El financiero Joan March siempre acostumbró a rodearse de gente leal y con iniciativa. En 1928 March compró 24.000 cuarteradas de terreno entre las provincias de Málaga y Cádiz. La zona era conocida como El Tesorillo y contaba con unos 300 cortijos andaluces a lo largo de 50 kilómetros de campos agrícolas y 12 kilómetros de costa. En esta zona es donde hoy se ubica la urbanización de Sotogrande. March tenía la intención de hacer negocio con la parcelación de estas fincas y aprovechar su cercanía con Gibraltar y las costas de África para intensificar sus transacciones comerciales. Era una tierra agreste que necesitaba impulso y cuidado para sacarle el rendimiento agrícola hasta que se consiguiera culminar la parcelación. Para esta misión, el magnate decidió llevarse a gente de su absoluta confianza. Se trasladaron hasta El Tesorillo familias de los municipios de Campos y ses Salines, agricultores con experiencia al frente de possessions mallorquinas que emigraron a las tierras más inhóspitas de Andalucía tras la senda de March.

Las familias Burguera, Bonet, Ginard y Perelló son los verdaderos protagonistas de esta dramática historia al tomar el mando de los 300 cortijos de El Tesorillo. Raimundo Burguera llegó a ser secretario personal de March y una de las personas que le ayudó a salir de la cárcel y a refugiarse en Gibraltar, seguramente escondiéndose por los abruptos caminos de El Tesorillo.

Los profesores Margalida Juan y Honorat Bauçà han investigado durante varios años el paso de estos mallorquines por tierras andaluzas. Una historia con asesinatos, intrigas y traiciones que verá la luz en forma de libro el próximo mes de agosto.

El relato arranca a principios del siglo XX cuando el marqués del Palmer, acuciado por las deudas, decide vender la conocida finca de s´Avall. La explotación agraria estaba regentada por la familia Burguera Verdera, quienes deciden hacer una oferta al marqués. Cuando se dirigen a Palma para formalizar la compra de s´Avall descubren que el financiero Joan March se había adelantado y la famosa possessió de ses Salines, hoy enclave privilegiado de veraneo de sus descendientes, ya formaba parte del inmenso patrimonio del magnate de Santa Margalida.

Varios años después de la compra de s´Avall, Joan March acomete la adquisición de El Tesorillo. Decide llevarse a capataces mallorquines y en los primeros en que piensa es en los payeses de s´Avall, cuya explotación agrícola estaba regentada por Antoni Burguera Verdera. Junto a él viajaron a El Tesorillo su novia, Maria Bonet (Vela); la hermana de esta última, Bet Bonet; y su hija de corta edad, Maria Vidal. Desde el municipio de Campos emigraron hacia Andalucía Llorenç Ginard, su hijo Mateu y su mujer Margalida; Miquel Perelló y su hermana Maria. Todos ellos ya eran trabajadores de March en s´Avall.

Raimundo Burguera, primo de Antoni Burguera, fue otra figura clave en El Tesorillo. Posteriormente se convirtió en uno de los más estrechos colaboradores de March. Raimundo Burguera era natural de Campos, conocido como de sa Barrala, era perito industrial y había estudiado en París. Ya trabajaba para los March en la gerencia de la fábrica de cervezas Rosa Blanca, que el padre del magnate instaló en la calle Jaime III de Palma, en el solar donde hoy se levanta El Corte Inglés. Joan March decidió encargar la administración de la Sociedad Industrial Agraria del Guadiaro (SIAG), nomenclatura oficial de las fincas de El Tesorillo en Málaga y Cádiz, a Raimundo Burguera.

Los autores de la investigación, Margalida Juan y Honorat Bauçà, explicaron la relevancia que tuvo la figura de Raimundo Burguera: "Se convirtió en brazo derecho del financiero. Incluso March lo incluyó en su testamento como accionista de la empresa Uralita". De hecho, en la mayoría de las escasas apariciones públicas de March se puede observar a Burguera junto al magnate.

La investigación de estos dos profesores se inició por casualidad. Margalida Juan encontró fotografías y documentos relacionados con estas familias de El Tesorillo en casa de Maria Vidal en ses Salines, sobrina de Maria Bonet (Vela), que residió en los cortijos de niña. Han consultado numerosas fuentes orales y oficiales hasta poder desmenuzar la apasionante historia de estos personajes tras los pasos de Joan March. Margalida Juan comentó que la investigación de la historia de las familias mallorquinas en El Tesorillo les ha permitido desgranar "las vivencias personales –en algunos casos verdaderos dramas– contextualizadas dentro del conjunto de los hechos históricos que les tocó vivir". "A lo largo de nuestra búsqueda –añadió Juan– hemos encontrado asesinatos, envidias, amores, odios contrabando, ambición y el olor del dinero".

Los dos investigadores viajaron hasta San Martín del Tesorillo, municipio enclavado en medio de las tierras que March adquirió en 1928, para conocer la huella de las familias isleñas en aquellos parajes. Honorat Bauçà relató que todavía existe "una rama de los Burguera que conserva propiedades en la zona". "Hemos podido comprobar –prosiguió– cómo los mallorquines no fueron muy bien recibidos por los lugareños. Ejercieron una posición dominante al ser designados como capataces por la nueva propiedad. Esta situación provocó que durante los años 30 los Burguera o los Ginard siempre iban armados y con escolta por Andalucía".

Juan y Bauçà descubrieron a un personaje apasionante, un hombre que llego a tener una influencia crucial sobre el mismísimo Juan March en plena Guerra Civil. Ese era Raimundo Burguera que fue uno de los que ayudó a escapar de la cárcel al financiero. Estaba casado con una panameña y se las ingenió para que Panamá lo nombrara cónsul en Lisboa. Con este nombramiento consiguió inmunidad diplomática para moverse por toda Europa, una condición muy valiosa para Joan March que lo convirtió en uno de sus más leales mensajeros y negociadores.

Margalida Juan comentó otro aspecto de Raimundo Burguera que propició su ascensión en el entorno del financiero: "Sabía francés, algo que fue fundamental para los negocios del contrabando en el norte de África. Hay que recordar que la mayoría de zonas africanas eran colonias francesas y este idioma era imprescindible para las transacciones del financiero mallorquín". Raimundo Burguera, cuando March lo reclamó para ser su secretario personal, dejó El Tesorillo en manos de su primo Antonio Burguera. Este último lo administró hasta 1948, año en que fue asesinado.

Los investigadores relatan que la parcelación de las fincas no culminó hasta 1950, cerca de 22 años después de su adquisición: "La Guerra Civil y las dificultades económicas en la posguerra pueden ser los motivos que prolongaran tanto el proceso. Pero nosotros creemos que El Tesorillo llegó a ser una finca estratégica para los negocios del financiero mallorquín", concluyeron.