La primera escritora mallorquina en catalán recupera su lugar en la historia: "La obra de sor Anna Maria es única por su resistencia a la desaparición"

El Obispado de Mallorca traslada sus restos a la iglesia de Santa Catalina de Sena y presenta la edición completa de su obra mística, escrita por Rosa Planas i Ferrer

Jordi Sánchez

Jordi Sánchez

Palma

Mallorca da un paso importante en la recuperación de su memoria cultural con el traslado de los restos de Margarida Beneta Mas (Valldemossa, 1649 - Palma, 1700), conocida como sor Anna Maria del Santísimo Sacramento y considerada la primera escritora mallorquina en lengua catalana. Este martes, la iglesia de Santa Catalina de Sena en Palma ha acogido un acto de gran valor simbólico y patrimonial: la instalación y bendición del nuevo sepulcro de sor Anna Maria, así como la presentación del libro Dialogacions i càntics d’amor. Obra completa de sor Anna Maria del Santíssim Sagrament, editado por J. J. de Olañeta y fruto de un exhaustivo trabajo de la escritora Rosa Planas i Ferrer.

El acto, presidido por el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, culmina el proceso de recuperación física y cultural de sor Anna Maria, considerada la primera escritora mallorquina en lengua catalana y una de las pocas mujeres que, en el siglo XVII, se atrevió a escribir y dejar testimonio en su propia lengua, en un contexto religioso y político donde la cultura catalana sufría persecuciones y prohibiciones.

Antes de la presentación del libro, que constituye la primera edición íntegra de la obra mística de la autora, se ha procedido con el traslado y la reubicación solemne de sus restos en la iglesia donde vivió y escribió. Se trata de un acontecimiento que no solo restituye su memoria, sino que la sitúa nuevamente en el corazón del patrimonio espiritual y literario de Mallorca.

“Su obra es única, tanto por su valor literario como por su resistencia a la desaparición”

La autora e investigadora Rosa Planas ha dedicado cientos de horas al estudio y recuperación de la figura de sor Anna Maria. Con esta nueva publicación, se completa un trabajo que comenzó con un primer volumen introductorio y que ahora ofrece la transcripción íntegra y comentada del manuscrito original, Dialogacions i càntics d’amor, conservado en el Archivo Diocesano de Mallorca. Planas destaca el carácter excepcional de esta autora: “Es la primera escritora en catalán de Mallorca y es la única de su época que escribe en catalán. Su obra es única, tanto por su valor literario como por su resistencia a la desaparición”, afirma.

Planas resalta también el valor simbólico del lugar elegido para el descanso de los restos de la mística monja dominica: “Sor Anna Maria vivió, escribió, rezó y pensó en este convento, que estaba anexo a la iglesia de Santa Catalina de Sena. Aunque el convento fue demolido en 1966 y solo quedan cuatro columnas en la UIB, la iglesia sigue en pie y es el espacio que mejor representa su vida y su legado”.

El manuscrito, redactado entre 1686 y 1690, es un extenso comentario espiritual al Llibre d’Amic e Amat de Ramon Llull, pero, como subraya Planas, es mucho más que un ejercicio devocional: “Estos textos han tenido una vida muy difícil. Estuvieron a punto de ser quemados tras la muerte del obispo Pedro de Aragón, cuando se limpiaba su despacho. Fue un canónigo, Gregori Quint i Safortesa, quien los rescató al darse cuenta del interés y la importancia que tenían”.

Planas insiste en que el valor de la obra trasciende lo puramente religioso. El manuscrito ofrece también detalles sobre la vida conventual, la situación social y cultural de la Mallorca del siglo XVII y muestra la profunda conexión de sor Anna Maria con la tradición luliana: “La persecución antilulista posterior intentó borrar todo lo relacionado con Ramon Llull. El obispo Juan Díaz de la Guerra prohibió la circulación de cualquier obra luliana, y este manuscrito sobrevivió casi por milagro, circulando de manera clandestina y guardado en una arqueta durante años”.

La vida de sor Anna Maria también estuvo marcada por la adversidad. Rechazada durante catorce años por varias priores, solo pudo ingresar en el convento a los 28 años, tras una larga espera. “Nada más entrar enfermó gravemente y tuvo que vivir aislada durante siete años. Fue una persona poco común, con una capacidad de sufrimiento extraordinaria, y poco a poco se ganó el respeto de la comunidad hasta llegar a ocupar cargos de gran responsabilidad como maestra de novicias o procuradora”, explica Planas.

Para la autora, sor Anna Maria es una figura que pudo haber alcanzado un gran reconocimiento eclesiástico: “Si todo hubiera seguido su curso natural, probablemente hoy sería santa, incluso podría haber sido declarada doctora de la Iglesia, porque su obra es lo suficientemente poderosa para ello. Pero el proceso de beatificación quedó abortado por las prohibiciones y persecuciones de su época”.

Un traslado que "garantiza su dignidad"

El vicario episcopal para el Patrimonio Histórico y Cultural del Obispado de Mallorca, Francesc Vicens, ha sido una de las personas clave en el proceso de traslado de los restos de sor Anna Maria. Según explica, esta decisión era necesaria desde que las dominicas abandonaron su antiguo convento en Son Fusteret. “No se podían perder los restos dentro de un convento que ya no tenía vida religiosa. Se pidió a las dominicas que permanecieran en Mallorca y se acordó que regresaran al convento donde sor Anna Maria había vivido: Santa Catalina de Sena”, detalla.

El proceso ha contado con todas las autorizaciones canónicas y civiles. “Solicitamos permiso a la Santa Sede, que nos dio el visto bueno, y al Consell de Mallorca. Se nombró un tribunal, con un notario canónico, testigos, un médico y una arqueóloga que deberán certificar que los restos son auténticos y que el traslado se realiza correctamente. Todo el proceso debe quedar documentado y garantizado ante la ley y la Iglesia”, afirma Vicens.

El procedimiento, además, incluye medidas específicas para preservar la integridad de los restos: “Las osamentas se depositarán en cajas de vidrio que serán selladas y lacradas con el cuño de la Congregación para las Causas de los Santos. Esto asegura que no se contaminen ni se alteren. Es un proceso extremadamente riguroso, pero es la única manera de garantizar la custodia y la dignidad que estos restos merecen”.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents