La historia que explica la desaparición de Sa Nostra
La histórica caja de ahorros dejó de existir por la crisis económica y sobre todo por la equivocada gestión de sus ejecutivos por su apuesta decidida por el negocio del ladrillo
En Baleares, a diferencia de otras provincias, nadie salió a la calle para protestar por la desaparición de la caja de ahorros

Con la caída de Sa Nostra se perdió la función social que ejercía la caja de ahorros de Baleares
No hace tanto tiempo que en Baleares había muy pocas familias que no tuvieran sus ahorros depositados en una cuenta de Sa Nostra. La caja de ahorros era un referente en el mundo financiero de las islas. Se creó, no solo con el fin de ganar dinero, como persigue todo banco, sino por la función social que desarrollaba mediante la inversión de sus ganancias. La caja financiaba los centros de tercera edad, además de otros proyectos sociales, en la casi totalidad de los pueblos de Baleares. Pero por desgracia, toda esta labor social, salvo alguna excepción, ya es historia, porque Sa Nostra ya no existe y con ella también desaparece la función social que durante décadas estuvo desarrollando por su condición de caja de ahorros.
Sa Nostra no fue la única caja de ahorros que desapareció. La mayoría de ellas ya no existen, en parte porque también fueron utilizadas como un instrumento político y no como una financiera que prestaba dinero. Sa Nostra no pudo sobrevivir a la crisis económica. La situación fue tan grave que, para salvar los activos y sobre todo para que los clientes no perdieran sus depósitos, es decir, para que no se esfumara el dinero de los ahorros de miles de familias, no hubo más remedio que recurrir a una absorción por un banco con mayor capacidad económica. Sa Nostra desapareció y pasó a formar parte del Banco Mare Nostrum (BMN), pero eran tan escasos sus activos que el porcentaje de participación era casi simbólico. Esta entidad, además, también desapareció años más tarde al ser absorbida por otro banco.
Pero a diferencia de otras ciudades donde hubo manifestaciones en la calle para protestar por la desaparición de las cajas de ahorros, en Baleares no pasó absolutamente nada. Ningún cliente salió a la calle para protestar, pese a que de golpe y sin conocer exactamente los motivos, la histórica caja de ahorros desaparecía. De pronto, Sa Nostra ya formaba parte de la historia. A partir de ese momento la mayoría de los centros sociales que financiaba la entidad fueron desapareciendo. Y a pesar de la gravedad de lo ocurrido, los clientes lo aceptaron, sin mostrar la más mínima protesta.
Este absorción por una entidad con mayor capacidad económica fue el principio del fin de ese trato próximo con el cliente que históricamente habían tenido los empleados de Sa Nostra. No eran solo trabajadores de un banco, eran algo más, eran los guardianes de los ahorros de miles de familias, que depositaban toda su confianza en la entidad, convencidos de que se estaba realizando una gestión honrada. La realidad, sin embargo, era diferente. Los ejecutivos arriesgaron de manera innecesaria el dinero de todos los clientes. El resultado fue una pérdida millonaria de dinero y el inicio del recorrido hacia su desaparición.
Los directivos de Sa Nostra, que llegaron a tener un papel social muy destacado en Baleares por el poder económico que ejercían, han salido libres de cualquier culpa penal. Es decir, no han cometido ningún delito, según sostienen los jueces, pero ello no supone que sus decisiones económicas fueran las más correctas. Con una lectura detallada de esta última sentencia de la Audiencia Nacional se aprecian algunas conclusiones que deberían avergonzar a los ejecutivos que dirigían la caja de ahorros, sobre todo los de mayor responsabilidad en la gestión, es decir, Pau Dols y Pere Batle. “Determinadas decisiones podrían ser objeto de censura”, dice la sentencia. Y aunque el tribunal prefiere no recurrir a grandes descalificaciones, porque entiende que la actuación de los ejecutivos no fue delictiva, deja muy claro en su sentencia que es muy difícil justificar las decisiones que se adoptaron, sobre todo al seguir apostando por el negocio del ladrillo en plena crisis económica, y que llevaron a la quiebra a la entidad. Por ello los jueces detallan que hubo “irregularidades de control”, “planteamientos equivocados” y una gestión “nefasta”, aunque también reconocen que todo ello se produjo en un panorama de crisis económica que afectó a muchos sectores, incluido el financiero. Lo único positivo es que, al menos, estos ejecutivos no se enriquecieran a través de las pérdidas que sufrió Sa Nostra.
La crisis provocó la caída en picado del valor de los activos que tenían estas cajas de ahorros. Y es que a partir del momento en el que se aprobó el rescate bancario, cuando el Estado se hizo cargo de las deudas de los bancos, pero también de sus activos, se produjo una gran devaluación del precio de los solares que avalaban los préstamos concedidos por las financieras. Así, para un ejemplo, un solar que había sido valorado por diez millones de euros, de pronto pasó a valer solo un millón y ello supuso un golpe mortal al patrimonio de todas las cajas de ahorros que habían sido rescatadas por el Estado.
Sin embargo, ahora la situación es muy distinta. Ya no hay crisis y los activos inmobiliarios, sobre todo los solares, han vuelto a su valoración anterior. El banco que creó el Estado está vendiendo estos terrenos y se están obteniendo beneficios millonarios. Pero para conseguirlo han tenido que pasar muchos años y lo cierto es que ahora Sa Nostra ya no existe, bien sea por la crisis económica, o por la nefasta gestión de sus ejecutivos.
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