Análisis
Manuela Cañadas, ha nacido una estrella
El PP balear tiene que implorar a Vox España que le resuelva los problemas que tiene en Mallorca con Vox España

Manuela Cañadas. / B. Ramon
No se ha cumplido todavía el segundo aniversario del Acuerdo Conjunto de PP y Vox para el Gobierno de las Islas Baleares (hasta el encabezado está copiado del Acuerdo Conjunto de PP y Vox para el Gobierno de la Comunidad Valenciana), y sus 110 puntos 110 no valen el papel en que fueron escritos. Esta burla a sus votantes respectivos no mide la incompatibilidad de los partidos citados, sino su nulo crédito político. No saben ni lo que han pactado, hablan hoy de «acercar posturas».
Más extravagante resulta contemplar al todopoderoso PP reducido al recurso de súplica, implorando ante Vox España para que le resuelva los problemas que tiene en Mallorca con Vox España, partido único. Los populares admiten que Manuela Cañadas, la portavoz de un grupo desperdigado de ultraderecha moderada que no controla ni a sus ocho diputados iniciales, supera en influencia a la presidenta del Govern. No se veía nada igual desde Maria Antònia Munar.
El PP balear ha desaparecido de escena, arrodillado ahora ante Vox en cumplimiento de las órdenes de Feijóo. Ni siquiera puede presumir Prohens de una rendición en sus términos, se limita a seguir la pauta del chamuscado Mazón. Por lo menos, y sin apartarse del lenguaje teatral, ha nacido una estrella aunque se llame Cañadas.
Se ha menospreciado durante meses, mea culpa, a la protagonista de la legislatura de Vox. Provocó carcajadas cuando reprochó a los mallorquines su pretensión de visitar las playas de la isla, señalando la prerrogativa implícita de los turistas. Se la tomó en serio por primera vez cuando definió a Prohens como «la niña de ‘El exorcista’», que se transmutaba en Armengol.
Esta semana, todavía se bromeaba con los «jóvenes fornidos que nos invaden» glosados por la ultradiputada, pero el lector debe preguntarse de qué otro líder autóctono se recuerda una sola intervención en esta legislatura. Sobre todo, Cañadas devolvió la prestancia al discurso político con su intervención del martes en el Parlament. Su discurso del odio solo sirve para Vox España, pero ya querrían los restantes partidos disponer de portavoces útiles. Empezando por el PP.
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