La periodista sueca Kim Wall, que falleció en un submarino el pasado mes de agosto y cuyo torso apareció en una playa, habría muerto al caerle en la cabeza una escotilla de 70 kilos. Así lo ha declarado ante el juez el dueño del submarino 'Nautilus', el único acusado del asesinato y decapitación de la víctima. Asegura, además, que pensó en suicidarse y que decidió tirar el cadáver por la borda porque pensó que la nave no sería una tumba decente. Niega haber descuartizado el cuerpo de la mujer y haber mantenido relaciones sexuales con ella.