Entrevista | Presidente y fundador de Hipotels Hotels & Resorts

Juan Llull: «Rebajar la jornada laboral cuando falta personal es una barbaridad»

El presidente y fundador de Hipotels Hotels & Resorts, pionero del turismo vacacional que representa al mallorquín que sigue apostando por ser propietario de sus hoteles, acaba de cumplir 90 años

Juan Llull Presidente y fundador de Hipotels Hotels & Resorts: “A mis 90 años cada día voy a la oficina, estoy muy orgulloso de lo que hemos hecho”

Biel Capó

Myriam B. Moneo

Myriam B. Moneo

Palma

Sin la figura de Juan Llull Juan (Son Servera, 1935), hijo de payés, no se entendería el desarrollo turístico de Cala Millor. El pionero del turismo vacacional en el Llevant acaba de cumplir 90 años y representa al hotelero mallorquín que sigue apostando por ser el propietario de sus establecimientos. El presidente y fundador de Hipotels Hotels & Resorts marcó un camino, el de la excelencia, con su apuesta por reposicionar sus activos, y en eso sigue. Sus inicios se remontan a cuando todo estaba por hacer en la industria y el ritmo de crecimiento lo marcaban los turoperadores.

Fue compañero de pupitre de Gabriel Escarrer en La Salle y entre sus amigos destaca el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, fiel cliente del Hipotels Flamenco Conil (Cádiz). Llull decidió seguir su expansión fuera de Mallorca porque el mercado empezaba a saturarse y antes de que se pusiera en peligro el modelo del turismo familiar en Cala Millor dio la alerta para revertir la situación. Con 34 años y 20 millones de pesetas (120.200 euros) en 1970 construyó su primer hotel, el Hipocampo. Hoy la empresa familiar de este orgulloso socio del Mallorca la forman 30 establecimientos —20 en Mallorca, 7 en Cádiz, 2 en Lanzarote y 1 en Cancún (México)— y 3.600 trabajadores.

Con 90 años recién cumplidos cuando mira su legado como gran hotelero de Mallorca ¿de qué está más orgulloso? 

Estoy muy orgulloso de la familia. Mis hijas y mi mujer están en la empresa y les gusta. También del personal que tenemos, buenísimo, nunca hemos tenido problemas. Y estoy contento de cumplir 90 años porque tengo mucha salud. Cada día voy a la oficina y me encuentro muy a gusto. Estoy orgulloso de lo que hemos hecho, hay mucha unión. Tengo una familia maravillosa y un personal inmejorable.

Juan Llull en su despacho, al cual acude cada día, sobre la mesa, su biografía, presentada esta semana.

Juan Llull en su despacho, al cual acude cada día, sobre la mesa, su biografía, presentada esta semana. / Biel Capó

Sin hacer mucho ruido ha creado una gran hotelera. La discreción le define a usted y a su familia.

Cuando empecé con el primer hotel yo tenía 34 años. Pero desde muy jovencito era socio de tres hoteles (el Castell de Mar, el Playa del Moro y el Don Juan). Después hice el Hipocampo.

Antes que hotelero fue payés.

Fui al colegio hasta los 13 años. En mi casa [en Son Servera] había una tienda y yo pensaba estar allí con mi madre. Pero mi padre quería que yo tuviese una carrera porque él era payés y, en cambio, su hermana fue maestra de escuela y mis primos eran abogados y maestra. Mi padre hizo bien y me castigó mandándome al campo con un jornalero. Me tuvo allí cuatro años trabajando de sol a sol hasta que hice el servicio militar. Creía que yo cedería. Era un mimado por mi familia, hijo único y mis abuelos solo me tenían a mí cerca.

Hizo un poco de todo, fue cristalero. 

