"En un giro inesperado, resulta que el turista británico que se asoma a la barandilla de su habitación para defecar literalmente sobre Mallorca no es responsable de partirse la crisma en el intento. Según el cónsul británico, la culpa es del balcón. Por tanto, si su balcón le mira mal, aléjese antes de que le agarre y lo arroje al vacío".