El meteorólogo Bernat Amengual, jefe de la unidad de estudios y desarrollos de la delegación de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) en Balears así como portavoz de esta institución, recalca que la famosa gota fría es tan sólo el fenómeno que desencadena las tormentas y perturbaciones otoñales y que, básicamente, consiste en el choque convectivo entre las masas de aire frío procedentes de zonas polares que circulan por las capas altas atmosféricas con las masas de aire cálido que aún persisten por todo el área Mediterránea como reminiscencias de la estación veraniega.

"El contraste es muy fuerte ya que estas masas de aire en superficie son aún muy cálidas como consecuencia del calor estival y de la temperatura del agua, que se encontrará en estos momentos en torno a los veintiséis grados. Este contraste de temperaturas con las capas de aire frío en altura provoca un fenómeno convectivo con corrientes de aire descendentes y ascendentes. El aire cálido de abajo sube y provoca la formación de nubes de tormentas conocidas como cumulonimbus", explica de manera sucinta este meteorólogo el modus operandi de las tormentas otoñales.

Por su parte, el aire frío baja formando una corriente descendente que desencadena rachas de viento fuertes, habitualmente acompañadas de precipitaciones. "El contraste de las corrientes ascendentes (cálidas) y descendentes (frías) provoca los caps de fibló, denominados así cuando toman tierra ya que si discurren por mar son conocidos como mangas marinas", diferencia el meteorólogo.

El cap de fibló no es más que un remolino que gira y que va a unido a la nube,una especie de pata del cumulonimbus y su desplazamiento siempre viene determinado por la dirección del viento, succionando tanto el polvo, en caso de transcurra por tierra, como agua de mar si se desliza por este último elemento.

Aunque no está del todo demostrado científicamente, se piensa que el origen de los caps de fibló se encontraría en las pequeñas rotaciones de aire provocadas por las corrientes ascendentes y descendentes.

Amengual aporta más datos sobre estos pequeños tornados advirtiendo además de que no estamos ante un fenómeno meteorológico inofensivo, que su intensidad en ocasiones provoca importantes daños materiales e incluso la pérdida de vidas humanas. Y recuerda la tormenta que asoló Mallorca el 4 de octubre de 2007 cuando, de repente, a las cinco de la tarde pareció que se hizo de noche en cuestión de minutos.

"Se trató de una tormenta muy grande, lo que en nuestro lenguaje conocemos como sistema convectivo mesoescalar y que no es otra cosa que una fuerte perturbación que ocupa cientos de kilómetros. Venía de Alicante y de Eivissa y se formó en el mar. Llevaba asociados varios caps de fibló y vientos muy fuertes. El tornado se originó como manga marina y continuó por tierra, convirtiéndose ya en un auténtico cap de fibló. Esto no es nada habitual ya que, normalmente, estos tornados se originan y mueren donde se ha creado el fenómeno, esto es, si se forma en el mar es extraño que continúe activo al tomar tierra como ocurrió en esta tormenta", revela el portavoz de la AEMET.

Estos tornados, ya bien sean marinos o terrestres, suelen durar poco tiempo, en torno a los cinco minutos, aunque los más violentos y explosivos pueden prolongarse durante unos eternos quince minutos antes de ir perdiendo fuerza paulatinamente y desactivarse por sí solos, revela el especialista, que añade que en este lapso de tiempo pueden llegar a recorrer hasta diez kilómetros con efectos devastadores.

En estos primeros días de la estación, como adelantó la AEMET, se han producido ya varios caps de fibló. Los dos primeros el pasado lunes, cuando todavía estábamos viviendo las últimas horas del solsticio de verano. Uno se formó en el mar frente a Cala Millor y el otro, de pequeñas dimensiones, recorrió la Mola de Formentera, recapitula Amengual, que también cuenta las dos mangas marinas que se pudieron contemplar el pasado miércoles desde las costas de Eivissa (por el suroeste de la isla, cerca de Cala Jondal) y desde Sant Lluís en Menorca. "Esta última duró mucho, unos quince minutos", añade.

¿Y qué hay que hacer si ves que se te viene encima un cap de fibló? Amengual no duda en responder con un lacónico "huir" que complementa a continuación: "Refugiate en un sitio resistente a los fuertes vientos. Intenta evitar su trayectoria y, si no puedes, pégate al suelo para evitar ser golpeado por los objetos que transporte".

Estos caps de fibló son, en esencia, tornados de pequeñas dimensiones. "Pero no tienen nada que ver con los que se originan en las llanuras centrales de Estados Unidos, que son más potentes porque se dan las circunstancias idóneas con el cálido mar Caribe próximo. Allí estos tornados suelen tener la máxima intensidad de la escala de Fujita (baremo diseñado para medir y clasificar la intensidad de un tornado. Se basa en la destrucción que ocasiona en las estructuras construidas por el hombre y en la vegetación) mientras que los de aquí raramente superan los niveles cero o uno sobre un máximo de cinco", explica el meteorólogo.

El tornado de 2007, que dejó un reguero de destrucción a su paso por la carretera de Valldemossa y que provocó la muerte de un vigilante jurado de las obras de un hospital de Son Espases que comenzaba a erigirse, alcanzó una intensidad de entre uno y dos grados de la citada escala Fujita, los mismos con que se catalogó al cap de fibló que el quince de septiembre de 2004 causó importantes daños en las casas del Port de Valldemossa y en una importante masa forestal aledaña.

"Pero el tornado de mayor intensidad que hemos tenido por aquí alcanzó el grado tres de la citada escala y se produjo el 8 de octubre del año 1992 entre las localidades menorquinas de Ciutadella y Ferreries, donde provocó un gran destrozo en superficies arboladas y boscosas a lo largo de los cerca de diez kilómetros por los que discurrió. Afortunadamente, no afectó a ninguna zona urbana por lo no hubo que lamentar grandes pérdidas materiales. Quitando los tres episodios de los que he hablado, este, el de 2004 y el de 2007, desde esta última fecha no hemos tenido ningún otro cap de fibló por encima del nivel 1 de la Fujita", recapitula Amengual.

Pero no solo de caps de fibló se alimentan las perturbaciones meteorológicas otoñales. El granizo, cuya virulencia y tamaño (en ocasiones superior a los dos centímetros aunque normalmente es de menores dimensiones por el Mediterráneo) suele depender de la intensidad de la tormenta a la que está asociado, es otro de estos fenómenos atmosféricos dañinos habituales de esta estación. Como las rachas fuertes de viento, que se originan al chocar contra el suelo corrientes de aire descendentes que se expanden tras el impacto alcanzando velocidades de hasta cien kilómetros por hora.

O las tormentas eléctricas que, la noche del pasado miércoles descargaron hasta diez mil rayos por todo el archipiélago. "Estos rayos son consecuencia de descargas eléctricas entre una nube y otra o entre la nube y la tierra. Son producidos por partículas positivas en la tierra y negativas en las nubes de desarrollo vertical de las que he hablado antes, los cumulonimbus. Tienen su peligro ya que muchos de ellos tocan tierra alcanzado en ocasiones a personas provocando su muerte", ilustra Amengual para acabar con este repaso a los fenómenos meteorológicos otoñales no sin antes aconsejar que, si te pilla una tormenta de rayos en descubierto, deshazte de los objetos metálicos, no te refugies bajo un árbol y evita tanto las rocas o las pequeñas elevaciones de terreno como las torres de alta tensión. Y así podrás disfrutar el próximo año de otra tormenta otoñal.