Cristina, enfermera de 26 años: "Me voy de Mallorca, la vida es cara y no hay oportunidades"
"Los sueldos y las condiciones no compensan", cuenta la joven, que comparte piso en Palma
Es una de las treinta enfermeras que han decidido marcharse de la isla solo en lo que llevamos de año, según denuncia SATSE

Cristina Sevilla, enfermera de 26 años, en un taller en un colegio de Mallorca. / DM
Cristina Sevilla, una enfermera de 26 años especializada en Enfermería Familiar y Comunitaria, lo tiene decidido. A pesar de su vocación y el esfuerzo que ha invertido en formarse, la inestabilidad laboral y el elevado coste de la vida en Mallorca la obligan a hacer las maletas: "Cuando termine el máster en junio, me marcho a buscar condiciones mejores", asegura. Es una de las 30 enfermeras que, solo en lo que llevamos de año, han decidido abandonar el archipiélago para trasladarse a otras comunidades, como denunció hace una semana el Sindicato de Enfermería SATSE.
Cristina nació en Algeciras y estudió Enfermería en Ceuta, con un año de intercambio en Salamanca. Cuando terminó la carrera se trasladó a Madrid, donde trabajó durante casi dos años en un centro de salud y en las urgencias de un hospital. Decidió entonces especializarse en Enfermería Familiar y Comunitaria y eligió Baleares porque “es una de las comunidades donde la profesión está más desarrollada”. Llegó a la isla en 2022 para realizar la residencia de dos años, convencida de que encontraría estabilidad laboral después de formarse.
Pero la realidad ha sido otra. Cuando terminó la especialidad en junio de 2024, solo le ofrecieron un contrato de verano hasta octubre. “En promociones anteriores, mis compañeras encadenaban contratos de seis meses. Yo tenía la esperanza de que fuera igual. Pero en octubre, simplemente, no me renovaron”, relata. Desde entonces, ha encadenado periodos de desempleo y contratos esporádicos de apenas unos días: "Me han llegado a ofrecer sustituciones de tres días", asegura.
"La incertidumbre me mata"
No tiene ingresos estables, paga un alquiler y ha tenido que reducir gastos al mínimo. Comparte piso en Palma y paga 350 euros al mes, una cantidad relativamente baja lo que es Mallorca: "Tengo suerte de que no es un precio disparatado, pero vivir sola era inviable”, explica. Ha renunciado a varios gastos para mantenerse mientras espera una llamada de la bolsa de enfermeras. “No sé qué va a pasar conmigo, la incertidumbre me mata. Si supiera que en marzo tendré trabajo, lo viviría de otra manera. Pero no lo sé. Solo puedo esperar una llamada”, cuenta resignada.
En diciembre, ante la falta de oportunidades en el archipiélago, aceptó un contrato de dos semanas en Andalucía, donde además pudo pasar las navidades con su familia. “Si no fuera por el máster, me habría quedado allí, porque aquí solo me ofrecían contratos de una semana de lunes a viernes para no pagar el fin de semana”, afirma.
Además de la precariedad, el coste de la vida es un factor determinante. "Esta inestabilidad laboral es más difícil de llevar en Baleares, donde todo es mucho más caro, que en otras comunidades", detalla. Considera, entre otras cosas, que la remuneración en su profesión no se corresponde con la exigencia y la responsabilidad del trabajo. “Nos exigen cada vez más formación, pero no hay una compensación, ni económica ni en condiciones laborales. Hay comunidades donde las condiciones de trabajo son mejores y la gente se queda por eso, aunque el sueldo no sea muy alto. En Mallorca, ni una cosa ni la otra”, lamenta. "La pena", añade la enfermera, "es que precisamente en Baleares hay muy buenos profesionales y mucha innovación sanitaria, pero poca estabilidad", reflexiona.
"Muy desilusionada"
Se ve "muy desilusionada", y el factor que más le pesa es verse obligada a buscar trabajo en hospitales, fuera de su ámbito, después de dos años formándose en Atención Primaria. “No tiene sentido formar especialistas si luego no los contratan para lo que se han formado”, critica. Al igual que el sindicato, asegura que muchas de sus compañeras han terminado en áreas diferentes a las que estudiaron o han tenido que aceptar empleos temporales mal remunerados.
SATSE advierte de que esta fuga de talento tiene consecuencias directas en la calidad de la atención sanitaria. La falta de enfermeras obliga a que en algunos centros se asignen funciones de enfermería a personal auxiliar o incluso a trabajadores sin formación sanitaria. "No fidelizan el talento. La gente joven y motivada se frustra y se va. ¿Cómo me voy a quedar si no me dan oportunidades?", añade la enfermera.
"Quizás me vaya a Segovia o a Madrid. No porque sea mi primera opción, sino porque allí la vida es más asequible y puedo mantenerme aunque no trabaje durante un tiempo", explica. En algún momento se ha planteado salir de España, aunque ahora, por su formación y por familia, esa opción no está sobre la mesa. "Tengo amigos en Noruega que llevan años allí. Tienen una estabilidad económica que yo aquí ni imagino", reconoce. Ha llegado a la conclusión de que para seguir adelante tiene que irse de Mallorca, aunque el panorama es desalentador en todo el país: "Las enfermeras en España no estamos bien pagadas y no se nos valora. Queremos trabajar, pero no nos dan oportunidades".
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