Diálogo, diálogo, y más diálogo. Es la base del buen hacer en el engranaje de las relaciones personales y la receta básica para que puedan funcionar los mecanismos que sustentan una sociedad. El diálogo social, la concertación y los pactos entre ejecutivo autonómico, sindicatos y patronales han sido la seña de identidad del gobierno de Francina Armengol y su equipo durante los cinco años que llevan gobernando Balears.

Si el diálogo social es provechoso en cualquier momento, es imprescindible para afrontar una época de extrema dificultad como la actual, en la que la covid está poniendo en jaque la salud pública y la economía mundial.

Con las primeras noticas de la instalación del virus en España, se fraguó un frente común de las instituciones y los agentes sociales y económicos de Balears con el fin de combatir los efectos de la crisis que se avecinaba. El 12 de marzo comenzaron las reuniones para consensuar las medidas económicas y sociales necesarias que permitieran al archipiélago plantarle cara a la pandemia de la mejor manera posible. Desde entonces, no hemos parado de fraguar propuestas y acuerdos intentando defender el interés general.

En UGT nos sentimos muy agradecidos y orgullosos de que el jurado de los Premis Diario de Mallorca 2020 haya decidido otorgar un galardón a la Mesa de Diàleg Social de Balears. Es un premio colectivo al esfuerzo que el ejecutivo autonómico y los agentes económicos y sociales hemos realizado para tratar de sacar adelante esta tierra con el menor sufrimiento posible.

Desde aquí damos las gracias a Diario de Mallorca por reconocer el trabajo compartido que se ha hecho en esta comunidad desde que la covid comenzó a dominar nuestras vidas. Nos gustaría poder lograr aún mucho más para ofrecer una tabla de salvación a las miles de familias que lo están pasando mal. No suele ser fácil armonizar intereses entre la parte que defiende a las personas trabajadoras y la que mira por el empresariado. La edificación de pactos es la única manera de construir puentes.

A mediados de marzo se acordó el Pacto de Medidas Urgentes para el Sostenimiento Económico y Laboral de Balears, con el que se trazaban fórmulas para tratar de articular la prevención de los contagios en el ámbito laboral, agilizar el cobro de las prestaciones de los afectados por ERTE, plantear a los bancos soluciones para aplazar las deudas de familias y empresas, o inyectar liquidez a las empresas.

En abril llegaría el Pacto de Mantenimiento del Empleo. UGT fue consciente del sacrificio que implicaba para las personas trabajadoras de hostelería, comercio y transporte turístico la congelación de sus salarios. Lo firmamos por responsabilidad.

Otro acuerdo de envergadura fue el Pacto de Reactivación, que contempla una inversión de 2.600 millones de euros en los próximos años con cuatro objetivos clave: apostar por el estado de bienestar, la sanidad, la educación y la diversificación económica.

Desde UGT exigimos desde el primer momento a las empresas lealtad y que no realizaran despidos a las bravas, sino que utilizaran los expedientes de regulación de empleo temporales (ERTE). Desde Balears se pidió al gobierno central que la protección de paro sin consumo de días de los afectados por los ERTE se extendiera al personal fijo discontinuo, una figura casi desconocida en otros territorios.

Conscientes de que Balears se enfrentaba al invierno más crudo de su historia, no paramos de reclamar que la protección de los ERTE se extendiera hasta la reactivación de la economía y que se adoptaran medidas de protección para los trabajadores fijos discontinuos y temporales.

Fruto de la importancia estratégica de Balears, se celebraron en Palma, durante el verano, dos mesas de diálogo social estatales. Finalmente, se logró la extensión de los ERTE hasta el 31 de enero de 2021 y la puesta en marcha de una prestación extraordinaria hasta esa fecha para los fijos discontinuos. Faltaban ayudas para las personas que no cumplieran los requisitos del ingreso mínimo vital, pero que hubieran agotado sus prestaciones. Esto último llegó tarde, pero llegó a principios de noviembre.

La encrucijada por la que atraviesan las Islas nos tiene que enseñar que las dificultades se superan más fácilmente bajo el diálogo y el consenso, y que en los momentos de crisis hay que facilitar un colchón social para evitar que los golpes a las clases trabajadoras sean demoledores. De esta crisis tenemos que salir más resilientes y con la mirada puesta en una efectiva diversificación de la economía que permita construir una sociedad menos frágil y más sostenible.