Club Diario de Mallorca
Debate '2025: ¿Hacia dónde va España?': «Los partidos se han adueñado de la democracia, atienden a sus intereses y no a los de quienes les votan»
Tres de las voces contemporáneas más relevantes del panorama nacional se dieron cita ayer para debatir sobre los retos del futuro de España

Redacción Digital
Desde la crisis de representación política hasta la desafección ciudadana, pasando por los retos económicos, un futuro incierto y la irrupción de políticas proteccionistas, los ciudadanos españoles buscan y necesitan respuestas. En este contexto, el Club Diario de Mallorca acogió ayer la mesa de debate «2025: ¿Hacia dónde va España?», organizada por la Fundació Forteza Rey con la colaboración del Club Diario de Mallorca, Porto Pi y Cadena SER. El evento reunió a tres figuras destacadas del panorama intelectual español: el periodista Iñaki Gabilondo, el diplomático Jorge Dezcallar y el jurista Juan José López Burniol. La presentación corrió a cargo de Marisa Goñi, directora de Diario de Mallorca, y Josep Forteza-Rey, presidente de la Fundació Forteza Rey.
Marisa Goñi abrió la jornada destacando la relevancia del evento y el valor de escuchar a «tres grandes cabezas contemporáneas» en un momento de crisis y cambio. Josep Forteza-Rey, por su parte, subrayó el contexto de desencanto político y la necesidad de recuperar el respeto y el consenso en el debate público.
Forteza-Rey alertó sobre el deterioro del discurso político, convertido en un ejercicio de «marketing» y descalificación en lugar de una búsqueda de soluciones. «Los plenos en el parlamento son un espectáculo de falta de respeto, educación y falta de consenso», advirtió, llamando a una ciudadanía mejor informada y más comprometida con el debate político.
La economía va bien, la política no tanto
Jorge Dezcallar analizó el estado del país desde una perspectiva global. Destacó que «económicamente, España va como un tiro», con un Estado del Bienestar consolidado y una situación favorable en comparación con otras naciones. Sin embargo, alertó sobre una creciente «polarización política que no nos merecemos» y la crisis de la democracia reflejada en informes internacionales.

Jorge Dezcallar en el debate "2025: ¿Hacia dónde va España?", celebrado ayer en Club Diario de Mallorca. / B. Ramon
Para Dezcallar, los grandes desafíos actuales son la vivienda y la masificación turística, problemas que requieren acuerdos de Estado entre los principales partidos. Criticó el bajo nivel intelectual de los debates políticos, que «no están a la altura de los problemas reales», y la falta de una visión a largo plazo. También abordó la desconexión creciente entre Europa y Estados Unidos, lamentando que «Trump considera que no somos nada» y que el Viejo Continente esté perdiendo relevancia en el tablero global.
El mundo en estado de perplejidad
Iñaki Gabilondo planteó una reflexión más filosófica sobre el momento actual. «Estamos viviendo una sacudida universal», afirmó, citando fenómenos como la globalización, los avances tecnológicos y la irrupción de figuras disruptivas como Trump. Para Gabilondo, la política exterior y la interior están indisolublemente unidas en un mundo interconectado.

Iñaki Gabilondo en el debate "2025: ¿Hacia dónde va España?", celebrado ayer en Club Diario de Mallorca. / B. Ramon
Criticó la dinámica actual de la democracia, donde «lo que la está debilitando es la conquista del poder» en lugar de la resolución de problemas. Destacó que, sin acuerdos, los desafíos actuales son inabordables. Aseguró que «no podemos seguir mirando lo que ocurre sin actuar», apelando a la necesidad de un cambio de actitud en la política española. Gabilondo comparó la situación del país con un hombre en una sastrería que «mete tripa y se pone de puntillas para no reconocerse como es realmente».
La crisis de valores y el problema de la identidad
Juan José López Burniol enfocó su intervención en la crisis de valores de Occidente. Rememorando la crisis financiera de 2008, aseguró que «no fue una crisis de los mercados, sino de los mercaderes, de valores, de personas». Comparó la trayectoria de las civilizaciones con la de las familias: «Suben, están arriba y bajan», y situó a Europa en la fase descendente de ese ciclo.

El debate "2025: ¿Hacia dónde va España?", celebrado ayer en Club Diario de Mallorca. / B. Ramon
Para Burniol, el problema de España es de «gobernanza», con un régimen «de caciquismo orgánico» y unos partidos políticos que han secuestrado la democracia. Defendió la necesidad de recuperar el espíritu de la Transición, que fue posible «por el miedo a repetir la Guerra Civil». En su opinión, la falta de consenso actual es un reflejo de la pérdida de ese temor.
Uno de los puntos más relevantes de su discurso fue su diagnóstico sobre el problema de identidad en España. Comparó la situación del país con una empresa en la que «uno de los socios solo piensa en separarse». Para Burniol, sin «afectio societatis», sin voluntad de construir algo en común, es imposible una sociedad cohesionada. Alertó de que «en España hay una parte de la población que no se siente parte del proyecto común», lo que complica cualquier salida al conflicto territorial.
Nadie tiene el monopolio de la moralidad
En la recta final del debate, los ponentes abordaron algunas de las preocupaciones más candentes del panorama político y social actual. Iñaki Gabilondo alertó sobre la creciente irrupción de la ultraderecha en Europa, mientras que Jorge Dezcallar puntualizó que «el mundo no se llena de repente de fascistas, sino de gente que lo pasa mal y busca mejorar su situación con su voto». Por su parte, Juan José López Burniol señaló como una posible causa «la ideología woke y la radicalización de la izquierda que se otorga una superioridad moral insoportable»: «Aquí nadie tienen el monopolio del bien».

¿Hacia dónde va España en 2025?: debate con Iñaki Gabilondo, Jorge Dezcallar y Juan José López Burniol en el Club Diario de Mallorca / B. Ramon
Conclusiones: un llamamiento al cambio
El debate reflejó un consenso en torno a varios puntos clave. Primero, que España enfrenta una crisis de representación política, con partidos más preocupados por su supervivencia que por resolver los problemas del país. Segundo, que la polarización y el deterioro del discurso público son síntomas de un problema más profundo de desafección ciudadana. Tercero, que el mundo vive una transformación acelerada, con un orden geopolítico en plena reconfiguración y una Europa que pierde peso frente a potencias emergentes.
Los ponentes coincidieron en la urgencia de recuperar el espíritu del consenso, superar la política de trincheras y afrontar los problemas estructurales del país con acuerdos de Estado. También en la necesidad de una ciudadanía más comprometida, que no se limite a ser espectadora de un «espectáculo chabacano» en el Parlamento.
El mensaje final del debate fue claro: España es un país con grandes fortalezas, pero también con grandes retos. Y la solución no vendrá de la confrontación, sino del diálogo y la responsabilidad compartida.
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