Bahía de Palma fue vendida en 1962 como la más internacional de las películas producidas en España hasta la fecha. A principios de los sesenta, el entonces ministro de Información y Turismo de España, Manuel Fraga, tuvo la idea de impulsar una serie de cintas de temática playera que vendieran el mayor patrimonio de la costa española; a saber, el sol y la playa. De todo ese corpus fílmico, uno de los títulos que con más fuerza forma parte del imaginario colectivo es Bahía de Palma, cinta que ahora cumple cincuenta años.

Hablar de esta película rodada en la isla supone atender a uno de los mayores óbices a la libertad de expresión y artística: la censura. Sorprendentemente, los examinadores del régimen autorizaron en el metraje de Joan Bosch el primer bikini del cine español, una prenda que hasta hacía pocos años había estado prohibida en las playas españolas bajo amenaza de multa a las mujeres que se atrevieran a gastar el famoso dos piezas.

El Arxiu del So i de la Imatge del Consell de Mallorca guarda una copia del filme en vídeo, además de otra en 35 milímetros restaurada que se reestrenó el 5 de noviembre del año 2000 con la presencia de los actores y el director en el Teatre Principal de Palma. El acto se organizó con motivo de la exposición de un siglo de turismo en Mallorca en el Gran Hotel. En dicho archivo también custodian los diversos afiches de la película: el cartel español, muy recatado, y el mexicano, con todas las bondades de una joven tostándose al sol. También se conservan diversas frases publicitarias y recortes de prensa de la época.

La película se rodó íntegramente en diversos municipios de Mallorca. La actriz alemana Elke Sommer, "muy cotizada por entonces, pues en breve iba a rodar en Hollywood una película con Paul Newman", asegura su compañero de reparto Arturo Fernández, desafió por primera vez la censura española luciendo un bikini de color negro sobre unas rocas de la costa mallorquina. "El más apasionante escenario del mar latino para la más apasionada historia de amor" era una de las frases que el 4 de diciembre de 1962 podía leerse en el cartel de la sala Astoria, escenario del estreno de Bahía de Palma. Según relataba ayer a este diario Fernández, el bikini fue uno de los ganchos del filme, "uno de los de más éxito que conozco. Recuerdo que estuvo durante tres meses programado en el Palacio de la Prensa de Madrid, en la Gran Vía. No recuerdo una película que estuviera tanto tiempo en cartelera", comenta. "La gente sacaba entradas el día anterior para tener sitio, y había muchos que repetían", apunta. Pero el éxito de Bahía de Palma, insiste el actor, "reside en el estupendo guión, como en cualquier otra cinta". "A partir de lo del bikini en esta película tan exitosa, vino el gran problema porque los productores de cine pensaron que por sacar a una mujer en un dos piezas la gente iba a ir al cine, y no fue así", reflexiona.

Palma, Santa Ponça, Valldemossa, Formentor y Andratx se convirtieron en plató, algo que propició que la industria del cine aterrizara en Mallorca. El rodaje duró dos meses, intensos, duros, y "divertidos", evoca Fernández, quien recibió la instrucción de un músico mallorquín para interpretar certeramente su papel de pianista. "Quería que mis manos ilustraran perfectamente sobre el piano lo que estaba sonando", indica. "Los de figuración se ponían a bailar entre escena y escena cuando Cassen y yo tocábamos", recuerda.

Amén del bikini de Sommer, uno de los culpables de la buena acogida de Bahía de Palma fue el compositor José Solá, que firmó la banda sonora. La película también obtuvo un gran éxito en Alemania y sirvió de reclamo para que hordas de extranjeros germánicos hicieran las maletas durante sus vacaciones para recalar en Mallorca. Prueba de que no sólo los anuncios de cerveza nos han servido de promoción turística.