En los hoteles mallorquines no se come bien

Las pernoctaciones en hoteles bajaron el 0,9 % en febrero y los precios subieron un 4,2 %

Las pernoctaciones en hoteles bajaron el 0,9 % en febrero y los precios subieron un 4,2 %

Matías Vallés

Matías Vallés

En esta semana de merecidos reconocimientos a Pere Sampol, procede refrescar otra frase pronunciada en el Parlament, y pertinente en la negociación del convenio de hostelería. El líder nacionalista concluía resignado que «ya que en Mallorca nos prostituimos, que sea por lo menos a un precio elevado». Esta impecable definición del ‘prostiturismo’ denunciaba que los entusiastas de vender barato el cuerpo de la isla eran los propios hoteleros. Hasta que aprendieron, y lo suyo les costó, que la regla de tres (estrellas) era mucho menos rentable que la de cinco.

Los empresarios dispararon los precios a 500 euros por noche de cuatro estrellas o mil de lujo, pero se olvidaron de repercutir sus beneficios pantagruélicos en los trabajadores. Solo hay algo más miserable que un sueldo de hostelería, la ecotasa que paga el turista por gentileza de Vox/PP. La avaricia del sector repercute en una faceta esencial del servicio, porque en los hoteles mallorquines no se come bien. No solo en el inevitable menú en polvo de tres estrellas, sino sobre todo en la escala superior. Admitamos que este juicio es fácil de invertir, sin más que convidar gratis total al estómago agradecido que va a emitirlo.

Durante miles de horas de estancias en hoteles mallorquines, nunca he visto al propietario en sus dependencias, porque debe estar contando billetes en el sótano, y solo he divisado episódicamente al director. De ahí que les cueste apreciar que sus menús no están a la altura, por mucho que los turistas tengan acreditada su disposición a tragarse cualquier cosa con tal de pisar suelo mallorquín.

¿Por qué no se come bien en los hoteles de la isla? Porque los hoteleros regatean en los sueldos, que permitirían formar y contratar a trabajadores de calidad, sin llegar al desvarío de los chefs vascos que perciben 300 mil euros anuales por ceder su nombre a un restaurante, que lógicamente quiebra en el empeño.

Los datos son irrefutables. Son Sant Joan es el aeropuerto con mayor tráfico de jets privados de Europa, solo en competencia con Ibiza. En contraste con este flujo de billonarios hambrientos, Mallorca carece de un solo restaurante con tres estrellas Michelin, por siete en la Costa Azul. La isla solo ofrece uno de dos, con otra decena de estrellas solitarias desperdigadas. La décima parte que el vecino francés, la calidad hay que pagarla en sueldos a la altura.

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