Desde hace tiempo, la isla es un lugar de paso y estancia de las embarcaciones de recreo, incluidos los grandes megayates pertenecientes a algunas de las mayores fortunas del mundo. Algunos surcan las aguas mallorquinas porque están de paso, ya que navegan en dirección a la Costa Azul o la Riviera italiana. Otros eligen la isla como destino vacacional mientras que hay patrones que vienen a reparar sus barcos ya que en la bahía de Palma se encuentran algunos de los mejores centros de reparaciones de este tipo de embarcaciones de todo el Mediterráneo. Sea por el motivo que sea, el caso es que en las costas mallorquinas se pueden ver auténticas maravillas flotantes, naves de todo tipo que van desde los últimos y más revolucionarios diseños a embarcaciones venerables con muchas millas de navegación en sus cuadernas.

Algunas de ellas pasan largas temporadas en la isla, e incluso invernan en ella, haciéndose su silueta muy familiar, al respecto suelen estar atracados habitualmente algunos insignes veleros como el Creole construido en 1927 o el Shenandoah of Sark un velero clásico de tres palos, una auténtica joya construida en los Estados Unidos, que data de 1902. Hay que recordar que durante años fue habitual pasear por el Paseo Marítimo en invierno y contemplar la silueta de grandes naves como el Al Mirqab o el Lady Moura, aunque ninguno de los dos está actualmente en Palma.

Otros llegan a la isla circunstancialmente porque visitan un puerto deportivo o simplemente fondean en algún rincón emblemático. Este año nos ha dejado delicias como el Radiant de 110 metros y propiedad de Abdulla Al Futtaim, un empresario de los Emiratos Árabes Unidos. Fue el primer megayate en surcar aguas mallorquinas ya que estuvo en Mallorca en enero. En febrero llegaron el Katara (124,4 metros) construido para el Emir de Qatar y el Pacific (85 metros). Después fondeó unas semanas el Athena, uno de los veleros privados más grandes del mundo, construido inicialmente para Jim Clark fundador de Netscape. El Athena actualmente navega en aguas italianas.

Uno de los yates más impactantes que ha venido en los últimos meses ha sido el Venus, ideado por Steve Jobs, una embarcación de 78 metros con un diseño diferente, que estuvo unas semanas en la isla y luego se marchó rumbo al Adriático. Asimismo, este verano también han navegado por la isla el Hampshire II de 78,5 metros y propiedad del magnate petrolífero Jim Ratcliffe, en una escala durante su ruta hacia la Costa Azul. El Azteca del empresario mexicano Ricardo Salinas también tuvo una corta estancia en sa roqueta.

Los 80 metros del Stargate también suele pasar temporadas en Palma, igual que el Phoenix2 de 87,2 metros y propiedad del empresario polaco Jan Kulczyk. Entre otros enclaves mallorquines, el Phoenix2 ha visitado Formentor y Cala Deià. Otro habitual de la isla es el Limitless (96,2 metros de eslora) de Leslie Wexner, propietario de la compañía Victoria´s Secret.

Cala Deià ha contado este verano con la visita del Fountainhead, una embarcación de casi 88 metros construida en 2011 en Holanda para el millonario norteamericano Mark Cuban, propietario del equipo de baloncesto de la NBA Dallas Mavericks.

Sin embargo, la embarcación de este tipo más grande que ha venido, de momento, a la isla este año es el Rising Sun, un megayate de más de 138 metros de eslora, que ocupa el lugar once del mundo por su tamaño. Ha fondeado en diferentes zonas como Portal Vells, Camp de Mar, sa Foradada, sa Calobra o Cala Sant Vicent, partiendo posteriormente rumbo a Eivissa. El Rising Sun pertenece al multimillonario norteamericano David Geffen y fue construido en los astilleros Lürssen en Alemania en 2004 , inicialmente para Larry Ellison, fundador de Oracle. Cuenta con 138,6 metros de eslora, 18,5 de manga, un calado 4,8 y 7.841 toneladas de registro. Además, dispone de cuatro motores que le imprimen una velocidad de más de 25 nudos. Entre los grandes veleros, aparte del Athena, hay que destacar el Kamaxitha y el Adele (ambos de 55 metros) o el Athos, de 62 metros.

Todas estas embarcaciones tienen en común su exclusividad y el lujo, pero sus interiores difícilmente pueden ser observados. Así, residentes y turistas solo pueden contemplar las cubiertas exteriores, muy amplias en todos los casos, además del completo equipamiento para los deportes náuticos que suelen llevar. Algunos de ellos, incluso disponen de una pista para helicópteros portando además éste aparato sobre cubierta en algún caso. Saber quiénes son sus ocupantes generalmente es difícil, dada la discreción que suelen tener estos viajes, y todavía más complicado es saber quiénes son los invitados a bordo.

La temporada está en su punto álgido y seguro que seguirán llegando nuevas y espectaculares embarcaciones que no dejarán indiferente a nadie. De hecho, ninguno de los tres yates más grandes del mundo el Azzam de 180 metros de eslora propiedad de Khalifa bin Zayed Al Nahyan, presidente de los Emiratos Arabes Unidos; el Eclipse de Román Abramóvich de 163,5 metros o el Dubai (162 metros) de Mohammed bin Rashid Al Maktoum, Jeque de Dubai, no han estado en la isla nunca, pero quién sabe si cualquier día los vemos por aquí.