Todavía sigue allí, sobre la desembocadura del torrente del que toma el nombre. En la mañana del 6 de septiembre y aunque no fuera el lugar donde se registraron las precipitaciones más importantes, el Aparthotel El Corso fue el foco de atención de la tragedia. Dos horas de lluvia intensa bastaron para ir cargando el cauce, llenándolo hasta su llegada al puerto de Portocolom.

Pero justo antes, a escasos metros del Mediterráneo, topó de golpe con El Corso, construido entre 1987 y 1988 (y permitido sin rubor) en una zona de alto riesgo, de incertidumbre y sorpresa. Tanta que la dirección del establecimiento decidió desalojarlo cuando tras romper un muro de contención, el agua casi alcanzó de golpe los cuatro metros en la planta baja, sin que supieran que tres de sus empleados habían quedado atrapados hasta varias horas después. Eulàlia Bennàssar, de 42 años, Carlos Iglesias de 18 y Antonio Alcolea de 17, se sumaban a las otras dos víctimas mortales que la tempestad se cobró en Eivissa.

Hasta las seis y media de la tarde no se localizó el primer cuerpo, en un embarcadero situado a unos 200 metros del aparthotel. Tres horas más tarde y tras haber achicado el agua acumulada, aparecía el segundo en el vestíbulo de entrada. Unos días más tarde se confirmaba que el ayuntamiento de Felanitx concedió la licencia de obras sin un informe jurídico y que el establecimiento carecía