El aeropuerto de Palma en obras somete sus novedades a la prueba de estrés del verano
La principal puerta de entrada a Mallorca estrena una parte de la zona ampliada de la terminal, nuevas pasarelas con los móduolos A y D y un recorrido sin las estrecheces de este invierno, pero todavía muy marcado por la provisionalidad y las repetidas bajadas y subidas entre la segunda y la cuarta planta que debe recorrer el pasajero antes de embarcar

Pasajeros abandonan la planta de llegadas del aeropuerto / Miguel Vicens

El aeropuerto de Palma afronta su tercer verano en obras con el reto de resistir puntas diarias de 60 vuelos por hora y 5.000 personas entrando y saliendo a la vez del recinto.
Pero su auténtica prueba de fuego será comprobar, con esa máxima presión de pasajeros, la eficacia de las nuevas conexiones entre la nueva planta de facturación —la segunda— y la cuarta, la nueva zona comercial todavía no completada. Y, desde ese punto, los enlaces con los cuatro módulos de embarque, tras un invierno de conexiones provisionales y muchas quejas de usuarios y trabajadores.
Pero el recorrido del pasajero empieza antes, en el edificio del aparcamiento, ya saturado casi a diario durante este mes de junio, dejando a los viajeros que llegan al aeropuerto con su automóvil pocas opciones: la sexta planta, si hay suerte, y también la nueva séptima planta descubierta, protegida del sol con pérgolas de placas fotovoltaicas. Un mirador que permite contemplar a vista de pájaro la transformación de todo el recinto, que empezó a finales de 2022, se espera que finalice en 2026 y tiene un presupuesto global de 500 millones de euros. Incluye la ampliación de la terminal y la remodelación y el crecimiento en superficie de los módulos A y D, que entre ambos incorporarán ocho nuevos embarques con fingers. A cambio, en el edificio del parking, los nuevos cuatro ascensores son mucho más rápidos que los anteriores.

Aglomeración de pasajeros abandonan la planta de llegadas del aeropuerto de Palma / Miguel Vicens
Estación de autobuses y parking exprés
La zona exterior de llegadas sigue también en obras. Estos días se está terminando la nueva estación de autobuses, que unifica en una misma zona todo el transporte público de buses de la EMT de Palma y del TIB. Frente al edificio del aparcamiento se ha creado una rotonda para que los buses que dejan a los pasajeros en salidas puedan después acceder a llegadas, cargar a más pasajeros, dar la vuelta y volver a salir del recinto. Las obras de urbanización están prácticamente terminadas y solo falta instalar una gran pérgola para cobijar del sol a los pasajeros que aguardan.

Un pasajero se dirige a la estación de autobuses, donde falta instalar una gran pérgola y rematar las obras de urbanización / Miguel Vicens
Al mismo tiempo, se ha ampliado con más plazas la zona de aparcamiento exprés, y se ha creado una nueva vía de salida independiente para los coches, que transcurre pegada al perímetro del aparcamiento para no coincidir con los autobuses ni interrumpir el tránsito de pasajeros a pie hasta la terminal.
La zona exterior de salidas, además, está ampliando su superficie en su costado más cercano al módulo A, donde se ha eliminado la gran fuente ornamental que se inauguró cuando se abrió el aeropuerto diseñado por Pere Nicolau en 1997 y que todavía estaba en funcionamiento este invierno.

Los 18 filtros de seguridad inaugurados en noviembre son ahora 44 distribuidos en dos zonas / Miguel Vicens
Planta de salidas
En la planta de salidas de la terminal, la segunda, se combinan signos de provisionalidad con recientes estrenos. Entre los primeros, la escalera metálica que conecta la planta con el final de la conexión del parking de la cuarta planta. También los plásticos que cubren la zona de aseos junto a los controles de seguridad o las puertas provisionales que, en esa misma zona, anuncian con carteles que no conducen a aseos, sino a zonas restringidas en obras, por las continuas confusiones en las que caen los usuarios.
Entre los recientes estrenos, tres novedades: en primer lugar, la apertura de la zona del edificio ampliada, con espacios diáfanos que se llenarán en breve con nuevos mostradores de facturación de equipajes; en segundo lugar, una zona de facturación para equipajes de tamaño especial; y, en tercer lugar, las escaleras mecánicas que conectan la cuarta planta con la primera, para uso de los pasajeros que llegan del módulo A, destinado a los vuelos de turistas británicos y de países que no forman parte del tratado de Schengen.

