Ya han pasado trece años desde que se implantara la obligatoriedad de registrar a los animales de compañía. Un trámite tan simple como llevar al perros al veterinario para que le coloque un chip identificativo todavía no ha arraigado en muchos mallorquines. Según las estadísticas de la Fundació Natura Parc, aproximadamente un 70% de los perros que viven en la part forana no figura en el registro de animales de Balears.

La normativa, que está en vigor desde 1999, obliga a que los animales de compañía lleven el chip subcutáneo. En el caso de los perros, sus dueños han de llevarlos al veterinario antes de los tres meses de vida del animal. "Hay muchos mitos, como el que de el chip no es obligatorio hasta los doce meses. La mentalidad de la gente tienen que cambiar", dice Margalida Gomis, responsable del departamento de fauna doméstica de la Fundació Natura Parc. En su opinión, en el último lustro la cifra de perros con chip "no ha ido a peor", pero la situación aún tiene margen de mejora.

Las estadísticas del Govern revelan que en 2011 había unos 185.000 canes registrados en Mallorca. De esos, 122.000 viven en los pueblos, mientras que 63.000 están censados en Ciutat. La estimación de la fundación es que en la isla habría unos 300.000 perros más que no estarían identificados.

El presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de Balears (COVIB), Ramón García, rebaja la cifra y afirma que el porcentaje de animales de compañía sin chip sería del 55% o el 60%. "Tenemos constancia de que muchos animales no tienen chip, pero hay que tener en cuenta que en los municipios grandes hay otra mentalidad", razona García, quien explica que "en Palma, Calvià o Marratxí hay más presión de los ayuntamientos para controlar las poblaciones de animales y que los domésticos estén correctamente registrados e identificados".

La principal utilidad del microchip es identificar a los animales para poder localizarlos en caso de pérdida. No obstante, la dejadez de los propietarios de mascotas -muchos no los llevan al veterinario, porque "nunca salen de la finca", dicen- ocasiona muchos dolores de cabeza a las corporaciones locales. Los consistorios son las entidades competentes para hacerse cargo de los animales perdidos o abandonados en su territorio. Si el animal que encuentran no está identificado, están obligados a llevarlo al veterinario para que le coloque un chip. Y también han de pagar la recogida del animal y su alimentación hasta que los dueños vayan a buscarlo. Si el propietario lo reclama, no hay problema: es él quien paga todos esos gastos. Pero si nadie se responsabiliza de ese perro, las arcas públicas van a tener que gastarse más de cien euros por animal, lo que al final del año supone un desembolso importante.

A eso, hay que añadirle otro problema: la mayoría de cuerpos de policía local no tienen especialistas en la captura de animales. Por eso han de recurrir al Seprona o a los técnicos de la Fundació Natura Parc. En julio de 2010, esta entidad inició una campaña para promover la identificación de animales domésticos a través del microchip. La iniciativa ha tenido presencia continua en ferias y mercados de diferentes municipios de la part forana, y también han acudido a numerosos colegios de la isla para impartir charlas de concienciación a los más pequeños. Campañas como esta han conseguido incrementar el censo y rebajar el gasto municipal, pero su efectividad, como es lógico, no es plena.

Convencer al propietario es la mejor fórmula para que el perro tenga chip. Pero cuando eso falla, es hora de las sanciones. Muy pocos consistorios han dado orden a sus agentes de controlar si los perros llevan o no chip, y se han centrado en multar actos como no recoger los excrementos o pasear al animal sin correa.

El presidente de la Federación de Entidades Locales de Balears, Joan Albertí, comenta que "la policía local cada vez está más atenta a estas cuestiones, pero hay que tener en cuenta que hay necesidades más grande que cuidar a los perros". "Eso no quiere decir que tengamos que dejarles de lado, no, pero en época de crisis la prioridad son las personas", añade el alcalde de Fornalutx. El presidente de los veterinarios del archipiélago recuerda que "hace falta voluntad para controlar". "Y también es necesario que los propietarios estén más formados y sean más maduros", precisa Ramón García.

Una de las tendencias que también comentan los expertos es que el abandono de animales se ha agudizado desde el inicio de la crisis, algo que es posible por que "muchos propietarios saben que sus animales de compañía no tienen chip", dice la veterinaria Margalida Gomis. En muchas perreras no dan abasto por la acumulación de cánidos domésticos, una cifra que, por ejemplo, en las instalaciones de Natura Parc alcanza los "70 ejemplares constantemente".

Menos perros, menos accesorios

Otra de las consecuencias es que el sector comercial creado alrededor de las mascotas también padece una disminución de su volumen de mercado. A más abandonos, menos ventas de sacos de pienso, de pelotas para morder y de ropa para perros. Ramón García constata que este sector "mueve mucho dinero y que había crecido exponencialmente en los últimos años". Lo corrobora el propietario de la cadena Canyplant, Luis Campins, quien explica que "aunque no hemos sufrido como la construcción o como el turismo, se nota la crisis". Antiparasitarios, accesorios y los propios animales son los conceptos en los que más han mermado las ventas.

Campins comenta que en la última década "se han vendido muchos perros y se ha creado muchísimo bienestar en el sector de los animales". "Lo que hace treinta años era un perro, un simple perro, hoy es un miembro más de la familia y a los perros de se les trata mejor, alimenta mejor, cuida mejor, y se les lleva más al veterinario", agrega el empresario.

Los canes están muy cuidados, pero ahora han de bajar su tren de vida. "Los propietarios buscan sacos de comida más baratos. Si antes gastaban 90 euros en comprar uno bueno, ahora van a por el de 50 o 30 euros", dice Campins.

En sus establecimientos no hallan muchos animales domésticos sin chip, aunque el dueño de Canyplant aporta una clave para mejorar el control. "A través de los sitios de venta autorizados, todos salen con chip. Las autoridades se fijan mucho en estos comercios y, en cambio, no prestan atención a la gente que vende perros en los mercados o a los que ponen anuncios en las farolas o en periódicos. Habría que controlar esas ventas", concluye Campins.

Sea como fuere, queda mucho trabajo de concienciación para conseguir que las estadísticas y registros de animales de compañía sean veraces y fiables al cien por cien. Y el presidente de los veterinarios lo tiene claro: "Hay que aprender de los países nórdicos".