Los ayuntamientos reciben el Premio Diario de Mallorca por la labor social que han desarrollado durante la pandemia. ¿Cómo sienta esta distinción tras un año y medio en la primera línea de batalla social?

Es un bálsamo que nos ayudará a dar más sentido a todo lo que hemos hecho durante este año y medio. No estamos acostumbrados a que nos reconozcan el trabajo porque se supone que viene implícito con el cargo pero nos servirá de motivación.

¿Qué ha sido lo más duro de afrontar durante la gestión de esta crisis?

La incertidumbre en muchos casos a la hora de emprender unas acciones y unas medidas. Además de hablar con gente que lo está pasando mal por un motivo u otro y querrías hacer más pero no puedes. No solo está la parte económica, también hay gente que lo pasa mal por temas de salud o vecinos que han perdido un familiar y no han podido hacerle un velatorio.

Empezamos el confinamiento con Madrid marcando el ritmo, luego se cedió poder de decisión a las autonomías pero siempre la primera puerta a la que se han dirigido los ciudadanos ha sido la municipal. ¿El municipalismo es la primera línea para el pueblo?

Está claro. Se ha demostrado que el municipalismo podía hacer llegar de manera individual a los ciudadanos las medidas más abstractas. Las podíamos concretar en cada ciudadano. Se ha demostrado que la FELIB ha sido una herramienta magnífica de coordinación, información y colaboración con las otras instituciones. Hay una transversalidad con el trabajo que no era tan intensa en otras legislaturas. Se ha logrado agilidad.

¿Qué escenario le depara el fin de la temporada turística a los consistorios?

Ahora continúa la incertidumbre y una sensación extraña porque el virus aún está presente. Se tienen que seguir adoptando medidas que tal vez la gente cree que ya no son necesarias. Tenemos una responsabilidad con el tema de la covid-19 y muchas veces nos encontramos entre la espada y la pared porque las autoridades sanitarias marcan unas directrices que la ciudadanía no entiende porque volvemos a la nueva normalidad.

Un año después, ¿qué oxígeno os ha dado a los municipios que se desbloqueara el uso de remanentes?

Ha sido fundamental para asumir la crisis social y económica que ha venido asociada con la covid-19. Hemos podido otorgar líneas de ayudas a empresas, comercios, estudiantes, familias... Llegó un momento en abril y mayo del año pasado que los bancos de alimentos o las ayudas no técnicas se habían agotado. Si no se podía hacer un movimiento de tesorería, habría sido un desastre. Aquí también me refiero a los Consells, que son miembros de la Federació d’Entitats Locals. El uso de remanentes ha sido crucial.

A lo largo de este mes se completará el reparto de los 855 millones de euros a las empresas de las islas golpeadas por la pandemia. Govern, Consell y los propios ayuntamientos llevan meses inyectando capital para facilitar la recuperación económica del tejido empresarial. ¿Lograr una agilidad burocrática y una eficiencia de los recursos ha sido uno de los retos de las instituciones porque realmente la necesidad de la gente eran soluciones rápidas?

La coordinación y la colaboración entre instituciones es indispensable. En este caso, los ayuntamientos por su idiosincracia son la institución más ágil a la hora de tramitar ayudas u ofrecer recursos a la ciudadanía. Es un tema de pura idiosincracia debido a las normas reguladoras del régimen local. El alcalde tiene unas atribuciones muy fuertes en el seno del Ayuntamiento, por ello, un Consistorio es mucho más resolutivo que un Consell o que un Govern.

Políticamente hablando, ¿qué lección os ha dado a los gestores municipales esta pandemia?

A dar importancia a los temas que realmente tienen importancia pero es una lección que también ha aprendido la ciudadanía. La gente ha visto que podía quedarse sin unas fiestas o que las podía cambiar por actos culturales. Se ha demostrado que pueden haber cambios en los modelos de fiesta y cambios a la hora de gestionar un Ayuntamiento. Uno tenía un programa electoral, una hoja de ruta pero la realidad te ha llevado a improvisar y salir de la mejor manera posible por otro camino que nadie se esperaba.

Si detrás de una crisis, hay una oportunidad. ¿Qué oportunidad tienen ahora los municipios tras un año y medio de pandemia?

La oportunidad de ahora son grandes inversiones en energías renovables. Es una oportunidad para llevar a cabo proyectos que en una situación normal serían impensables pero que ahora podrán encontrar financiación europea o estatal, por ejemplo, la red de agua de la Mancomunitat del Pla.