Privatizar las listas de espera

Aumento en las listas de espera de la sanidad balear.

Aumento en las listas de espera de la sanidad balear. / M. MIELNIEZUK

Matías Vallés

Matías Vallés

Los pacientes de la sanidad privada recibían peor tratamiento que en la pública (tampoco cuesta reconocer que los artículos del New York Times son superiores a este), a cambio de sillones más mullidos y de la atención inmediata. De ahí la estupefacción de los privilegiados al confesar que «me han dado cita en la clínica en un mes». Preferirían una enfermedad más grave, a cambio de librarse de la maldición de la lista de espera.

El contagio de las dilaciones se debe al vicio de la sanidad pública de esconder su carencias bajo la alfombra de la privada. Las listas de espera se han privatizado, los pacientes antes furiosos por aguardar sin esperanza en un hospital público pueden presumir ahora de no recibir tratamiento en una clínica con mejores macetas y música ambiental.

El Govern se ha especializado en gráficos tramposos, exagerando aquí la coordenada vertical para acentuar de modo ficticio las diferencias como sabe todo estadístico fraudulento. El truco no oculta la evidencia de que la frágil contención de las cifras desbocadas por la covid se basa esencialmente en exiliar a los pacientes a la privada. Pese a la cara prestidigitación, uno de cada once ciudadanos de Balears está pendiente de una cita médica o quirúrgica, un contingente estancado y que impide hablar de una sociedad sana.

Las lista de espera médicas se esponjan gracias fundamentalmente a los procesos espontáneos de curación o de habituación a la convivencia con una dolencia no incapacitante. Más eficaz resulta la contracción por el mismo Govern de las listas de espera de la Ley de Dependencia, basada en el fallecimiento a diario de dos aspirantes a las ayudas. No reciben ni un euro, pero se les concede la esperanza póstuma de figurar en una lista.

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