Un amigo de mi padre tenía una cristalería en Palma y alguna tarde, cuando estaba en el servicio militar, en Son Sant Joan, le ayudaba. Yo me buscaba la vida para no seguir trabajando el campo. Al terminar puse una pequeña cristalería y lo combinaba. Vendíamos el producto del campo a una gente de Sant Llorenç y después fui a Palma al mercado de El Olivar y vi cómo lo vendían con bastante margen. Así empecé a comprar el de mis vecinos pagando un poco más y en un año ya compraba todo el de Son Servera. Después me compré mi propio camión, con el 50 % de ayuda de mi padre, para el transportarte. En medio año se lo devolví. De Palma volvía cargado con abono y sulfato, que vendía a los mismos que me vendían el género. 

«Estoy contento de cumplir 90 años, tengo mucha salud. Cada día voy a la oficina»

Además, comerciaba con material de construcción.

En Son Servera, como Mallorca, era todo rural. Había carpinteros, herreros, cinco o seis tiendas de comestibles y en Cala Bona dos o tres barcas para ir a pescar. Eso representaba un 10 % y el 90 % eran agricultores. Empezaron a hacer algún chalecito y hotelito pequeñito. El campo fue a menos y empecé con la venta de material de construcción.  

¿Por qué decidió dar el salto y construir su primer hotel?

Yo también servía los materiales a hoteleros que empezaban. Trabajaban siete meses, no daban ni golpe [sonríe], yo trabajaba cada día y los domingos hacía facturas para ir a cobrar. Veía cómo iba el negocio y me dije voy a hacer un hotel para vivir bien. El primer año en cinco meses no di ni golpe, pero me cansé de no hacer nada y el segundo año empecé a alquilar hotelitos. No hacía dos años que había empezado, el Hipocampo tenía unas 140 habitaciones y yo ya llevaba unas 800 habitaciones. 

Juan Llull, presidente y fundador de Hipotels Hotels & Resorts, en la entrada del Hipocampo Palace, en Cala Millor, en Mallorca.

Juan Llull, presidente y fundador de Hipotels Hotels & Resorts, en la entrada del Hipocampo Palace, en Cala Millor, en Mallorca. / Biel Capó

Lo que define a Hipotels es su carácter de hotelera patrimonialista. 

Después seguí haciendo hoteles y dejé los alquileres, no tenemos ni uno, todos son en propiedad. 

¿Cuál fue el papel de su esposa, Dolores Sánchez, en el negocio familiar? 

Fue la primera gobernanta en el Hipocampo y nos casamos. Ha sido siempre una gran gobernanta, ha ayudado bastante a la empresa.  

Fue de los primeros que empezó a modernizar su planta hotelera. Usted ha contado que le llamaban loco por ello. Después siguieron sus pasos.

Un amigo me vino a contar lo que se decía en el pueblo, que por qué hacía reformas y quitaba muebles. Siempre hemos estado al día. El cinco estrellas de Palma lo hemos redecorado entero y está abierto hace nada. Viajamos cada año con mi hija María Antonia, visitamos hoteles singulares y me enamoré de la decoración de Canfranc (Barceló). Buscamos a sus decoradores y son ahora los nuestros. Han redecorado el Playa de Palma Palace y ahora el Don Juan.

«Los hoteleros trabajaban siete meses, no daban ni golpe [sonríe], yo trabajaba cada día»

¿Crecer en Mallorca sigue en su punto de mira?

Se está hablando de si en Mallorca sobran plazas... Nosotros en treinta años solo hemos construido dos hoteles nuevos en Mallorca, los dos de Playa de Palma. Hemos comprado hoteles y los hemos reformado. Y cuando en Mallorca ya había bastantes nos fuimos a Andalucía, a Lanzarote y a México. En la isla tenemos unas pensiones que las dedicamos para el personal. Si sale algo que esté bien situado y nos gusta, lo compraremos. 

¿Por qué su expansión se dirigió a Cádiz?

Jaime Moll, el de Royaltur, compró unos terrenos. Los urbanizó el arquitecto que tenía entonces y sigo teniendo, Juan Morro. Me convenció para ir a Andalucía y me gustó, había una playa espectacular, La Barrosa, en Chiclana, que lo sigue siendo. Y decidí invertir. 

Juan Llull durante la entrevista, a su lado su hija María Antonia Llull, vicepresidenta de la compañía.

