Avanzado el día 2 de agosto de 1934 y aún caliente el cadáver del mariscal Hinderburg, jefe del Estado alemán, Adolf Hitler, su canciller, se proclamó en auténtico amo de Alemania, por lo que su partido -el Nacional Socialista- tuvo las manos libres para actuar, iniciando su reinado del terror. Una política especialmente dirigida a sus enemigos, encabezados por los judíos, a los que tenía que aniquilar. Política de la que no se libró Mallorca, en donde se encontraba asentada una importante colonia germana. Aquí convivían hasta el inicio de la Guerra Civil refugiados judíos y contrarios al Führer, con simpatizantes nazis.

Iniciada la sublevación militar, Hitler inaugura su ayuda a Franco, jefe del ejército español de Marruecos levantado contra la II República. Desde 1934 hasta el hundimiento del Estado nazi, en mayo de 1945, al final de la II Guerra Mundial en Europa, en Mallorca camparon a sus anchas un buen número de agentes nazis, teniendo como centro de operaciones el consulado alemán de Palma.

A modo de punta de iceberg de la presencia nazi en Mallorca con visto bueno de Franco -más importante de lo que creían algunos-, en una lista con 104 nombres de agentes nazis que tuvieron actuaciones en España en el periodo entre 1932 y 1945 (documento localizado en el Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores español), aparecen los nombres de Johannes Dede y de Anton Emmerich Zischka, dos personajes a los que se les vincula con el dispositivo nazi desplegado en Mallorca. Los aliados exigían la entrega de los citados en la lista para juzgarlos en Alemania. Demanda que no fue cumplida, ya que muchos de los que integraban la lista -una de las varias similares que circularon en aquella época-, tuvieron la protección del gobierno franquista o pudieron huir a América del Sur, entre ellos los dos mencionados agentes de Mallorca, perdiéndose su pista. Según documentación aliada, unos 40.000 nazis se refugiaron en España, utilizando muchos de ellos la península para huir a Sudamérica, principalmente a la Argentina del general Perón.

LA ESVÁSTICA EN CORT

Un vecino de Palma, cuyo padre tuvo un negocio en la zona de Cort, recuerda que en los primeros meses de 1945, avanzado el fin del régimen nazi, seguía izada en una planta del número 5 de la citada plaza la bandera con la esvástica. En ese edificio se encontraba el consulado alemán, al cual se incorporó Hans Dede como cónsul interino en 1932. Llegó acompañado de su mujer, Erma Luerh. Un año más tarde, gracias a las influencias del cónsul alemán en Barcelona, Kochers, Dede es nombrado cónsul efectivo en Balears, iniciando así una larga e intensa labor por el régimen nazi, y convirtiéndose en perseguidor de judíos alemanes o contrarios a Hitler. Asegurada Mallorca para el gobierno rebelde de Burgos, en la isla se inicia un cerco a los judíos alemanes y disidentes nazis por parte de los agentes de la Gestapo, también dedicados a controlar al personal militar germano destinado en ella, siempre bajo la batuta del cónsul Dede. Su despacho se convirtió en centro neurálgico de la represión nazi en Balears.

Una de las primeras víctimas de las gestiones del cónsul con las autoridades militares isleñas fue Heinz Krashutzki, natural de Danzing, exmarino de guerra, pacifista y antinazi, instalado en Cala Rajada en 1931. Krashutzki, el cual había fundado un próspero negocio de artesanía en el pueblo con la marca Cuatro Estrellas, fue detenido por los militares alzados, a instancias de los representantes de Hitler en la isla, siendo conducido al castillo de Bellver, a Can Mir, e iniciando después una larga peregrinación por prisiones y campos de concentración de la península. Los franquistas tuvieron que ponerle en libertad en 1945, a instancias de los británicos.

Karl Otten, otro alemán contrario a Hitler, residente también en Cala Rajada como refugiado y muy amigo de Krashutzki, tuvo más suerte a pesar de estar en la lista negra del consulado alemán, ya que con su mujer, Ellen Kronen, pudieron ser evacuados en un navío de guerra inglés a Marsella.

Otros antinazis residentes en la isla, como el escritor austriaco Franz Blei, conjuntamente con el intelectual comunista alemán Albert Vigoleis Thelen, como la esposa de este, Beatrice, de nacionalidad suiza, pudieron escapar de la isla cuando la Gestapo les pisaba los talones. Trágico fue el destino del matrimonio Heinneman, judíos refugiados en un chalé de El Terreno, cuyas dos hijas habían sido enviadas a un país neutral. Sobre ellos pesaba su extradición a Alemania, y a­­­­nte el fatal destino que se imaginaban, los Heinneman se suicidaron abriendo la espita del gas.

La presencia de ciudadanos alemanes en Mallorca, en el periodo que va de final de la primera Guerra Mundial al inicio de la segunda, fue importante, principalmente hacia 1932, cuando algunos artistas e intelectuales judíos empezaron a verle las uñas al lobo nazi, por lo que abandonaron su país buscando más seguridad. Cala Rajada se convirtió en poco tiempo en un núcleo residente germano importante, en el cual no faltaban un buen número de simpatizantes de Hitler, teniendo estos en el hotel Castellet su cuartel general.

