El presidente de Automobile Barcelona, Enrique Lacalle, tiene una semana agitada. La muestra barcelonesa abre sus puertas al público el próximo sábado día 2 después de que el jueves Su Majestad el Rey inaugure la edición de este año. Y ya van 41. Automobile Barcelona asume el reto de la movilidad y la electrificación con la primera muestra presencial del sur de Europa, y su presidente apuesta por una edición llena, nuevamente, de ilusión y pasión por el automóvil.

Munich estrenó un formato de salón con exposición en la feria y en el centro de la ciudad. ¿Lo ve posible en Barcelona?

En Munich han sido valientes, aunque es un salón distinto al de Barcelona, sólo han tenido siete marcas. ¿Lo de llevar el salón a la calle? Pues claro que me encantaría y lo recomendaría. Pero lo veo muy difícil, es improbable hacerlo aquí. Antes sí que lo habíamos hecho, hemos tenido concursos de escaparates en las tiendas de la ciudad sobre el automóvil, ibas por Barcelona y veías coches expuestos en la calle. Vestíamos la ciudad de salón. De hecho la Fira lo hacía con los grandes salones, como el del automóvil o el náutico. Hace unos años se nos pidió un cambio y sacamos Automobile Barcelona, lo hicimos. Pero en ese aspecto seguimos igual y no hemos recuperado ese pulso, por eso es difícil pensar hacer algo más en la ciudad.

¿Qué debería aportar el Automobile Barcelona?

Sobre todo me gustaría que volviera a enamorar a la juventud, que volviesen a apasionarse por el automóvil, que se ilusionen. La juventud pasa y hay que recuperar su ilusión.

¿Qué le preocupa del sector?

Me preocupa la edad del parque automovilístico que tenemos. La media es de 13,1 años, uno de los más envejecidos de Europa. Y aquí es donde el Gobierno tendría que ayudar con planes de ayuda estables en el tiempo. Tenemos que rejuvenecer este parque y para ello necesitamos el compromiso absoluto de la administración. No podemos pretender ser sostenibles y ecologistas si vamos con coches de más de 10 años de antigüedad.

¿Ha costado mucho organizarlo este año?

Muchísimo. Es evidente que faltan algunas marcas, pero no vienen porque no quieren o no pueden. Tenemos la conciencia tranquila de que hemos hecho todo lo posible. Incluso con el cambio de fecha (de julio a octubre) salimos ganando porque sumamos dos marcas importantes como BMW y Mercedes. El que no viene, pierde, porque cede espacio a sus competidores.

Lo más importante es que al final, entre el 2 y el 10 de octubre tendremos salón del automóvil y eso es una gran noticia. Poder hacer el Automobile es la historia de un milagro, y del trabajo y la constancia de Fira de Barcelona.

¿Será un salón atractivo?

Por supuesto. Habrá 23 marcas y se presentarán al menos 13 novedades del sector, y eso es muy positivo porque venimos de un momento muy complicado. El salón es una gran marca de Barcelona. Queremos dar una imagen de normalidad, de la nueva normalidad. Este salón es un centro en el que confluye el debate y el futuro sobre el automóvil. Otros salones cierran esperando mejores tiempos, nosotros hemos abierto, dando la cara y apoyando al sector. Convertimos nuevamente a Barcelona en un referente mundial del sector. Y eso no es por casualidad, ya llevamos 102 años. Somos un referente mundial de las últimas tecnologías de vehículo conectado. Sin olvidar nunca que somos un salón del automóvil, porque a la gente le gusta ver tecnología pero a lo que viene es a ver coches.

¿Qué representa Automobile Barcelona?

Representa la vuelta del público a Montjuïc, y eso representa mucho. Como dice el eslogan, vuelve la ilusión. Es el salón más importante de España en visitantes y metros cuadrados de exposición. Vuelve a ser acontecimiento de interés público y tiene el sello internacional de la asociación de constructores europeos (OICA). Creo que es de los mejores salones que se pueden organizar hoy, porque el salón del automóvil ha sobrevivido a dos guerras, a la mayor crisis financiera de la historia y ahora a una pandemia. Y aquí seguimos, transmitiendo la pasión por el automóvil, dando la cara. Barcelona nunca ha dado la espalda a la industria del automóvil y a la innovación, al futuro. Es un salón pensado para la familia y para el público. Por eso es tan importante hacerlo.

Patinetes, bicis, ¿cómo encaja la movilidad urbana?

Hay que conciliar todos los actores, pero personalmente creo que hay que acordar una mayor disciplina para bicicletas y patinetes. Creo que a veces van desmadrados. Del mismo modo que hay que ser duro con los infractores al volante hay que serlo con los que no se comportan yendo en bici o patinete. Hay que ser implacable. Voy por la calle mirando a todos lados. Mucha gente va con miedo para que no la atropellen. Pero no estoy en contra, que conste, solo reclamo un esfuerzo a favor de que haya más disciplina.

¿Qué piensa de la Crisis de los semiconductores? ¿Afectarán al salón?

Diría que es ajeno al salón, somos feriantes. A pesar de todo lo que está pasando hemos sacado adelante un salón del automóvil. Estoy convencido que aunque hay problemas de producción por los microchips vamos a tener muchos pedidos que se traducirán en ventas, aunque no se puedan entregar coches en el salón. El éxito del salón es que los ciudadanos puedan volver a ver coches en vivo. Tocar y sentir el automóvil. Eso es fundamental. Lo de los chips es grave. Es una pena que Europa se haya dormido a la hora de trabajar este tipo de tecnología, las baterías y la transformación de materias primas. Lo han dejado todo en manos de los asiáticos.

¿Qué representa para usted a nivel personal el salón?

Buena parte de mi vida. Llevo como presidente del salón desde el año 2001. Son ya 20 años al frente del salón. Para mí el salón es como un hijo. Forma parte de la historia de mi familia desde hace muchos años, desde que mi padre fue también presidente.

¿Qué vislumbra para el futuro?

Que seguiremos teniendo salón. Puede que no sea igual, cambiaran cosas, habrá otro tipo de vehículos… ya imagino coches voladores pasando entre las torres venecianas de Montjuïc. Será distinto, pero seguirá siendo nuestro salón del automóvil.