La odisea de conseguir cita previa en la Oficina de Extranjería de Palma: "Llevo mirando más de seis meses y nada"

Magdalena Dybec, que lleva más de una década viviendo en Mallorca, relata a este diario las dificultades que está teniendo para conseguir hora y renovar su documentación y la de su padre

A él, no poder tener el NIE Verde le dificulta trámites burocráticos como el empadronamiento o la expedición de la tarjeta sanitaria, mientras que su hija teme que, en un control policial, su pasaporte polaco y su NIE caducado no sean suficientes

Magdalena, sobre una imagen de archivo de la Oficina de Extranjería de Palma.

Magdalena, sobre una imagen de archivo de la Oficina de Extranjería de Palma. / DM

Jordi Sánchez

Jordi Sánchez

Palma

Magdalena Dybiec, una ciudadana polaca residente en Cala d'Or desde hace 11 años, lleva meses atrapada en un laberinto burocrático para obtener una cita en la Oficina de Extranjería de Palma. Tanto ella como su padre, ambos en una situación precaria por la falta de documentación actualizada, enfrentan un sistema colapsado por el mercado negro de citas, donde organizaciones fraudulentas y particulares venden turnos desde 40 euros o más, aprovechándose de la desesperación de muchos migrantes.

Magdalena, quien lleva integrada en la isla más de una década, describe cómo el proceso para obtener una cita, aunque siempre complicado, se ha vuelto prácticamente imposible desde agosto de 2024. “Antes, con paciencia, en dos o tres semanas conseguías algo. Ahora, miro a todas horas, todos los días, y siempre aparece el mensaje: ‘No hay citas disponibles’”, relata con frustración. Su NIE caducó en noviembre, y su padre, que necesita el NIE verde para regularizar su situación, sigue sin poder avanzar. Esta tarjeta, esencial para empadronarse y acceder a servicios básicos como la atención sanitaria, es un requisito que los mantiene en un limbo.

La situación de Magdalena no es aislada. En Mallorca, la escasez de citas en la Oficina de Extranjería ha generado un caos que ha sido denunciado por ciudadanos, abogados y organizaciones. Según pudo comprobar Diario de Mallorca, el mercado negro de citas está en auge, con personas pagando a intermediarios para obtener turnos que deberían ser gratuitos. Una mujer confesó haberse gastado más de 400 euros en sacar los papeles de su bebéde dos meses, el cual pese al dinero invertido todavía no tiene su documentación.

Magdalena intentó buscar ayuda a través de una gestoría que trabaja con su marido, autónomo, pero desde febrero no ha recibido noticias. “Me dijeron que seguirían mirando, pero nada”, explica. En abril, acudió personalmente a la oficina de Palma para intentar resolver el caso de su padre, pero un guardia de seguridad le impidió siquiera entrar sin cita previa. “Le dije que el problema es que no puedo sacar cita, y me respondió que siguiera intentándolo. Es como hablar con una pared”, lamenta. La única alternativa que encontró fue viajar a Menorca, donde sí había alguna que otra cita, pero el costo del viaje, sin el descuento de residente que su padre no puede obtener por carecer de documentación, ascendía a 200 euros. “Organizarlo todo para nada era imposible”, añade.

La falta de citas también afecta la vida diaria de Magdalena y su padre. Aunque ella está empadronada y puede obtener un certificado de residencia, teme que, en un control policial, su pasaporte polaco y su NIE caducado no sean suficientes. “Si me paran, no sé si podré explicarlo”, confiesa. Por su parte, su padre, con un NIE provisional que solo le permite trabajar, no puede completar su empadronamiento, lo que pone en riesgo su acceso a la sanidad. El ayuntamiento de Cala d'Or le concedió un empadronamiento excepcional, pero este es temporal y podría ser revocado si no presenta el NIE verde pronto. “Necesita medicamentos, pero sin la tarjeta sanitaria no pueden imprimírselos. Es una rueda que no para”, denuncia Magdalena.

"Nadie me ayuda"

La impotencia de Magdalena refleja un problema estructural. Llamar por teléfono a la Oficina de Extranjería es "inútil" asegura, ya que solo atienden con cita previa, y no hay forma de hablar con un funcionario. “Me han dicho literalmente ‘búscate la vida’. Nadie me ayuda. Si voy a una tienda y me tratan mal, puedo ir a Consumo, pero ¿dónde voy si un servicio público no funciona?”, se pregunta.

Mientras tanto, el mercado negro sigue operando y prosperando. En Palma, como en otras ciudades como Barcelona, locutorios y otros intermediarios ofrecen citas a cambio de dinero, explotando la desesperación de quienes, como Magdalena, no ven otra salida. La Policía Nacional ha realizado operativos para combatir estas prácticas, como en Manacor, donde se detuvo a un hombre de 25 años, a quien se le imputó un delito de daños informáticos puesto que manejaba un programa informático para acaparar todas las citas personales para realizar un trámite con la administración. Vendía las citas por unos 50 euros y encontraron en su domicilio 43.000 euros en metálico. El negocio abarca mucho más de lo que se ve.

Magdalena, agotada pero decidida, ha recurrido a los medios para visibilizar su situación. “He pensado que, a lo mejor, con los medios alguien escucha”, dice. Su historia es un grito de auxilio y una denuncia contra un sistema que, lejos de facilitar la integración, empuja a los migrantes a la irregularidad o a recurrir a prácticas ilegales. Personas como Magdalena y su padre, que incluso desconocían la existencia del mercado negro de las citas, seguirán atrapadas en un ciclo de desesperación e incertidumbre burocrática hasta que, si tienen suerte, consigan su cita.

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