Jaume Carot se convierte en el rector más desacreditado

Jaume Carot se ha convertido por minoría absoluta (solo un 45 por ciento del voto emitido, solo un 53 del ponderado) en el rector más desacreditado de la historia de la Universitat de les Illes Balears
Jaume Carot se ha convertido por minoría absoluta (solo un 45 por ciento del voto emitido, solo un 53 del ponderado) en el rector más desacreditado de la historia de la Universitat de les Illes Balears. Era el candidato único y le ha votado uno de cada doce miembros de la comunidad académica, aun a sabiendas de que abstenerse como han hecho cuatro de cada cinco censados era una autopista a favor del voto en blanco, que ha obtenido la mayoría en bruto.
Los alumnos y administrativos respondones, ya se sabe. Pues no. Más de la mitad de los profesores ni se han dignado en apretar la tecla del ordenador, de nuevo a sabiendas de que su inhibición podía ser letal para Carot. Menos de uno de cada tres docentes se molestaron en ticar la casilla del triunfador demediado. Es imposible imaginar un rechazo más homogéneo y contundente. El voto de censura mayoritario ha ocurrido sin necesidad de rival y en la institución desfigurada de una isla amorfa.
¿Qué significan seis años más de Carot al frente de la UIB para la sociedad mallorquina? Absolutamente nada, tiene menos peso que un obispo, un comandante general o un jugador reserva del Real Mallorca, por alinear cargos asimilables. Por tanto, el análisis debe centrarse en el único beneficiario, el propio catedrático de Físicas.
Un rector con una categoría mínima hubiera obedecido dos presupuestos éticos para no optar al segundo mandato, la jubilación y la repetición. Los seis años de un hombre que no gana con claridad ni en solitario sobrepasan su edad estricta de jubilación, lo cual aconsejaba apartarse. Y la Ley Orgánica del Sistema Universitario prescribe un solo ejercicio, otra norma traicionada en espíritu.
El rechazo implícito o explícito a Carot de once de cada doce censados demuestra que la UIB se desentiende del catedrático de Físicas, salvo para despreciarlo. Peor todavía, no le preocupa lo más mínimo quién sea rector, una pasividad que abarca a los docentes incapaces de configurar una candidatura alternativa, con excelentes perspectivas a la vista de los resultados.
O nadie se atreve a medirse a Carot, para evitarse sus mensajes intimidatorios, o a nadie le interesa el cargo de Carot. «Aquí estamos para ganar títulos», resume la comunidad universitaria al igual que los deportistas, por citar colectivos de intelecto paralelo. Quienes han levantado, desde el anonimato y sin apoyos, el monumento del voto en blanco también han aprendido que en Mallorca las derrotas son reales y las victorias, morales. La degradación no es solo turística.
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