¿Los taxistas en la Platja de Palma también estafan a los españoles? Una periodista lo ha comprobado

Un experimento de Mallorca Zeitung, el semanario en alemán del mismo grupo editor que Diario de Mallorca, reveló que tres de cuatro taxistas cobran de más a los turistas. ¿Qué pasa con los españoles?

Taxis en la Platja de Palma

Taxis en la Platja de Palma / Sarah López

Sarah López

Palma

Quien, siendo alemán, hace señas para tomar un taxi en la Platja de Palma, suele salir perdiendo. La prueba realizada por mi compañero Ralf Petzold mostró que en tres de cuatro casos el precio del trayecto en taxi rondaba los doce euros, aunque en realidad debería costar entre seis y siete euros. Pero, ¿los precios inflados se deben realmente solo a que se dirigen a los turistas, o los taxistas en la Platja de Palma no son generalmente justos? Ahora voy a probar suerte yo, una española, y recorrer exactamente el mismo trayecto.

Primer viaje

Comenzamos el experimento en la parada de taxis del Bierkönig. La ruta planificada: hasta el hotel El Cid en Can Pastilla: poco menos de tres kilómetros, y según Google Maps, unos once minutos de trayecto. Un recorrido bastante recto, sin muchas posibilidades de rodeos.

Subo al primer taxi. El conductor, de unos 50 años, me saluda directamente en español, amable y de buen humor. Primero algo de charla sobre el tiempo, luego hablamos del Ballermann y de su trabajo. "El Ballermann es para los alemanes como La Meca para los musulmanes", dice. El taxista habla con entusiasmo sobre los turistas. "Si no fuera por ellos, nos moriríamos de hambre", dice casi dramáticamente. ¿Estará pensando también en las monedas extra que quizás gana con algunos trucos? Mejor no se lo pregunto. Al ritmo de una cumbia, vamos por la avenida principal. El mallorquín conoce bien la zona – lleva siete años trabajando solo en la Platja de Palma. Miro el taxímetro: poco menos de seis euros, y ya casi hemos llegado. ¿Presionará ahora el botón secreto del timo que lo duplica todo? Pero poco después llegamos al hotel: 7,30 euros. Sin trucos, sin botones, solo una despedida amable.

Segundo viaje

Estoy de nuevo en la calle esperando la siguiente ronda de mi pequeño experimento. Para una conductora de unos 50 años, no tan habladora como el anterior chófer. Miro el taxímetro: 4,20 euros, la llamada bajada de bandera, es decir, el precio de inicio. Eso incluye 1.379 metros o 269 segundos de trayecto.

Al cabo de un rato rompo el silencio. La taxista cuenta que lleva 30 años en el oficio y que le gusta trabajar en la Platja de Palma. También elogia a los alemanes: “Claro que hacen mucha fiesta y a veces suben borrachos al taxi pero siempre son educados”. El tema surge solo, parece ser todo un clásico. Como en el primer trayecto, la tarifa 1 está activa. Al llegar al destino, el taxímetro marca: 6,40 euros. Tras solo dos viajes, empiezo a sospechar: quizás los turistas alemanes realmente llevan un cartel de "fácil de estafar" en la frente.

Tercer viaje

De vuelta a la parada de taxis en el Bierkönig. Subo al coche. El tipo me cae bien de inmediato. Le pregunto directamente por las tarifas. Me explica que en la Platja de Palma se aplica una tarifa diferente a la de Palma ciudad: la llamada tarifa 1. Esta es algo más cara y se aplica en Palma ciudad a partir de las 21 horas, los días festivos o los fines de semana. Me atrevo a preguntarle abiertamente –de española a español– si a veces cobra más a los turistas. Su respuesta es diplomática, pero creíble: le daría vergüenza estafar a alguien si lo pillaran. Además, los turistas suelen dejar buenas propinas, así que no vale la pena arriesgarse. Por unos euros más no quiere arriesgarse a una multa que podría ser de hasta 600 euros. Pero cree que sí hay colegas que lo hacen. Pago un precio justo: siete euros por el trayecto.

Cuarto viaje

Última ronda, última oportunidad de ser engañada. Estoy en la calle principal de Can Pastilla, frente al estanco, y espero mi último taxi. Rápidamente llega un coche blanco con luz verde – subo. Como hasta ahora, todo parece correcto: ningún juego con botones, el taxímetro vuelve a mostrar la tarifa "1".

Hablamos sobre los alemanes. Menciono el tema del precio como quien no quiere la cosa. Él dice que no lo hace, pero que los alemanes son tranquilos, que no se quejan tanto por cosas así. Además, está la barrera del idioma. No estoy del todo segura con su respuesta: si yo fuera una turista alemana, ¿me habría costado más este trayecto? Al llegar al Bierkönig, el taxímetro muestra: 6,65 euros.

Después de cuatro trayectos, me queda claro: como turista alemán sin conocimientos de español, uno es presa fácil en la Platja de Palma. Yo pagué, más o menos, un precio justo – en cambio, mi compañero Ralf no tuvo tanta suerte: pagó casi el doble por el mismo trayecto.

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