La joven que ha denunciado a la residencia de Marratxí: “Es muy duro vivir esta enfermedad y que encima los estén tratando mal”

“La impotencia es enorme, yo lucharé hasta el final; quiero que mi abuela llegue a su final de vida con dignidad”, destaca la afectada

“Lo que ve el inspector ya es muy duro, pues imagínate lo que no ve”, reconoce la denunciante

Varios familiares se concentraron en el verano de 2024 a las puertas de la residencia de Marratxí.

Varios familiares se concentraron en el verano de 2024 a las puertas de la residencia de Marratxí. / Zafirus

B. Palau

B. Palau

Palma

Llevo un año y medio luchando por unas condiciones básicas necesarias que mi abuela no tiene. Quiero que llegue a su final de vida con dignidad”, subraya la joven que ha interpuesto una denuncia contra la residencia DomusVi Can Carbonell de Marratxí ante la Guardia Civil por el trato deficiente dispensando a la anciana.

No solo lo hago por mi abuela, sino también por el resto de los residentes”, asegura. “Lo más fuerte es que te dan la razón, pero no van más allá; no me pueden dar más datos por la ley de protección de datos”, añade, en referencia a las inspecciones llevadas a cabo por el IMAS. “Me reuní con una inspectora; nos dieron como solución cambiar de residencia”, se lamenta la afectada.

“Al principio, mi abuela estaba bien en esa residencia, pero con el cambio de dirección fue un desastre. No es solo ella, es igual con todos. Cuando llegamos al centro, en 2022 funcionaba mucho mejor. Antes, ella había estado en la residencia de Sant Joan, con las restricciones de la COVID, y también estuvo mal”, recuerda la nieta.

Yo lo que pido es que actúen en lo que no están haciendo bien”, insiste la denunciante. “Lo que ve el inspector ya es muy duro, pues imagínate lo que no ve”, destaca.

“Yo lo que quiero es que ella esté bien cuidada y que se vaya con dignidad. Tiene Alzheimer muy avanzado”, apunta la joven.

“Además, es un servicio que estamos pagando. Si ocupas una plaza concertada, son unos 2.000 euros al mes y, si no, es muchísimo dinero más. Solo pido la dignidad y lo básico que se lo cubran”, insiste, con un sentimiento de impotencia.

“No sabemos cada cuándo le dan la medicación o la nutrición si se la dan mal. Hay algunos residentes que pasan muchas horas desde la cena hasta el desayuno… y sin agua”, se queja la familiar.

Es muy duro vivir esta enfermedad y que encima los estén tratando mal”, reconoce la denunciante.

“Yo he tenido represalias, me prohibieron darle la cena en su habitación cuando otros familiares con otros residentes sí lo podían hacer; ellos dicen que somos problemáticos. La impotencia es enorme, yo lucharé hasta el final”, concluye la joven.

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