Otro foco alemán en la isla se situaba en la zona palmesana de El Terreno, en donde la actividad nazi se evidenció hasta la derrota de Hitler. En un chalé de la calle Dos de Mayo tuvo su sede, durante bastante tiempo, la Asociación de Alemanes Residentes, grupo que tuvo el apoyo material del partido nazi y que estaba registrada y legalizada en el Gobierno Civil de Balears. Una de sus funciones era controlar a los alemanes residentes en la isla, especialmente a los judíos y disidentes, bajo la tapadera de ser una asociación recreativa y amante de la naturaleza. Tenían entre sus actuaciones la organización de excursiones, comidas campestres y actos culturales, en los que no faltaban las enseñas nazis y se exaltaba la figura de Hitler. Diversos puntos de la isla fueron, durante los años de influencia nazi, escenarios de celebraciones y conmemoraciones del Estado hitleriano, como fue el caso de Portals Nous, junto al oratorio allí existente, convertido en escenario de exaltación nazi sin faltar la parafernalia habitual en este tipo de reuniones, en donde dominaba la cruz gamada y se finalizaba con cánticos afines y brazos en alto. Incluso, hasta la muerte de Franco, nazis alemanes declarados vivieron a su aire en diversos puntos de la isla, celebrando fiestas del calendario nacional socialista en residencias privadas, con profusión de uniformes y condecoraciones, mientras en el exterior, hasta avanzados los años 50 del siglo pasado, la Guardia Civil montaban guardia. Algo que se dio principalmente en zonas casi despobladas de la Costa Nord y de Llevant, destacando la costa de Calas de Mallorca, en la posguerra. En la Escuela Alemana, mientras funcionó en Palma, el retrato de Hitler presidió sus aulas.

NAZIS CON FALANGISTAS

En Mallorca, nazis y falangistas colaboraron estrechamente durante largo tiempo, incluso mucho después de finalizada la II Guerra Mundial. Especialmente durante la Guerra Civil, se realizaron una serie de actos de exaltación de ambos partidos en Palma, en locales públicos, con lleno absoluto. El propio marqués de Zayas, jefe de la Falange de Mallorca, ademas de ser capitán de artillería, antes de ser destinado a Roma como inspector extraordinario de Falange ante Mussolini, tuvo estrechas relaciones con los principales jerarcas alemanes en la isla, especialmente el cónsul Dede.

Uno de los lugares más frecuentados por los agentes nazis y miembros de la colonia en Palma, la mayoría simpatizantes de Hitler, fue la plaza Gomila. Junto a la sala de fiestas Tito's, en aquella época uno de los lugares de moda, se encontraba situado el café Oasis, regentado por un alemán al cual muchos señalaban como jefe de la Gestapo en la isla. Fue tal la presión nazi en Mallorca que a ella llegó la prohibición de matrimonios mixtos entre alemanes puros y judíos. A mediados de 1937, con la presencia de efectivos de la Legión Cóndor, especialmente aéreos basados en Pollença y Alcúdia, junto a una colonia germana nutrida, llegó la obligación de presentar certificados de pureza de sangre para las españolas que pensaran contraer matrimonio con germanos, exigencia que también se extendió, poco después, a los enlaces con italianos.

Bajo la apariencia de empresarios, comerciantes o simples residentes, se habilitó una red al servicio de las fuerzas militares nazis. Un ejemplo fue un proyecto de construcción bajo el disfraz de un complejo turístico para trabajadores alemanes en Santa Ponça, con el objetivo de disponer una base logística para torpederas y apoyo a submarinos en caso de iniciarse la guerra en el Mediterráneo. También incluía utilizar la rada de Santa Ponsa como base de hidros. Quien no fue ajeno a estos planes de apoyo a la marina alemana en el Mediterráneo fue el número 124 de la citada lista negra de los aliados, cuyo nombre era Anton E. Zischka. Bajo la tapadera de periodista, actuó durante varios años en la isla como agente de la Gestapo. Durante la II Guerra Mundial, fue el responsable de organizar el suministro a los submarinos nazis mientras operaron en el Mediterráneo occidental, utilizando los servicios de los más altos jefes del contrabando isleño. La mayor parte de su estancia en la isla, Zischka tuvo su residencia en la zona de Cala Sant Vicenç.

En la caza de judíos alemanes y contrarios a Hitler -a los que el 18 de julio de 1936 les cogió en la isla durante la contienda civil- el cónsul Dede, al que los aliados consideraban importante miembro del espionaje alemán, hizo gestiones directas para que el obispo Miralles, muy identificado con los rebeldes y famoso por sus poca piedad con los republicanos represaliados, les entregara la lista de los disidentes alemanes residentes, a lo que éste se negó en un gesto que le honró. Paralelamente, se dieron casos, entre los mismos franquistas isleños, de proteger a perseguidos por los nazis, como está el caso de Thelen, quien en sus memorias isleñas señala a varios intelectuales adictos a Franco como sus protectores, salvándolo de un grupo de falangistas que lo buscaban para asesinarle, inducidos por agentes nazis.

Una de las empresas más útiles a los nazis que operaron en España, incluso en Mallorca, fue Bakumar, toda una potencia como naviero, consignatario, agente de aduanas, con una gran infraestructura a nivel nacional, además de tener intereses en turismo y en seguros. Fue fundada en 1847 por los los hermanos Fernando y Rafael Baquera, Kusche y Martín, con capital dominante en la sociedad. Uno de los socios, José Kusche, era español, aunque hijo de padres alemanes. También tenía participación en dicha sociedad el empresario germano R. Sloman, domiciliado en Hamburgo. Bakumar trabajo durante más de un siglo en España, siendo uno de sus mejores clientes la embajada alemana, especialmente durante las guerras mundiales.

Vencida la Alemania nazi, se vio bajo el punto de mira de los aliados, especialmente su director gerente Ricardo Classen, a la vez cónsul alemán en Cádiz. Cómo otros cónsules alemanes en España, Dede fue representante de Bakumar, que entró en crisis en 1946 debido a la posguerra, teniendo problemas financieros pues las acciones de la familia Sloman estaban bloqueadas por los aliados. Al pasar las acciones alemanas al español Emilio Colón, la citada empresa volvió a sus negocios.