Las carreteras mallorquinas tocan a muerto

Las muertes en la carretera superan la decena en las últimas semanas.

Las muertes en la carretera superan la decena en las últimas semanas. / Guillem Bosch

Matías Vallés

Matías Vallés

El Govern desprende el voluntarismo fragante y flagrante de quienes niegan las leyes naturales. La presidenta coincide con Alicia en el País de las Maravillas en que basta con cerrar los ojos, y los problemas desaparecen. Así se consigue importar la basura de Ibiza a Mallorca a precio de ternera, cincuenta millones de euros en filetes podridos. O se toleran en mayo las restricciones de agua potable en Esporles, mientras se cocinan nuevas urbanizaciones en los alrededores.

El partido antiespañol Vox solo atiende a su clientela de Alternativa por Alemania con casa en Mallorca. De ahí que José Luis Mateo, el único conseller capaz de contar de uno a cien sin trabarse, se haya rendido a la evidencia de que la congestión mata. Las carreteras mallorquinas tocan a muerto, cada error se paga con la vida en aplicación de la teoría química de las colisiones. A más vehículos, más choques, hasta un Govern podría entenderlo.

El arranque de lucidez de Mateo será neutralizado hoy mismo por la verborrea oficial proturística, por lo que el PP no se sintió obligado a apoyar los aranceles a los coches de alquiler de Més, autor de la autopista a Campos. Así en los hoteleros como en el Govern, la solución es empotrar a los nativos en autobuses. Las personas más entusiasmadas con el transporte público son las que viajan en coche oficial.

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