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Ver galería >Miguel Adrover (Calonge, 1965) se dio ayer un baño de multitudes, flashes, aplausos y abrazos, como en los viejos tiempos, en su amado y añorado Santanyí. El diseñador, que a lo largo de su trayectoria ha tocado el cielo y también descendido a los infiernos, recibió en un entregado Teatre Principal un emotivo y sentido homenaje que empezó con público en la calle sin poder entrar ?el aforo de 179 personas se quedó pequeño? y concluyó con el auditorio en pie, ovacionando a un Premio Nacional de Diseño de Moda con lágrimas en los ojos, la voz entrecortada y la Medalla d?Or de la Vila colgada de su cuello.
Pere Joan Oliver
Miguel Adrover (Calonge, 1965) se dio ayer un baño de multitudes, flashes, aplausos y abrazos, como en los viejos tiempos, en su amado y añorado Santanyí. El diseñador, que a lo largo de su trayectoria ha tocado el cielo y también descendido a los infiernos, recibió en un entregado Teatre Principal un emotivo y sentido homenaje que empezó con público en la calle sin poder entrar ?el aforo de 179 personas se quedó pequeño? y concluyó con el auditorio en pie, ovacionando a un Premio Nacional de Diseño de Moda con lágrimas en los ojos, la voz entrecortada y la Medalla d?Or de la Vila colgada de su cuello.
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Miguel Adrover (Calonge, 1965) se dio ayer un baño de multitudes, flashes, aplausos y abrazos, como en los viejos tiempos, en su amado y añorado Santanyí. El diseñador, que a lo largo de su trayectoria ha tocado el cielo y también descendido a los infiernos, recibió en un entregado Teatre Principal un emotivo y sentido homenaje que empezó con público en la calle sin poder entrar ?el aforo de 179 personas se quedó pequeño? y concluyó con el auditorio en pie, ovacionando a un Premio Nacional de Diseño de Moda con lágrimas en los ojos, la voz entrecortada y la Medalla d?Or de la Vila colgada de su cuello.
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Miguel Adrover (Calonge, 1965) se dio ayer un baño de multitudes, flashes, aplausos y abrazos, como en los viejos tiempos, en su amado y añorado Santanyí. El diseñador, que a lo largo de su trayectoria ha tocado el cielo y también descendido a los infiernos, recibió en un entregado Teatre Principal un emotivo y sentido homenaje que empezó con público en la calle sin poder entrar ?el aforo de 179 personas se quedó pequeño? y concluyó con el auditorio en pie, ovacionando a un Premio Nacional de Diseño de Moda con lágrimas en los ojos, la voz entrecortada y la Medalla d?Or de la Vila colgada de su cuello.
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Miguel Adrover (Calonge, 1965) se dio ayer un baño de multitudes, flashes, aplausos y abrazos, como en los viejos tiempos, en su amado y añorado Santanyí. El diseñador, que a lo largo de su trayectoria ha tocado el cielo y también descendido a los infiernos, recibió en un entregado Teatre Principal un emotivo y sentido homenaje que empezó con público en la calle sin poder entrar ?el aforo de 179 personas se quedó pequeño? y concluyó con el auditorio en pie, ovacionando a un Premio Nacional de Diseño de Moda con lágrimas en los ojos, la voz entrecortada y la Medalla d?Or de la Vila colgada de su cuello.
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Miguel Adrover (Calonge, 1965) se dio ayer un baño de multitudes, flashes, aplausos y abrazos, como en los viejos tiempos, en su amado y añorado Santanyí. El diseñador, que a lo largo de su trayectoria ha tocado el cielo y también descendido a los infiernos, recibió en un entregado Teatre Principal un emotivo y sentido homenaje que empezó con público en la calle sin poder entrar ?el aforo de 179 personas se quedó pequeño? y concluyó con el auditorio en pie, ovacionando a un Premio Nacional de Diseño de Moda con lágrimas en los ojos, la voz entrecortada y la Medalla d?Or de la Vila colgada de su cuello.
