Caos por tierra, mar y aire

Matías Vallés

Matías Vallés

Los mallorquines sensibles leen cada sábado a Joan Riera en este diario, pero tengo que discrepar abiertamente de su inmediatoSon Sant Joan, un aeroport de merda’, porque se quedó corto por una vez en el titular. Dado que no se encontraría a un juez más equilibrado que el periodista de Alaró, queda acuñado el caos aéreo que maltrata a los pasajeros mallorquines como si fueran ganado. O turistas, por utilizar un sinónimo.

En la «exposición total» o «full disclosure» que permitiría entender muchos artículos desenfocados, estas líneas se escriben después de haber empleado una hora y cinco minutos en el trayecto por carretera entre Son Rapinya y el Polígono de Levante, de 17.05 a 18.10 por si alguien quiere comprobar los vídeos de la Vía de Cintura. Bajo estas condiciones de estrés compartido con miles de conductores, la conclusión de un caos terrestre es inevitable.

El refugio de la libertad estaba en el «mar balear», en la definición independentista y trumpista de Alexandre Forcades. Por desgracia, la frontera acuática también ha caído en manos de depredadores tan salvajes como los carroñeros que han despedazado la tierra o los cielos de Mallorca. Una vez que el incauto ha sobrevivido a la jungla de Son Sant Joan y a la tortura de los atascos, alcanzará una playa rodeada por un parking acuático de barcos asquerosos (se ha evitado conscientemente el «de merda»), por todas partes menos por una llamada litoral. Boicotean la experiencia visual.

Además, los hoteleros náuticos han dado una lección a sus presuntuosos colegas de tierra firme. Han conseguido la exclusividad en el destrozo de los paisajes y fondos marinos, sin competencias del «alquiler turístico» ejercido por particulares. Es urgente prohibir con contundencia las motos acuáticas, limitar la velocidad sobre las olas y prohibir el fondeo a menos de cien metros de toda zona habitada por bañistas. Sin embargo, vaya por Dios, otro Decreto salvífico del Govern ha tenido que postergarse hasta la próxima temporada por su laboriosidad, aunque nadie ha perdido un euro de sueldo. En resumen, un caos ¿de merda? por tierra, mar y aire.

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