Vox pide a Prohens que el PP le venda su alma como Mazón
El pacto fáustico del presidente valenciano para seguir gobernando con respiración asistida permite clarificar el futuro de la dirigente balear

Marga Prohens y Manuela Cañadas. / B. Ramon

El pacto fáustico de Carlos Mazón con Vox en la Comunidad Valenciana para seguir gobernando con respiración asistida, asumiendo por completo el ideario de su socio, permite clarificar el futuro de Marga Prohens. La fiesta ha comenzado y los clarines anuncian una faena que promete emociones fuertes. Vox, crecido y con la embestida feroz, envía el primer aviso: "Lo bueno del acuerdo de Valencia es que nos muestra el camino". La presidenta del Govern deberá decidir si entrega su alma al partido de Santiago Abascal a cambio de seguir en el Consolat, como ha hecho su homólogo valenciano.
Sergio Rodríguez, el diputado díscolo de Vox que ha vuelto al redil, se ajusta el capote y lanza su primer envite a la presidenta: o el PP balear asume el discurso íntegro de la formación de Santiago Abascal o no habrá acuerdo. Las condiciones se aclaran tras la victoria en Valencia: oposición frontal al Pacto Verde Europeo, rechazo a la inmigración ilegal e impulsar medidas "efectivas y reales en la defensa de los derechos de los castellanoparlantes" en educación y acceso a la función pública. Prohens tendrá que hablar la lengua de Vox si quieres estabilidad y aguantar la legislatura.
Antoni Costa, presidente en funciones por ausencia obligada de Prohens, no se amilana ante unos socios que embisten con el vigor de quien acaba de ganar una batalla. Aguanta el empuje con temple, recuerda a Vox que Mazón logró aprobar sus presupuestos sin importar el pacto político de Bruselas y deja caer que el acuerdo valenciano bien podría ser un toro suelto, más que un encierro obligatorio. Además, suelta una estocada para marcar posición: “No sé si usted está autorizado por Abascal para ofrecer un pacto de presupuestos”.
Rodríguez intenta cambiar de tercio y maquilla el divorcio con el PP hablando de “cese temporal de la convivencia”. Sin embargo, la metáfora matrimonial se rompe en la barrera: “El movimiento se demuestra andando, y ustedes deberían empezar a caminar en nuestra dirección”. En otras palabras, si el PP quiere seguir toreando, tendrá que aprender a banderillear al ritmo de Vox.
Albert Serra y Néstor Luján disfrutarían viendo capotear a Antoni Vera. El conseller de Educación sigue demostrando que es el matador preferido de Prohens. Con un estoque afilado, arremete contra el socialista Carles Bona utilizando una mezcla de ironía y desprecio. “Nos deleita con su fina prosa revestida de una falsa intelectualidad”, le espetó, antes de rematar con una sentencia bíblica: "Del ‘si me pinchas, no sangro’ al ‘si me pinchas, supuro sanchismo".
La oposición, mientras tanto, se reconfigura. Mientras Iago Negueruela mira ya de reojo la alcaldía de Palma, la responsabilidad del cuerpo a cuerpo empieza a recaer sobre Amanda Fernández, que cogerá fuerza en los próximos meses, sobre todo después del Congreso que celebra el partido este fin de semana. “Es el turno del control parlamentario. Nosotros hacemos las preguntas y ustedes tienen que contestar, y si además puede hacerlo tranquilo aún nos entenderíamos mejor”, recuerda al conseller. La dirigente socialista está estudiando con detenimiento el manual de Francina Armengol.
Quien también está en proceso de aprendizaje es José Luis Mateo, que empieza a curtirse en el combate político después de unos meses en que la oposición lo ha tratado como un mero gestor sin peso. El docente idealista aprende a marchas forzadas la dureza del enfrentamiento político. Primero, la diputada socialista Teresa Suárez lo acusa de “violencia institucional” por "no mover un dedo" para limitar el precio del alquiler y ofrecer una oportunidad a las víctimas de violencia de género. Mateo queda visiblemente tocado ante la dureza de la estocada, pero no tiene tiempo de recomponerse porque Mercedes Garrido le asesta un segundo golpe, acusándole de facilitar un “pelotazo” inmobiliario de 375 millones con su nuevo decreto. A diferencia de su predecesora, Mateo mantiene el temple y no amenaza con querellas. Cristina Gómez, de Podemos, remata la faena con un tono paternalista, que recible una réplica seca: "Gracias por esta sesión de Barrio Sésamo a primera hora de la mañana, solo me faltaba que usted me dijera lo que tengo que contestar y cómo hacerlo".
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