Margalida Busquets junto a su marido Tòfol Miquel es una de las galardonadas este año por los Premis de Diario de Mallorca. Desde que estalló la pandemia, allá en el mes de marzo, sus manos no han dejado de tejer miles de mascarillas con las que otro tanto número de personas se ha protegido del coronavirus. Su labor altruista ha traspasado las fronteras que suponen las montañas que envuelven el valle de Sóller.

Su afición a la máquina de coser le ha merecido recibir un premio… 

Todo empezó como una manera de pasar el tiempo tras declararse el confinamiento. Todo empezó el 19 de marzo cuando me llegó la noticia de que una trabajadora de los servicios sociales no tenía mascarillas. Nadie las tenía y se me ocurrió la idea de fabricarlas yo misma. Ahora mismo tardo solo seis minutos en hacer una. Las primeras que fabriqué fueron para estos trabajadores y después ya empecé a repartirlas a la gente que las iba pidiendo. Y desde el principio nunca cobré por las mascarillas hasta que las farmacias recuperaron el abastecimiento. Hoy lo que recaudo va dirigido a la fundación Spanish Griffon Rescue, una asociación que evita que cada año se sacrifiquen cientos de perros que se dan en adopción.

¿Cómo fueron aquellos inicios en la fabricación de sus mascarillas?

Realmente fue muy duro. Al principio tenía telas y elásticos pero pronto se me acabaron y no había manera de conseguir porque las tiendas estaban cerradas. Gracias al ayuntamiento y a donaciones de particulares pude conseguir material para continuar con el trabajo. Fue un desafío pero conseguimos que no parara la producción durante aquellos fatídicos meses.

¿Cómo se siente tras conseguir el galardón de DIARIO de MALLORCA?

Nos sentimos infinitamente agradecidos. Nunca en la vida he recibido un premio ni reconocimiento a mi trabajo, algo que ahora me llena de satisfacción. El premio me ha reconfortado y me ha motivado a seguir trabajando. Hay muchísima gente que viene a buscarlas y se siente muy agradecida. Hemos hecho este trabajo porque nos salió del alma sin pedir nada a cambio. Que ahora recibamos un reconocimiento nos llena de agradecimiento.

¿Cuántos tapabocas han podido salir de su máquina de coser desde que se puso a fabricarlas?

En los siete meses que llevamos haciéndolas hemos fabricado más de 6.000. Al principio suministramos a la Policía, Guardia Civil, Protección Civil, a la brigada del ayuntamiento de Sóller e incluso a maestros de obra que no tenían cómo proteger a sus trabajadores. Muchísima gente que no conocemos se acercó a casa a buscar mascarillas ante la imposibilidad de poderlas comprar en la farmacia.

 ¿La gente sigue viniendo a buscarlas a su casa? 

Cada día. Unos las compran y personas vulnerables se las llevan sin nada a cambio. Estas personas siempre tendrán la puerta de casa abierta para tener mascarillas para sus hijos.

Con más de 6.000 unidades que han salido de sus manos, se necesitará gran cantidad de materia prima.

Hemos usado kilómetros de cinta elástica y centenares de metros cuadrados de tela. Hemos recurrido a sábanas, retales de tela y todo cuanto podía ser usado. He de agradecer el apoyo que siempre hemos tenido del ayuntamiento y de tantos particulares que dos dieron tela y elástico en los momentos en que escaseaba la materia prima.

Ustedes crearon precedente, porque en muchos sitios se siguió la idea. 

Así es. Recuerdo que al principio de la pandemia DIARIO de MALLORCA publicó un reportaje sobre nuestra labor y mucha gente contactó con nosotros para apoyarnos y darnos material como para que les explicáramos cómo fabricarlas. Me consta que en muchísimos lugares de Mallorca se desempolvaron las máquinas de coser y empezaron a fabricar mascarillas para cubrir el vacío que había en aquellos momentos. Algunos aún siguen fabricándolas.

De la situación que venimos viviendo estos últimos meses, ¿qué es lo más positivo que saca?

Que mucha gente ha entendido que debemos ser más responsables y solidarios. Especialmente con la familia y los mayores. Hemos visto cómo muchos jóvenes han hecho lo que han querido incumpliendo las normas sin saber que pueden causar un daño irreparable a los ancianos, esos que tanto lucharon por el bienestar que ahora tenemos. Los jóvenes, en general, deberían ser mucho más responsables para evitar el sufrimiento que ha causado el coronavirus en tantas familias.

¿Cree que realmente existe el espíritu de solidaridad entre las personas?

La pandemia ha puesto de manifiesto que sin solidaridad no somos nada. En momentos difíciles hemos de huir del individualismo y hacer piña para intentar salir del bache que deja el coronavirus. Vivimos momentos en que es necesaria la unidad y evitar hacernos la zancadilla los unos a los otros. Y del mismo modo deberían actuar los políticos. Es un momento de unidad y no de división. Ya habrá tiempo en el futuro para poner en orden todo lo que ha ocurrido en este tiempo.

¿Cree que hemos actuado bien durante estos largos meses de coronavirus?

En general, a mi modo de ver, la gente ha actuado con responsabilidad. La mayoría de la gente usa la mascarilla y sale lo menos posible a la calle para evitar nuevos contagios. Lastimosamente no todo el mundo es así. Y a esas personas me gustaría decirles que ahora es momento de cumplir con las normas sanitarias, porque tras la vacuna ya habrá tiempo de volver a vivir la vida como antes.