Nuevo espacio de la zona ampliada de la terminal donde se instalarán nuestros mostradores de facturación de equipajes / Miguel Vicens
Por el volumen de pasajeros del verano, en los nuevos filtros de seguridad siempre hay colas en los tornos de acceso. Aunque los 18 que se inauguraron el pasado mes de noviembre son ahora 44, distribuidos en dos zonas separadas entre sí por una cincuentena de metros tras los mostradores de facturación.
De la segunda planta a la zona comercial de la cuarta
Una vez superado el control de seguridad, empieza el sube y baja y el muestrario de todos los tipos de pladur existentes. De la segunda planta se asciende a la cuarta por unas escaleras mecánicas. Las oscuras y estrechas conexiones provisionales de este invierno han desaparecido y los pasillos han recuperado amplitud. Pero todavía queda mucho por hacer: techos descubiertos que muestran sus entrañas, un pintor subido a un andamio rematando un falso techo a brochazos, puertas que conducen a zonas en obras invisibles y muchos carteles de Aena con la misma leyenda: "Estem treballant per millorar l’aeroport. Disculpeu les molèsties".

Un pasajero camina hacia el módulo D / Miguel Vicens
Una vez en la cuarta planta, el pasajero se ve obligado a atravesar el flamante Mallorca Duty Free para descubrir el camino hacia uno de los cuatro módulos de embarque, donde, como novedad, casi todas las antiguas cajas con empleado para abonar las compras han sido sustituidas por una zona denominada self checkout o “pague usted mismo sus compras”.
De camino a los módulos se descubren las conexiones sin las estrecheces del pasado invierno. Detrás de los muros de pladur está en obras la zona de la cuarta planta donde, hasta el mes de noviembre del año pasado, se situaban los filtros de seguridad y la terraza, es decir, la nueva zona comercial que, en un futuro próximo, se integrará también con dicho espacio al aire libre. Operarios entran y salen continuamente de puertas provisionales. Por ahora, solo hay dos comercios abiertos al público: el horno Santo Cristo, que también está presente en el duty free, y Stamp Mallorca, una tienda de regalos, recuerdos y artículos de viaje. Entre la tienda y una puerta provisional que da acceso a las obras de la mencionada zona, se ha colocado el bronce de Fernando Botero Mujer recostada, sobre una base de madera muy gastada a la que no le vendría mal un buen lijado y barnizado para dar el lustre adecuado a la obra de arte del artista colombiano.

Bajada al módulo C a través de unas escalera mecánica / Miguel Vicens
Toca volver a bajar: por escaleras mecánicas para ir a los módulos A y D, y por cinta transportadora para llegar hasta el C, el más lejano. La distancia para llegar hasta el D se ha acortado considerablemente con la nueva pasarela ya en uso, aunque antes de dar la curva, el pasillo se estrecha de nuevo a través de una conexión de pladur pintado en su entrada con un tono naranja y la indicación de que conduce a las puertas situadas entre la D80 y la D99. Al final del módulo se ve la obra de la prolongación, que permitirá añadir tres nuevas puertas de embarque con finger.

Acceso más estrecho a 19 puertas del módulo C / Miguel Vicens
El enlace hasta el módulo A también conduce a unas escaleras de bajada que se sitúan en la parte ampliada de la terminal. A su lado se ha instalado el McDonald’s más grande de Europa, de mil metros cuadrados de superficie. El módulo y la terminal estrenan su segunda pasarela elevada de conexión, en una zona donde también se inaugura la nueva fachada acristalada de la parte ampliada de la terminal.
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