El Govern implanta la piratería urbanística

El ejecutivo autónomo de Vox no pretende matar la lengua, sino el territorio, con el atentado como norma

Vivienda prefabricada que se construia en una finca rústica denunciada por la Agència de Defensa del Territori del Consell

Vivienda prefabricada que se construia en una finca rústica denunciada por la Agència de Defensa del Territori del Consell / ADT

Matías Vallés

Matías Vallés

Rosa Estarás perdonó las ilegalidades flagrantes de Michael Douglas en su mansión de s’Estaca, a cambio de un puñado de euros y de una foto junto al actor en su plenitud. Un mitómano debe ser benévolo con este comportamiento, ahora que el mismo Govern de entonces implanta la piratería urbanística en el conjunto del territorio balear.

El epicentro del ‘caso Andratx’, génesis de la lucha contra la corrupción, fue la construcción de un chalet disfrazado de gallinero en suelo protegido por la Ley de Espacios Naturales de Gabriel Cañellas. El actual Govern de Vox indulta y amnistía con cierto retraso a los condenados por desmanes urbanísticos. No quieren matar la lengua, quieren matar el territorio, de ahí la imposición normativa del atentado urbanístico que será blanqueado en una cuestión de meses. Si todo será perdonado, todo está permitido.

Es justo acusar al periodismo de un exceso de énfasis al comentar disposiciones gubernativas, pero no hay palabras para describir el estado de barbarie desatado por el Govern de Vox. La ultraderecha que viene controlando a Mallorca, a veces con ropajes progresistas, ha variado su máxima. El canónico «Construye como puedas» da paso al «Destruye como puedas». Hay mucho odio a Mallorca en las medidas que se atreven a aprobar desde la irracionalidad, pero se limitan a acelerar un proceso vigente con la izquierda de las autopistas.

La piratería urbanística obligatoria del Govern de Vox debería denominarse ‘modelo Formentor’, como si fuera un coche. La mayoría de mansiones de esa península tienen difícil salida al mercado, porque incumplen masivamente con los criterios urbanísticos. Los obstáculos desaparecen ahora, y por supuesto que no existen contrapartidas, según demuestra el funcionamiento de la España actual. Es tan agradecido moralmente perdonar a los ricos.

La piratería urbanística obligatoria exigirá de una vigilancia minuciosa a los terratenientes que no la practiquen. De hecho, el propietario de una cuarterada de Mallorca que no empiece a levantar hoy mismo una vivienda sin pedir ni un solo papel se convierte en un personaje sospechoso que debe ser perseguido. La isla había regulado el territorio por encima de sus posibilidades.

El vicepresidente Antoni Costa habla de una relación con Vox «equilibrada», y sabe por su menester profesional que la ruina es el mayor equilibrio posible, que no deseable. Prohens pedirá perdón un día como Sánchez, por haberse dejado atrapar en la ausencia de principios. No se le debe conceder la mínima disculpa. Su modelo, de casas para los privilegiados mientras sus sirvientes subsisten en veinte metros cuadrados, es el origen ahora mismo del éxodo masivo del Midi francés a Menorca.

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