Análisis

Antich y Zapatero, dos hombres corrientes

José Luis Rodríguez Zapatero y Francesc Antich.

José Luis Rodríguez Zapatero y Francesc Antich. / .

Matías Vallés

Matías Vallés

La asociación es inmediata, Francesc Antich y Rodríguez Zapatero encarnan el triunfo del hombre corriente. No de los «hombres corrientes», porque la normalidad sonriente y sosegada que comparten es una singularidad. Al alejarse de los liderazgos caudillistas, representaron la última oportunidad de la redención política, ya malograda por culpa de los parásitos que deformaron su ejemplaridad. Los ocho años consecutivos del tercer Pacto de Progreso significaron un insulto ininterrumpido a los postulados del primer y único president de izquierdas de la historia de Balears. Empezando por los 900 euros pagados a la muy leal Carmen Planas por cada sesión de la Autoridad Portuaria.

Ni siquiera queda claro si fue Antich o Zapatero quien se ganó en primer lugar la adscripción de «hombre corriente», probablemente la inventó el mallorquín y la heredó el leonés, que por algo abrió ayer su discurso con un «gracias, Xisco». El primer acto en Mallorca del futuro presidente del Gobierno tuvo lugar en el club de este diario, y ya exhalaba el carisma de los anticarismáticos.

Antich y Zapatero te levantaban las reservas con naturalidad, cultivaban una sorna y una sonrisa más expresiva que las risotadas fellinianas de las dos últimas presidentas de Balears. La impronta de ambos sigue vigente. Los socialistas locales que hoy exaltan al hijo ilustre de Algaida lo mantenían hibernado para intentar que brillaran los mates Armengol, Cladera o Hila. En cambio, la jugada magistral de Sánchez consiste en poner a su predecesor socialista al frente de la campaña perdida de antemano de las generales de julio de 2023.

El PSOE gobierna hoy a trancas y barrancas, pero hubiera sido desalojado de no mediar el prodigio mitinero de Zapatero. Se limitó a aplicar las enseñanzas aprendidas del socialista mallorquín, que el actual presidente del Gobierno resumió en un exacto «nos enseñó a gobernar sin miedo». Y Antich mejoraba con la crítica, porque la tenía en cuenta.

Zapatero volvió a demostrar anoche junto a Antich por qué se convirtió en el contrapunto de Trump, por qué funcionan los hombres corrientes pero no sus imitadoras de hojalata. El primer president socialista no se hubiera dejado llamar «cariño» por Koldo, ni hubiera mantenido cuatro millones en euros de mascarillas en un almacén sin reclamar el fraude. En cuanto a la apropiación indebida que el PP hace de su figura, el ayer homenajeado no hubiera permitido que un president del Parlament imputado por violento permaneciera ni un día en el cargo. Expulsó a Munar en 2007-11, a sabiendas de que le costaría la legislatura. Su sucesora no hubiera actuado igual, ni una destitución en ocho años inmaculados.

Antich y Zapatero definen la última etapa en que mallorquines y españoles se entregaron a la política. Con ser desgarrador, el acto de anoche no iguala el mitin de ambos en el Palma Arena previo a las generales de 2008, donde familias completas depositaban su fe en la izquierda. Así que, ¿alguien sabe quién es hoy el/la Antich del socialismo mallorquín? El PSOE, no. n

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