Sobre las doce de la noche es fácil verlas bajar de los autobuses que cubren la línea de s´Arenal. Toman los últimos que salen desde Son Gotleu, donde viven, en grupos numerosos. Tanto que a veces abarrotan los vehículos. Descienden en las paradas de la calle Llaüt, y se reparten en grupos de cuatro o cinco mujeres, cubriendo todas las esquinas en primera, segunda y tercera línea de playa, desde Can Pastilla a s´Arenal de Llucmajor. Fuentes policiales calculan en unas doscientas la cifra de mujeres africanas, sobre todo nigerianas, que practican la prostitución en la Platja de Palma. Prostitutas en la primera fase de la noche, porque conforme avanza la madrugada y aumenta la borrachera de los turistas, se transforman en bandas organizadas de ladronas. Los grupos de cuatro o cinco mujeres rodean a la víctima, que por lo general ya tiene bastantes dificultades para andar en línea recta. Todas manosean al hombre mientras le hacen propuestas sexuales, y una le birla la cartera. Entonces desaparecen en segundos. Y si el hombre alcanza a sujetar a alguna de ellas, puede recibir una paliza en toda regla hasta que la suelte. Es el modus operandi de las bandas organizadas de prostitutas que copan la Platja de Palma.

Fuentes de la Policía apuntan a que puede haber unas doscientas mujeres que se dedican a la prostitución callejera en s´Arenal, en los términos municipales de Palma y Llucmajor. Los agentes que trabajan en la zona han constatado que trabajan de forma organizada. Se desplazan cada noche desde Son Gotleu, donde viven, hasta s´Arenal en autobús, en los últimos trayectos del día. En ocasiones llegan a abarrotar los vehículos.

Los grupos de cuatro o cinco mujeres se reparten por todas las esquinas, sobre todo en la parte central de s´Arenal, entre los balnearios 6 y 8. En esta zona llegan a ocupar las intersecciones de la primera, segunda y tercera línea de playa. Permanecen allí durante toda la madrugada y regresan a sus casas en los primeros autobuses de línea que salen hacia Palma, sobre las seis de la mañana.

Durante las primeras horas proponen servicios sexuales a los turistas. Realizan estos servicios en las parterres de las plazas, aparcamientos públicos y en los descampados poco iluminados. Conforme avanza la noche y el estado etílico de los turistas su actitud cambia, en especial si la jornada no está siendo fructífera.

"Se comportan como leonas de cacería", comenta un trabajador, veterano en la zona. "¿Ha visto alguno de esos documentales en los que persiguen a un antílope? Pues es algo así. Siempre eligen a la víctima más fácil, en este caso al turista que va más borracho. Le rodean y se le tiran encima. Antes de que se dé cuenta le han quitado la cartera y han desaparecido. Conmigo lo han intentado alguna vez, pero en cuanto ven que eres español te piden perdón y te dejan".

La Policía ha detectado que cuentan con cómplices, que dejan coches aparcados en algunas de las calles interiores de s´Arenal, con alguna ventana ligeramente abierta, como un buzón. Cuando sustraen una cartera van corriendo hacia allí y la tiran dentro. Es fundamental que no las pillen nunca con la billetera encima para que no las puedan detener.

En la mayoría de los casos se llevan la cartera antes de que el turista se entere. Pero si no es así y la víctima intenta retener a alguna de ellas se expone a recibir una buena paliza. El grupo se revuelve y la emprende a golpes con él hasta que la libera, y algunas de las mujeres son muy corpulentas.

Los investigadores sospechan que estas mujeres forman clanes con los numerosos vendedores ambulantes que pululan por la zona. Estos hombres ofrecen gafas, relojes y baratijas a los turistas, pero muchos practican también la venta al menudeo de droga. Para evitar ser detenidos tampoco la llevan nunca encima, sino que la dejan escondida en distintos puntos de la zona. Cuentan con una especie de mensajeros que se desplazan en bicicleta. Si un turista quiere comprar algo de droga, el vendedor requiere a uno de estos ciclistas, que se dirige hasta el lugar donde la tienen escondida y se la lleva.