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Entrevista

Juan Planas Bennásar: "La mitología, ya sea la propia o la de generaciones anteriores, siempre aparece en mis libros"

"Quizá la vida sea subir y bajar la montaña, como Sísifo, y hacerlo con el humor violento y a la vez compasivo de Cristóbal Serra" - "Palma es una ciudad desordenada y sucia, pero siempre hay lugares donde uno ha sido feliz"

El escritor mallorquín Juan Planas, en su domicilio. j. p-

P ¿Por qué dos libros casi de forma simultánea?

R Le aseguro que no ha sido algo premeditado. La necesidad de escribir va y viene y cuando da para más de un libro, pues, pasan estas cosas.

P Ocho años de silencio son muchos años, aunque de usted ya estábamos acostumbrados, enmudeció casi veinte en los 80.

R Pero entonces fue por hastío, por decepción y tristeza, también por rebelión, ante el penoso ambiente literario de aquellos años. El silencio de ahora es fruto de otra cosa: hay que darse tiempo, de vez en cuando, para que las experiencias maduren y así digerirlas, asumirlas y hasta transformarlas.

P ¿Qué tienen en común esos dos libros, Arpas y laúdes (Órbita editorial) y Cercandanza (Los papeles de Brighton)?

R El hilo argumental es el mismo y ambos tratan de los temas universales de la poesía, el tiempo, el deseo o el conocimiento. Arpas y laúdes hace hincapié en la ciudad de Palma, como personaje y marco poético de mi vida. Cercandanza se detiene más en el tiempo, en el pasado biográfico.

P Ezra Pound nos aparece repetidamente en ambos textos.

R Sus Cantares me impresionaron cuando era joven y siguen siendo una de las obras capitales de la literatura universal.

P También otros nombres se solapan, Cristóbal Serra o Sísifo, por ejemplo.

R La mitología, ya sea la propia o la de generaciones anteriores, siempre aparece en mis libros. Quizá la vida sea subir y bajar la montaña, como Sísifo, y hacerlo con el humor violento y, a la vez, compasivo al que tan adicto era Don Cristóbal.

P ¿ Cercandanza es más poemario que Arpas y laúdes ?

R No, en absoluto. Pero entre ambos, sumándose y entrelazándose, dan una idea bastante cabal de todo lo que yo entiendo que debe ser la poesía.

P Para describir la belleza, pone al mismo nivel momentos de la vida del Bosco, del Virgilio que acompaña al Dante e incluso de Louis Vierne cuando murió en París tocando el órgano. ¿La belleza son instantes?

R Claro. Estando de viaje por Florencia, me topé de golpe con Santa María del Fiore. Me sobrevino un escalofrío involuntario, un temblor, un vértigo que duró lo que un parpadeo. Quizá eso sea la belleza, algo finalmente físico.

P. ¿En Arpas y laúdes está su Palma?

R Sí, la Palma que me interesa o la que he vivido con cierta intensidad. Palma es una ciudad desordenada y sucia, caótica, pero siempre hay lugares donde uno ha sido feliz. O lo ha intentado, al menos.

P También aparecen algunas referencias a la muerte.

R De vez en cuando toca podar el árbol del Conocimiento del Bien y el Mal y, quizá, empezar de nuevo. O no empezar de ninguna de las maneras, por desgracia. Esto último es espantoso, ciertamente.

P Y la idea de Catástrofe

R Para vivir hay que encontrar cierto equilibrio entre la realidad y el deseo. Cuando lo perdemos en un sentido o en otro es cuando acontece la inevitable catástrofe. Solemos vivir, entonces, en su polvoriento y agitado interior.

P ¿Y Dios?

R Otra catástrofe enorme; y no bromeo. Es terrible tener vocación de místico y darse cuenta de que uno no tiene ni tendrá jamás la fe suficiente.

P ¿Qué pasó el 21 de agosto de 1980 que usted compara con el Teneré o desierto de los tuaregs?

R Las experiencias límites -tuve un grave accidente- nos convierten en supervivientes y nos dejan ciertas secuelas por las que luego nos acabamos reconociendo. La soledad del árbol de Teneré es un magnífico ejemplo de supervivencia.

P ¿Qué palabras aprendió entre 1974 y 1979 para que sean las únicas que entiende?

R La primera juventud es la que nos marca con fuego. Todo lo que aprendemos entonces no se olvida nunca.

P Catástrofe o Dios ¿Se puede elegir?

R Es muy difícil escapar a esa disyuntiva dialéctica que nos ofrece el conocimiento. Hay algo que se nos escapa en todo lo que vemos, en todo lo que palpamos, incluso en todo lo que soñamos; y en esa fuga de los sentidos podemos encontrar cualquier cosa. Incluso a Dios, si tuviéramos tanta suerte.

P Escribe: "La sinceridad del poema sólo es comparable a la del deseo".

R Esa frase la escribí en Pasión Impresa, un libro de 1984. Me acompaña desde entonces, casi como un lema personal, y la he incluido en varios otros de mis trece libros hasta la fecha. Hay mucho de mí en esa frase y mucho de esa frase en todos mis libros.

P ¿Por qué ese uso recurrente de cursivas?

R En ocasiones, el monólogo interior que siempre es la poesía se desdobla en un diálogo de voces enfrentadas y, entonces, para que el lector no se pierda más de lo necesario, va bien usar las cursivas.

P "Las lápidas de los seres ilustres son la única página en blanco que nos queda por leer". ¿Qué le gustaría como epitafio?

R No tengo ninguna preferencia. Y como no lo voy a escribir yo, dejaré que otros escriban lo que quieran.

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