Palma, a por el millón de habitantes

Una promoción de viviendas en construcción.

Una promoción de viviendas en construcción. / EP

Matías Vallés

Matías Vallés

Palma es la mejor ciudad del mundo si la miras desde fuera. Al Govern se le ha quedado pequeña así que le mete cien mil habitantes más por el procedimiento de autorizar más de veinte mil viviendas en bruto. Equivalen al incremento demográfico sufrido en el cuarto de siglo ya exprimido. Más de la mitad de los pisos irán a parar directamente a manos de alemanes, por ser absolutamente inaccesibles para los mallorquines. Las restantes son asequibles para el PP, que considera que 60 mil euros anuales o tres veces el sueldo medio es el salario mínimo para optar al Alquiler Seguro.

El Govern se quita la careta, se postra ante los constructores con el fervor de los felizmente olvidados Hila y Truyol, cuando regalaron los solares municipales de Son Vida a los depredadores. Se dispara salvajemente la densidad en las nuevas construcciones de una ciudad colapsada. Palma superará holgadamente el medio millón gracias al Govern, y camina orgullosa hacia su primer millón de habitantes, lo cual la convertirá en la quinta ciudad alemana más poblada.

Por supuesto, destruir el territorio es la mejor manera de abaratar la vivienda. Así lo demuestran sin ir más lejos Nueva York o Hong Kong, las ciudades más caras del mundo. O si prefieren no viajar, también la capital de Mallorca sería un buen ejemplo de un crecimiento despiadado que ha doblado sus vecinos en medio siglo, al grito mentiroso de que las nuevas viviendas abaratarían el producto. ¿Se puede citar una sola ventaja de la macrourbe actual sobre la que nunca debió superar el cuarto de millón de habitantes? A la espera del brindis cínico de que la construcción aliviará a los sin techo, Palma volverá a ser la mejor ciudad del mundo. Para no vivir.

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