"Me quedé sin trabajo pero crecí mucho como persona": la ciudadanía recuerda el confinamiento en Mallorca cinco años después
De vivir el fallecimiento de un familiar a simplemente disfrutar del tiempo encerrado en casa, diversas son las historias que se vivieron durante la época más cruda de la pandemia

Luana C. L.

El confinamiento se convirtió, de la noche a la mañana, en uno de los hechos más importantes de la historia moderna. Hoy, hace ya cinco años, el Gobierno decretaba el estado de alarma confinando así a millones de ciudadanos en sus casas como medida de protección ante la pandemia mundial causada por el covid-19.
En Baleares, miles de turistas que estaban en las islas al inicio del estado de alarma fueron repatriados a sus países de origen, ya que el turismo quedó completamente paralizado. Cesó la actividad en bares, restaurantes, comercios minoristas y discotecas y espacios como el Palacio de Congresos se medicalizaron con apoyo del Ejército para atender a pacientes o personal sanitario. Además, todo desplazamiento no justificado quedó completamente prohibido.
La distancia se impuso en clases y trabajo, mientras que términos como online o teletrabajo empezaron a formar parte de la naturaleza diaria de muchas actividades.
Ahora, cinco años después y en un contexto de normalidad pospandémica, ciudadanos de Mallorca reflexionan sobre las vivencias y el aprendizaje que, para algunos, supuso el estar encerrados en casa.
"Lo anunciaron cuando estaba en casa y ya no salí"
El sector de la hostelería fue de los más afectados en la isla. El motor económico mallorquín se vio obligado a parar por completo y eso, para algunos, tuvo consecuencias.
"Trabajaba en un bar, no quiero decir el nombre, pero estaba por Palmanova. Ese 14 de marzo de 2020 estaba trabajando y cuando vi el anuncio de Pedro Sánchez sabía lo que pasaría. A las dos semanas nos avisaron de que nos tendrían que terminar el contrato a varios de la plantilla por los problemas económicos que reportó la pandemia". Es la historia de John Domínguez, un joven al que el confinamiento dejó en el paro.
"Nos respetaron un poco, pues me pagaron un buen finiquito y pude seguir viviendo en la habitación en la que estaba entre eso y las ayudas, pero me asusté mucho cuando pensé en cómo estaba la situación y en que tendría que encontrar un nuevo trabajo", relata.
Por suerte, su vida cambió: "Me ayudó a crecer como persona el estar encerrado. Pude reflexionar y ver que sí que podía superar ciertos obstáculos pese al miedo que tenía. Al final descubrí que me gustaba el mar y ahora trabajo en el sector".
A Kairi Arévalo, por el contrario, el confinamiento no le supuso mucho problema. Este joven estaba estudiando bachiller por aquel entonces. "Estaba en la fiesta de cumpleaños de una amiga mía cuando lo anunciaron y nos despedimos sabiendo que no nos veríamos en unos meses", cuenta.
A Arévalo no le gusta mucho salir de casa, por lo que se pasó el tiempo jugando a videojuegos. "A mi padre, que le gusta salir más, sí que le afectó. Yo lo viví bien, me gusta salir pero también estar en casa", comenta. En su caso, las clases online le beneficiaron: "Yo ya iba bien en clase y desde casa iba más tranquilo. Además el nivel bajo bastante".
El joven reconoce que pensó "buah, está bien", cuando anunciaron el cese de las clases, pero también confiesa que conforme pasaba el tiempo vieron "que era algo más grande y más serio".

Redacción Digital
En el caso de Francisca, el confinamiento fue algo más llevadero. "Al vivir en un pueblo tenemos un pequeño corral en la finca, que ya no es lo mismo que tener un piso cerrado", explica. Estaba en casa cuando se anunció el cierre total y lo vivió "como todo el mundo, un poco asustada y sin saber qué iba a pasar".
Lejos de Mallorca, en Madrid, se vivieron crudas y tristes historias. Silvia de la Torre y Julián Alonso residen en la capital pero están pasando unos días en la isla. Atienden a este diario para contar su experiencia durante el confinamiento.
"Yo lo viví bastante mal. Tuve el fallecimiento de mi padre y gracias al teletrabajo se me hizo más llevadero. Tuve la oportunidad de poder verle el día anterior a su fallecimiento", relata Alonso. El mismo día que se anunció el confinamiento, él ya se olía que algo podía pasar: "Lo sabía porque a las doce ya nos echaron del trabajo".
En su caso, su confinamiento fue "mentalmente de cinco meses", en los que hizo unas tres excursiones sobre las que no quiere profundizar. Su mujer, por su parte, explica que lo vivió "muy enclaustrada": "El anunció me pilló en casa, y ya no salí más. Llevé mal el no salir de casa porque no veía a nadie, pero gracias a la telefonía y a la tele estaba un poco comunicada y podía ver algo".
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