Catalina Sastre Simonet (Alaró, 1930) recuerda cómo se tuvo que maquillar, cambiar su ropa de niña por otra, quitarse los calcetines y ponerse tacones para aparentar los 16 años que todavía no tenía y que le exigían para poder contratarla. No se trataba de un trabajo corriente; Cati cantaba y poco después se convirtió en Ina Sassi, vocalista de las orquestas Los Trashumantes y Bolero, con los que actuó en Tito´s y Trébol. A sus 83 años recién cumplidos, sigue siendo una mujer muy guapa, coqueta, que recuerda con nostalgia su juventud, pero que tampoco vive anclada en el pasado...

De hecho, las fotos y recortes de prensa de aquellos años en los que una joven Ina Sassi aparece vestida a lo Rita Hayworth en Gilda están guardadas en sobres en un cajón. Y junto a la tele se apilan las cintas VHS de su regreso a los escenarios en los 90, junto con otras figuras de la canción de aquí para inaugurar ses Voltes.

Tras años siendo Ina Sassi, Cati se dedicó a su familia, a criar a su hija, nietos y bisnietos. Y los boleros Amado mío, Nostalgia, Noche de ronda, Dos cruces, El Reloj... que antes cantaba sobre el escenario, raramente los ha interpretado en casa. Bueno, uno sí: Bolero balear se convirtió en la nana de uno de sus bisnietos, que con menos de tres años es capaz de cantarla.

Con doce años, Cati ya subía a los escenarios. "Tenía a mi tío Miguel que cantaba en bares de mujeres que fumaban de la calle Socorro, que era como se llamaba a los locales de prostitutas -matiza, por si un caso-. Y yo le escuchaba cantar y aprendí". Su tío fue el artífice de que se convirtiera en vocalista de una orquesta para actuar en fiestas y verbenas. Pero como la niña cantaba bien y tenía buena presencia, enseguida le ofrecieron trabajo con la orquesta Los Trashumantes, en Tito´s. Con ellos se convirtió en Ina Sassi. Y cantaba canciones "para bailar", boleros, tangos, pasodobles...

Choca pensar que en aquella época su familia aceptara la propuesta cuando Cati no tenía ni los 15 años. Y más viendo las fotos de una jovencísima Ina Sassi mostrando unas largas piernas, en 1947, o posando a lo Gilda y fumando. "Siempre fui respetada. Cantar no era ninguna deshonra y como llevaba carabina...", explica.

Esa carabina era su padre. La acompañaba cada noche a Tito´s y se quedaba en un bar cercano o donde fuese hasta las dos de la mañana, hora en que Ina acababa de trabajar, para volver a casa, con su madre y sus hermanos. Cati recuerda esa etapa de su vida como si fuera lo más normal del mundo que una adolescente estuviera trabajando de cantante en un club a esas horas. "Yo descansaba un rato para cenar lo que me traía mi padre. Él me esperaba para llevarme a casa y luego se levantaba a las seis, porque era panadero".

De ruta por pueblos

Ina Sassi compaginó las actuaciones en Tito´s y en el Club Trébol con los bolos por pueblos, incluso por Barcelona. En esos años, conoció a primeras figuras de la canción, como a Antonio Machín. Escuchándola, queda claro que había que ponerle muchas ganas a lo de cantar y actuar en los años 40 y 50. "Con la Bolero, salíamos de Palma a las cinco de la tarde en una furgoneta para llegar a Santa Margalida a tiempo, por la noche. Por la carretera veíamos carros que llevaban la comida y volvíamos sobre las seis de la mañana hacia Palma, íbamos a 30 por hora y eso era mucho", recuerda Cati. "Una vez nos quedamos tirados en la carretera volviendo de Maria de la Salut. El coche se había quedado sin agua. Cerca vimos una casita y fuimos para allá. Me hicieron entrar y el resto, que eran hombres, hicieron pis dentro de una regadora que encontraron y llenaron del depósito del agua... Cuando se puso en marcha la furgoneta, ¡qué peste!", explica con humor.

Echando la vista atrás, afirma que siempre estuvo muy arropada por las orquestas y que nunca se encontró con situaciones desagradables, ni con nadie que le dijera una palabra de más, ya fuera por las horas o por lo atrevido de su vestuario, ni con la censura. Con la Bolero, la presentaban como "la Gilda mallorquina", y fue en sa Pobla donde estrenó el vestido negro para actuar. "Los guantes los pagué yo. Me los hice de piel y me costaron un riñón", comenta. Fue en esa actuación, cuando ella interpretaba las canciones de Amado mío y otras conocidas cuando escuchó decir a uno de los espectadores: "Quina famella...", y ríe recordándolo hoy.

En otra ocasión, ´el marquesito´, como llama a un asiduo de la sala donde ella actuaba, le regaló una pulsera de oro. "Y yo que siempre iba con bisutería, estaba toda contenta... Cuando lo vio mi padre, lo llamó y le dijo: Soy el padre de Ina Sassi. Muchas gracias por la pulsera, pero se la devuelvo, que cuando mi hija quiera una pulsera de oro, se la compraré yo. Si quiere, le puede regalar flores o bombones", y así acabó la historia.

Su padre siempre estuvo muy pendiente de su hija, incluso estuvo dispuesto a acompañarla a Egipto cuando recibió una tentadora oferta para actuar en un hotel de allí. "Me pagaban muy bien, nos daban billetes y hotel a mí y a mi padre... Estaba a punto de firmar, pero me empecé a acordar de mi madre que se quedaría sola, de mi hermano pequeño... y al final no acepté".

Actuando en la sala Trébol fue como conoció a su marido, el defensa Rafael Llompart, que al igual que el resto de sus compañeros del Atlético Baleares, frecuentaba el ese club. Hay quien dice que fue él quien la retiró del mundo de la canción, pero Cati tiene muy claro el momento en que lo decidió ella. "Mi madre murió mientras yo estaba cantando en el Trébol y no me lo dijeron hasta acabar. Tuve 15 días de descanso, pero yo ya lo empecé a aborrecer. Sólo pensar que ella se estaba muriendo mientras yo cantaba... Estuve un año vistiendo de negro, excepto para las actuaciones. Cuando se acabó el contrato, no quise firmar otro y después me casé".

Entonces comenzó otra etapa. Cati fue madre y aunque volvió a actuar de forma esporádica, sustituyendo a Marta Christel en el Hotel Victoria, en los 60 se retiró. Hasta que el ayuntamiento de Palma, en 1991, organizó una fiesta ´retro´ para inaugurar ses Voltes. Catalina Sastre Simonet, que raramente cantaba ante su familia y a la que su hija y sus nietos nunca la habían visto sobre un escenario, acabó aceptando la propuesta. Tras esa experiencia llegó el disco en 1992 con Sabor Latino en el que se incluyó el tema Bolero balear y un popurrí de chachachás. Tras un verano de actuaciones, el retiro voluntario, de nuevo, para volver a ser Catalina Sastre Simonet.