechan sus salidas por la isla para practicar el Geocaching. El grupo de Winter Activities es uno de los que suma a sus actividades de senderismo esta afición de rastrear objetos ocultos a partir de simples pistas.

Para quienes aman la aventura, es empezar y no parar. Prueba de ello es Mar S. que descubrió este apasionante juego gracias a un amigo de Pamplona que vino de visita a la isla hace dos años. De paseo por Palma, decidieron aprovechar para buscar los tesoros escondidos en la zona de ses Voltes. Había tres alrededor de la catedral. "Era un jueves santo y hasta entramos en la misa persiguiendo las coordenadas", recuerda. Al final encontraron la ansiada "cajita". Mar asegura que les costó bastante dar con ella, "pero nos divertimos mucho". Dentro había una hoja donde apuntaron también sus nombres.

Mar no deja de perseguir tesoros en la isla. En el bosque de Bellver dio con su segundo descubrimiento y le llamó mucho la atención la cantidad de registros que había. "Ese mismo día y unos minutos antes, otras personas ya habían escrito su nombre en la lista", explica. En esa ocasión encontraron un souvenir y en su lugar dejaron un llavero.

Casi siempre juega con amigos, pero en alguna oportunidad lo ha hecho sola, como una vez que halló en Esporles, al principio del camí des Correu el preciado tesoro bajo una piedra. "Quería dejar uno en s'Estaca y al final no lo hice por el tiempo que hay dedicarle", cuenta sobre lo complicado que resulta encargarse de cuidar un geocaché, ya que las reglas exigen, entre otras cosas, ir una vez por semana al lugar para comprobar si sigue donde se ha dejado.

"No es nada fácil encontrarlos y da mucha rabia no poder hacerlo", dice Mar sobre las veces que se frustró el juego después de muchas horas sin lograr el objetivo. Pero si hay algo que siempre causa su asombro, es la cantidad de buscadores de todo el mundo que siempre se encuentra. Aventureros que viajan a la isla, o a cualquier punto del planeta, tras las coordenadas que los convierten en los nuevos piratas de los cuentos.