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Miguel Adrover (Calonge, 1965) se dio ayer un baño de multitudes, flashes, aplausos y abrazos, como en los viejos tiempos, en su amado y añorado Santanyí. El diseñador, que a lo largo de su trayectoria ha tocado el cielo y también descendido a los infiernos, recibió en un entregado Teatre Principal un emotivo y sentido homenaje que empezó con público en la calle sin poder entrar ?el aforo de 179 personas se quedó pequeño? y concluyó con el auditorio en pie, ovacionando a un Premio Nacional de Diseño de Moda con lágrimas en los ojos, la voz entrecortada y la Medalla d?Or de la Vila colgada de su cuello.
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Miguel Adrover (Calonge, 1965) se dio ayer un baño de multitudes, flashes, aplausos y abrazos, como en los viejos tiempos, en su amado y añorado Santanyí. El diseñador, que a lo largo de su trayectoria ha tocado el cielo y también descendido a los infiernos, recibió en un entregado Teatre Principal un emotivo y sentido homenaje que empezó con público en la calle sin poder entrar ?el aforo de 179 personas se quedó pequeño? y concluyó con el auditorio en pie, ovacionando a un Premio Nacional de Diseño de Moda con lágrimas en los ojos, la voz entrecortada y la Medalla d?Or de la Vila colgada de su cuello.
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Miguel Adrover (Calonge, 1965) se dio ayer un baño de multitudes, flashes, aplausos y abrazos, como en los viejos tiempos, en su amado y añorado Santanyí. El diseñador, que a lo largo de su trayectoria ha tocado el cielo y también descendido a los infiernos, recibió en un entregado Teatre Principal un emotivo y sentido homenaje que empezó con público en la calle sin poder entrar ?el aforo de 179 personas se quedó pequeño? y concluyó con el auditorio en pie, ovacionando a un Premio Nacional de Diseño de Moda con lágrimas en los ojos, la voz entrecortada y la Medalla d?Or de la Vila colgada de su cuello.
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Miguel Adrover (Calonge, 1965) se dio ayer un baño de multitudes, flashes, aplausos y abrazos, como en los viejos tiempos, en su amado y añorado Santanyí. El diseñador, que a lo largo de su trayectoria ha tocado el cielo y también descendido a los infiernos, recibió en un entregado Teatre Principal un emotivo y sentido homenaje que empezó con público en la calle sin poder entrar ?el aforo de 179 personas se quedó pequeño? y concluyó con el auditorio en pie, ovacionando a un Premio Nacional de Diseño de Moda con lágrimas en los ojos, la voz entrecortada y la Medalla d?Or de la Vila colgada de su cuello.
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Miguel Adrover (Calonge, 1965) se dio ayer un baño de multitudes, flashes, aplausos y abrazos, como en los viejos tiempos, en su amado y añorado Santanyí. El diseñador, que a lo largo de su trayectoria ha tocado el cielo y también descendido a los infiernos, recibió en un entregado Teatre Principal un emotivo y sentido homenaje que empezó con público en la calle sin poder entrar ?el aforo de 179 personas se quedó pequeño? y concluyó con el auditorio en pie, ovacionando a un Premio Nacional de Diseño de Moda con lágrimas en los ojos, la voz entrecortada y la Medalla d?Or de la Vila colgada de su cuello.
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Miguel Adrover (Calonge, 1965) se dio ayer un baño de multitudes, flashes, aplausos y abrazos, como en los viejos tiempos, en su amado y añorado Santanyí. El diseñador, que a lo largo de su trayectoria ha tocado el cielo y también descendido a los infiernos, recibió en un entregado Teatre Principal un emotivo y sentido homenaje que empezó con público en la calle sin poder entrar ?el aforo de 179 personas se quedó pequeño? y concluyó con el auditorio en pie, ovacionando a un Premio Nacional de Diseño de Moda con lágrimas en los ojos, la voz entrecortada y la Medalla d?Or de la Vila colgada de su cuello.
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Miguel Adrover (Calonge, 1965) se dio ayer un baño de multitudes, flashes, aplausos y abrazos, como en los viejos tiempos, en su amado y añorado Santanyí. El diseñador, que a lo largo de su trayectoria ha tocado el cielo y también descendido a los infiernos, recibió en un entregado Teatre Principal un emotivo y sentido homenaje que empezó con público en la calle sin poder entrar ?el aforo de 179 personas se quedó pequeño? y concluyó con el auditorio en pie, ovacionando a un Premio Nacional de Diseño de Moda con lágrimas en los ojos, la voz entrecortada y la Medalla d?Or de la Vila colgada de su cuello.
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