Salud

La búsqueda de la felicidad empieza en la relación entre intestino y cerebro

La Doctora de la Puerta presentó ayer en el Club Diario de Mallorca su libro ‘La microbiota estresada’ acompañada por la periodista Marisol Ramírez

La doctora María Dolores de la Puerta y Marisol Ramírez, ayer en el Club Diario de Mallorca.

La doctora María Dolores de la Puerta y Marisol Ramírez, ayer en el Club Diario de Mallorca. / B. RAMON

Maria López

Maria López

Palma

Somos bioquímica y nuestros pensamientos y emociones tienen detrás una molécula que los provoca. Y esos desencadenantes se originan en el intestino, gracias a la actividad de la microbiota, ambos conectados de forma directa con el cerebro. La doctora María Dolores de la Puerta estuvo ayer en el Club Diario de Mallorca para presentar su segundo libro, La microbiota estresada, y hablar de las implicaciones que tiene para el bienestar integral el equilibrio entre el eje intestino-cerebro y la microbiota.

La periodista Marisol Ramírez acompañó a la doctora De la Puerta en un recorrido por algunos de los pasajes de La microbiota estresada que más le habían llamado la atención. Tras presentar a De la Puerta como una doctora que «se pregunta, se cuestiona y que se dedica a estudiar todos los viernes», la médica, experta en microbiota, confesó que no deja nunca de formarse e investigar. Y aunque hace 25 años, cuando comenzó a interesarse por este ámbito, «me llegaron a decir que lo que hacía era pseudociencia» lo cierto es que la importancia del impacto del estado de la microbiota y de la conexión entre el intestino y el cerebro en la salud está ahora fuera de toda duda. «Somos más microbianos que humanos. Tenemos más microbios en la tripa que células en el cuerpo», dijo De la Puerta, subrayando que somos «un holobionte, un sistema de sistemas vivos que se necesitan para vivir». El equilibrio entre esos conjuntos de seres es fundamental: «Es importante que los médicos tratemos de entender este ecosistema. En la homeostasis intestinal entra en juego la microbiota, la pared intestinal y el eje intestino-cerebro. Todo esto debe estar en equilibrio».

En este sentido señaló el estrés como uno de los factores de desequilibrio, una epidemia silenciosa que «se ha normalizado, pero que podemos aprender a manejar». El estrés humano «destroza la microbiota», insistió para después compartir gestos cotidianos que pueden ayudar a combatirlo: hacer pausas, cuestionarse las urgencias, empezar el día con una actitud más lenta, huir del utilitarismo y no buscar la perfección, fueron algunas de las recomendaciones. Además, incidió en el cambio, y mantenimiento, de buenos hábitos alimenticios, de sueño, de ejercicio físico y de «higiene mental» para dejar fuera los pensamientos que nos perturban.

Al finalizar la presentación, se abrió un turno de preguntas. | B. RAMON

Al finalizar la presentación, se abrió un turno de preguntas. | B. RAMON

De la Puerta también detalló cómo el modo en que se gestionan las emociones afecta a la microbiota: «La resistencia, cuando nada de lo que me pase, bueno o malo me afecta, es lo peor». La resiliencia es la mejor opción para el intestino: «tengo un problema y busco recursos para solucionarlo». Así, la «digestión mental» es una suerte de espejo de la digestión intestinal.

De la Puerta también detalló cómo una microbiota equilibrada puede mejorar la salud mental: «Hace años que trabajo con psiquiatras. En ocasiones me derivan pacientes que no responden a los tratamientos y trabajo de forma paralela con ellos. Cuando mejora la microbiota, puede mejorar el cuadro y la efectividad del tratamiento».

Si detrás de pensamientos y emociones hay un origen bioquímico, quizás podamos ayudar a que se produzcan las moléculas que nos hacen felices: «¿Existe una dieta de la felicidad? Pues un poco sí», dijo De la Puerta y es que hay alimentos ricos en tripofano, necesario para la formación de la serotonina; y otros que aportan GABA que conduce a la paz y la calma. «Cada pensamiento tiene una molécula detrás. Los sentimientos positivos y proactivos producen moléculas antiinflamatorias. La ira, la envidia, y la mala gestión de la frustración generan moléculas pro inflamotarias», insistió. Así, De la Puerta defendió «una forma de vida más allá de uno mismo, tendiendo la mano al otro. Esa sí es la esencia máxima del eje intestino-cerebro. Que la bondad sea tu esencia vital es antiinflamatorio y, a nivel bioquímico, produce endorfinas, GABA y serotonina».

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