Juan Llull durante la entrevista, a su lado su hija María Antonia Llull, vicepresidenta de la compañía. / Biel Capó

¿Y el salto a Canarias y Cancún?

Primero salió una operación en Lanzarote. Alquilamos un hotel, que luego acabamos comprado, y compramos un solar e hicimos un hotel. También compramos unos terrenos donde hemos hecho unos 800 chalés y viviendas de protección oficial. Allí tenemos un socio mallorquín que tiene un 25 %. El hotel de Cancún lo abrimos a finales de 2018. 

¿Veremos a Hipotels dar el paso de cerrar una gran alianza para acelerar su comercialización? La última ha sido la de Grupo Piñero y Hyatt.

Mi intención es que no, mis hijas no sé lo que pasará [«No», responde rauda María Antonia Llull, vicepresidenta de la hotelera]. Hace unos treinta y cinco años vino Jürgen Fischer, jefe de la TUI, a Cala Millor y me dijo: «Hoy vamos a casarnos, Hipotels con TUI». Dije que no: «Somos novios, nos llevamos bien, ¿para qué cambiar?». 

¿Tienen nuevos proyectos previstos?

Tenemos terrenos en México, con la intención de hacer un cinco estrellas con 600 habitaciones para familias. Es el segundo proyecto. Y también en Conil, para un hotel de unas 250 habitaciones. Si sale algo en Madrid lo compraríamos, a mis hijas les hace ilusión. 

«Hace unos años vino el jefe de la TUI y me dijo: «Vamos a casarnos». Dije que no, ¿para qué?»

Su hotelera fue una de las defensoras de la fuerte subida del convenio de hostelería en 2017 (un 17 % en 4 años). Ahora toca renovarlo y encima de la mesa está el recorte de la jornada laboral a 37,5 horas. ¿Cómo lo ve?

La vida ha subido mucho, los hoteleros cada día tendrán menos margen, los hoteles pequeños mal situados y que no estén renovados sufrirán. Una subida normal, de un 4 o un 5 y hasta un 6 % la aceptaría. Lo que no acepto de ninguna forma es que falta personal y se rebaje la jornada. Me parece una barbaridad. 

Hipotels tiene una plantilla fidelizada.

Sí, tenemos muy buen personal. Y también muchos clientes repetidores. Mi secretaria, Ana Palou, está conmigo hace treinta y ocho años.

¿Qué le parece que el Govern de Marga Prohens vaya a subir la ecotasa?

Dicen que en invierno van a bajarla y en verano subirla. No estoy de acuerdo, pero sí están haciendo una cosa bien. Antes no sabías dónde iba el dinero de la ecotasa, ahora dicen que el 80 % se va a invertir en la zona donde se recauda. Lo veo correcto.

«En treinta años solo hemos construido dos hoteles nuevos en Mallorca, los de Playa de Palma»

¿La crisis más difícil de Hipotels fue quizás la quiebra de Thomas Cook, además de la pandemia?

La verdad es que nosotros nunca hemos sufrido. Thomas Cook supuso 18 millones de euros, pero nunca hemos tenido un no de un banco cuando nos ha hecho falta. Cuando empecé con el primer hotel fui a ver a Nicolás Moragues, director del Banco de Bilbao, y me dijo que podía empezar cuando quisiera. Me ofrecieron hasta diez millones de pesetas, pero con cinco me bastaban.

¿Ha fraguado grandes amistades con sus colegas hoteleros?

Nosotros nos llevamos bien con todos.

¿Cómo vive un pionero del turismo esta época en la que la masificación está en el punto de mira?

Lo primero son las plazas ilegales. Se calcula que hay más de un 20 %. En segundo lugar, hay hoteles y pensiones que están mal situadas y morirán matando. Ahí habría que hacer viviendas. Así cada año habrá menos plazas hoteleras porque se darán de baja. Sin embargo, los hoteles de calidad y bien situados no me preocupan. 

Llull no comparte la subida de la ecotasa, pero ve «correcto que se invierta en la zona donde se recauda».

Llull no comparte la subida de la ecotasa, pero ve «correcto que se invierta en la zona donde se recauda». / Biel Capó

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