La movilidad eléctrica pide paso. Y cada vez más rápido. La apuesta por ampliar las infraestructuras de puntos de recarga está dando alas a los vehículos enchufables. Más todavía en el ámbito urbano donde la autonomía queda relegada a un segundo plano.

En este escenario Zero Motorcycles propone la FXE, un modelo que hace de su estética y facilidad de conducción parte de sus razones de ser. Además, está disponible en dos versiones: de 33 kW (44 CV) y de 11 kW (15 CV) para poder llevarla con el carnet A1 o B y tres años de experiencia.

En este caso la unidad probada es la versión de 11 kW, toda una referencia en movilidad 100% eléctrica. De salida, la novedad de la firma estadounidense presenta el año pasado destila una estética atrevida desarrollada por el prestigioso centro de diseño Huge Desing de California.

Más allá de la estética, la clave de la FXE es la facilidad de conducción y las grandes dosis de diversión. Por un lado, la ausencia de cambio de marchas y de embrague hace que baste con acelerar y frenar para conducirla, como un escúter. Y por el otro ofrece una aceleración y recuperación bestial, sobre todo en modo Sport.

La FXE está gobernada por el sistema operativo Cypher II que permite conectar el teléfono inteligente a través de la app de Zero Motorcycles para, entre otras cosas, personalizar el rendimiento en términos de velocidad máxima, par motor, carga regenerativa de la batería al desacelerar y carga regenerativa al frenar.

También permite acceder a estadísticas de viaje y estado de la batería. El apartado de la electrónica se redondea con los modos de conducción pues dispone del Eco, que prima el ahorro de la betería, y el Sport donde da rienda suelta a las prestaciones.

A su grupa la FXE es una moto cómoda, con un amplio manillar y un asiento situado a 836 milímetros del suelo de manera que un usuario de talla media hace pie sin problemas.

Nada más darle a la llave de contacto el cuadro de instrumentos a todo color cobra vida y ofrece la información necesaria, sin lujos, aunque no falta la autonomía ni el tanto por ciento de carga de la batería. Con el caballete plegado, un testigo luminoso nos informa que está lista para funcionar.

La suavidad de funcionamiento es una constante, sin ruido, apenas un leve zumbido del motor al acelerar. La amplia palanca del manillar transmite sensación de control. Las suspensiones son regulables de manera que se pueden ajustar al gusto del usuario. En modo Eco vas sobrado porque si le das al acelerador con decisión la moto sale disparada pero al decelerar vas recuperando carga de la batería.

La FXE se mueve con mucha facilidad pues apenas pesa 135 kilos. La marca limita la velocidad máxima a 132 km/h en una moto pensada para desenvolverse en un ámbito urbano o metropolitano. También en carretera resulta la mar de divertida, fácil de llevar y efectiva gracias a su propio peso y a los componentes de calidad como las suspensiones Showa, frenos JJuan y neumáticos Pirelli.

En cifras, la Zero FXE ofrece una autonomía de 161 kilómetros en ciudad y 121 en autopista a 90 km/h. Para cargar la batería de 7.2 kW de 0 a 100% necesita 9,7 horas en un enchufe doméstico mientras que si con cargadores adicionales el tiempo se reduce a 4,1 y 1,8 dependiendo de la opción instalada.

Con todo, la Zero FXE es una de las opciones más eficientes para moverse por la ciudad porque un usuario normal difícilmente hará 161 kilómetros en un día que permite hacer la batería con una carga, es más, muy probablemente pase la semana con una sola carga. Eso sí, a la hora de cargar le debe cuadrar el escenario, ya sea disponiendo de punto de recarga en casa, en el trabajo o en algún punto habitual.

El precio de la FXE es de 14.300 euros y el cargador rápido vale 835 euros. No es barata pero si se mira lo que uno ahorra en revisiones, mantenimiento y combustible la cosa cambia.