No hay partido en este Mundial con las connotaciones geopolíticas del Estados Unidos-Irán de este martes (20 horas). ‘El Gran Satán’ contra ‘El eje del mal’, del que hablan los diarios norteamericanos. Dos enemigos históricos que se enfrentan en un momento delicado, con las relaciones diplomáticas particularmente tensas por la decisión de Teherán de acelerar su programa nuclear a escondidas de los inspectores internacionales. Explicó este fin de semana el New York Times que los contactos entre ambos países son ahora nulos, ni tan siquiera por los canales subterráneos que suelen tener abiertos los gobiernos aunque en la superficie caigan rayos y truenos.
La tensión se ha trasladado al Mundial de Qatar y a la previa del encuentro. Un alarde de gesticulaciones inocuas se ha visualizado en las últimas horas para exponer una enemistad histórica agravada en las últimas semanas. La Federación de Fútbol de Estados Unidos mostró en sus redes sociales una bandera iraní sin el emblema de la república islámica, vigente desde 1980, para mostrar su apoyo a las protestas que están teniendo lugar en las calles de Teherán y otras ciudades del país.
La bandera modificada –«en apoyo a las mujeres de Irán que luchan por derechos humanos básicos», rezaba la nota- ya ha sido borrada, pero el Gobierno de los ayatolás agarró la oportunidad para reclamar a la FIFA, a través de los medios oficiales, una sanción de 10 partidos para la selección estadounidense, es decir, la expulsión del Mundial, por faltar al "respeto y la dignidad" a la bandera de Irán.
Enriqueciendo uranio
El Departamento de Estado de EEUU ha indicado no saber nada de la acción de la Federación respecto a la bandera del archienemigo. "Esperamos un partido pacífico y competitivo. EEUU continuará encontrando formas de apoyar al pueblo iraní frente a la violencia contra las mujeres patrocinada por el Estado", dijo un portavoz del propio departamento a la cadena CNBC. Estas protestas han sido repelidas con dureza y provocado la muerte de 450 personas y la detención de unas 18.000, según activistas de Derechos Humanos.
Ahora Irán está enriqueciendo uranio a los niveles más altos de su historia, y las negociaciones por parte de la administración Biden de reactivar el acuerdo del 2015, del que se retiró Donald Trump en el 2018, se han estancado. Ese acuerdo relajó las sanciones y reavivó la economía iraní a cambio de detener su programa nuclear. Ahora las cosas son distintas. Irán no deja pasar inspectores en sus sedes nucleares y desde septiembre el diálogo con Washington no existe. En las últimas semanas Biden ha optado por imponer nuevas medidas de castigo a Irán. “Estamos en un callejón sin salida en este momento", dijo John Kirby, un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional en la Casa Blanca.
Irán se ha destacado como un estado paria en los últimos tiempos por su crudeza contra los manifestantes antigubernamentales, por proporcionar a Rusia drones para su guerra en Ucrania y por violar una vez más el territorio iraquí para realizar ataques en la región del Kurdistán.
En este contexto se disputa este martes el partido decisivo del Mundial. Sin embargo, frente a los estadounidenses habrá un grupo de futbolistas iranís comprometidos en la solidaridad con los manifestantes de su país. Cabe esperar abrazos y deportividad máxima antes y después del encuentro. Puede que también, mirando a la grada, se vean algunos gestos contundentes y unánimes contra los mandatarios de Teherán. Para los protagonistas, es solo un partido de fútbol. "Cuando pienso en este partido, sé que muchos otros piensan de otra forma, pero para nosotros es un partido de fútbol contra un buen equipo, no es mucho más que eso", afirmó Gregg Berhalter, seleccionador norteamericano en una tensa conferencia de prensa previa.
