Entrevista | Ana de Miguel Filósofa
«¿Desnudarse por dinero en Onlyfans empodera a la mujer? No, quien paga manda siempre»
Ana de Miguel es profesora de Filosofía moral en la UNED

De Miguel lamenta la banalización y caricaturización del feminismo. | P. J. OLIVER

La filósofa, autora de libros como ‘Ética para Celia’ o ‘Neoliberalismo sexual’, imparte hoy la conferencia de clausura de la cuarta edición del curso de Especialista Universitario en Coeducación de la UIB, en la que hablará de cómo educar en igualdad en tiempos de polarización.
¿Qué es la doble verdad?
La filosofía ha buscado siempre la verdad. Pero cuando llevas años estudiando a Platón, Kant... te das cuenta de que todos construyeron una ‘doble verdad’: una para los hombres y otra para las mujeres. El sentido de la vida –participar en la vida pública, en la guerra, en el deporte, pasar a la posteridad– era para ellos. A nosotras, se nos relegó al cuidado y la reproducción, para perpetuar el apellido del varón. El andocentrismo ha sido una genialidad intelectual: definió al hombre como «el ser humano neutro» y nos hizo creer que todos estábamos incluidos. Pero las mujeres no hemos sido consideradas plenamente humanas en esa neutralidad. La relación de las mujeres con la cultura es trágica: amamos obras como La Odisea o El Cantar de Mio Cid, pero nos relegan a ser figurantes. Nos constituyen como personas y, al mismo tiempo, nos niegan lugar. Qué tragedia desear profundamente algo que, en su misma estructura, te margina
¿Se ha banalizado el feminismo?
Sí, desde 2018, el feminismo vivió un auge impresionante: el #MeToo, las manifestaciones del 8M, el caso de ‘La Manada’... Parecía que toda la sociedad se estaba volviendo feminista. Incluso Chanel sacó modelos con pancartas de «Todos deberíamos ser feministas». Pero eso derivó en una banalización: camisetas, eslóganes vacíos. Escritoras como Caitlin Moran decían que cualquier cosa que empodere a una mujer es feminismo, pero eso es un individualismo radical que acaba por vaciarlo de contenido.
Cada vez más chicos se declaran machistas, mientras el feminismo crece entre las chicas, ¿por qué ha sucedido esto y cómo lo arreglamos?
Hace años, las feministas íbamos a institutos y nos recibían con los brazos abiertos. Ahora muchas compañeras me dicen que hay chicos que las enfrentan desde el minuto uno: «Tú no me vas a aleccionar». Las chicas han abrazado y siguen abrazando el feminismo porque da respuestas a su malestar, que ven que responde a una causa estructural: sexualización, presión estética, desigualdad en los cuidados… Ellos también sienten malestar pero se encuentran con influencers que les dicen que el feminismo es el problema. Que ellas son distintas, no iguales, que son ‘las otras’. Eso destruye la idea misma de igualdad. El feminismo siempre fue un puente entre hombres y mujeres. Ahora, chicos y chicas vuelven a separarse. La coeducación debe ser lo contrario: una reflexión crítica sobre lo que nos une, no lo que nos divide.
¿Una mala formación en igualdad puede generar el efecto contrario al deseado?
Sí, completamente. Del feminismo a algunos solos les llegan estereotipos rancios. Si no hay una formación adecuada, el efecto rebote es incluso peor. El feminismo es una filosofía que exige un nuevo contrato social entre hombres y mujeres. La sociedad fue diseñada con un modelo de hombre que está fuera todo el día y una mujer que cuida en casa. Pero ese modelo ya no sirve. Si no debatimos cómo reorganizarnos, nos quedamos atrapados en una estructura que no responde a la realidad. La coeducación debe enseñar pensamiento crítico desde pequeños, hacernos entender que hay cosas que no son opinables, como la igualdad. El feminismo, bien entendido, no separa a chicos y chicas: los une. Lucha para que puedan comunicarse en igualdad, con empatía, desde el respeto mutuo. El problema es cuando se caricaturiza el feminismo como algo que odia a los hombres o impone una única forma de ser mujer. El feminismo que yo defiendo es humanista, y está profundamente preocupado por el futuro de las personas, no solo de las mujeres.
¿Cómo hacer ver a ellos que ésta también es su lucha?
Deben entender que el feminismo no es ‘cosa de chicas’, igual que la democracia no es de un solo partido. La escuela tiene una responsabilidad enorme: ofrecer herramientas de reflexión ante ese caos mediático donde triunfa quien grita más o busca fama.
Algunos hombres no se suman al feminismo porque creen que ellos no ganan nada, solo pierden privilegios.
Iván Sambade, que también es filósofo, ha trabajado mucho sobre nuevas masculinidades y explica cómo las conductas de riesgo en adolescentes están directamente relacionadas con el género. En una sociedad patriarcal, ser hombre implica demostrarlo todo el tiempo. Y eso tiene un coste. El que no quiere pelear o no prueba ciertas drogas, es señalado, es un gallina. Ellos están más expuestos a situaciones límite y esas conductas los llevan al hospital, y a veces a la muerte.
Ellas están más desarmadas para decir ‘no’ en sexualidad y ellos para decir ‘no’ a la temeridad, a la violencia. Eso les afecta a muchos niveles. Fíjate quién llena las casas de apuestas: los chicos, porque a ellos también se les dirige el mensaje: «arriesga, juega, demuestra que vales». El mercado va a por ellos, explotando esa masculinidad tóxica. Como también hay una feminidad tóxica que dice a las mujeres que a los 30 ya tienen que haberse operado, ponerse ocho mil cremas, etc. Ambos géneros sufren, pero de formas distintas. Y esas diferencias hacen que chicos y chicas se entiendan cada vez menos.
Dé argumentos para rebatir que desnudarse en Onlyfans es empoderamiento femenino.
Solo mira los números: el 95% de las que enseñan el cuerpo son mujeres y el 95% de los que pagan son hombres, ¿de verdad no ves ahí una desigualdad estructural? El que paga manda. Quitarte la ropa porque te lo dice alguien que te paga… ¿empodera a quién exactamente? Decir ‘es una elección personal’ es el mantra del neoliberalismo sexual: «Haz de tu cuerpo tu recurso». Pero sin analizar el contexto, no puedes entender el significado real de esa acción. ¿De verdad hay libertad si siempre son las mujeres las que venden y los hombres los que compran, dónde está la reciprocidad? Además, esos vídeos y fotos no son ni siquiera propiedad de las chicas, son de la plataforma.
Sobre la prostitución, ¿qué responde al ‘quién eres tú para decirle a una mujer qué tiene que hacer con su cuerpo’?
Yo como ciudadana tengo derecho a opinar sobre el tipo de sociedad que quiero. Si tú quieres ejercer la prostitución, adelante, pero eso no significa que el Estado tenga que legalizar un mercado basado en ofrecer mujeres para ser utilizadas sexualmente por dinero. Tú puedes casarte por dinero, si quieres. Pero eso no significa que debamos legalizar la compraventa de esposas. No es moralismo, es de derechos humanos y de igualdad. La prostitución tiene además un efecto devastador en los jóvenes, ya que los chicos aprenden a tratar a las mujeres como objetos.
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