Boulevard

Las diez mentiras más frecuentes de los buitres inmobiliarios

Palma, esquina de las calles Desbach y Bover en fecha muy reciente. No existe ninguna diferencia entre los trastos y el impacto de las caravanas de lujo que infestan la «ciudad limpia» prometida por Jaime Martínez.

Palma, esquina de las calles Desbach y Bover en fecha muy reciente. No existe ninguna diferencia entre los trastos y el impacto de las caravanas de lujo que infestan la «ciudad limpia» prometida por Jaime Martínez. / DM

Matías Vallés

Matías Vallés

El vértigo de la geografía no da descanso. Los buitres inmobiliarios están devorando el mapa de Mallorca, y antes del regüeldo final, vamos a documentar el decálogo de sus mentiras más frecuentes, en pleno Govern PP/API. Tómense en serio el recuento a cargo de la persona que descubrió para la isla a mi tocayo Matthias Kühn, sin duda el mallorquín más importante del último medio siglo:

1. Esta casa (no) se vende por diez millones. Se confunde interesada y reiteradamente un hipotético precio de salida al mercado con una operación ya realizada. «Se vende» no equivale a «Se ha vendido». Aparte de que la tasación es una farsa (véase 2 y 4), hasta el punto de que el Banco de España ha enviado una carta a la gran banca cuestionando la elección de tasadoras, por su descarada falta de independencia.

2. Cada vez hay más casas que son «la más cara de Mallorca». Hubo una casa más cara de Mallorca en Alcúdia. Después apareció otra en Son Vida, cada año eran la misma y nadie las compraba. Ahora está en Bunyola, la mansión palmesana bajó de repente de 65 a 39 millones y no vale ni treinta. Lo resume a la perfección el único API inteligente de Mallorca, es un precio «aspiracional». Se parece al fondo de solidaridad que Madrid le roba cada año a Balears, ¿cuándo se logrará la igualdad autonómica que cancele el atropello?

3. Hay doscientos aspirantes por cada piso que se pone en alquiler. Salvo que no se multiplican, son los mismos doscientos que, como es lógico, se apuntan a las sucesivas oportunidades. El titular correcto es «Doscientas personas están dispuestas a todo para alquilar un piso en Mallorca».

4. Los precios de los pisos suben en todos los estudios realizados por plataformas que viven de que suba el precio de los pisos. La publicación de datos de portales es un atentado informativo, tienen el mismo valor que Donald Trump inyectándose lejía. Se erigen en autoridad arbitral de unas tasaciones falsas (ver 1). Hasta los cómplices de la patraña recomiendan iniciar cada negociación con un treinta por ciento de descuento sobre el precio oficial y ofidial.

5. La sandez de que hay que construir más para que bajen los precios. Por ejemplo, como en Manhattan, donde se aplicó esta doctrina a rajatabla y que es casi más caro que Mallorca. O como Hong Kong. O como Singapur. Según el presidente del Colegio de Arquitectos Técnicos de Balears, de las dos mil viviendas construidas en 2024, «ninguna es accesible» para mallorquines. Pues eso. El titular correcto es que «Hay que construir más para expulsar de una vez a los malditos indígenas».

6. La solemne necedad de que «los extranjeros no compran si los mallorquines no venden». Los mallorquines que buscan una casa no están vendiendo nada, el contrasentido equivale a decir que todos los abogados locales contribuyen a desangrar inmobiliariamente a los nativos, cuando esa actividad se concentra en bufetes muy señalados y prestigiosos.

7. Esta es de Marga Prohens: «El alquiler turístico ha pagado muchas carreras». También ha pagado mucha prostitución, y muchas drogas, y mucha corrupción política, y mucho maltrato de personas indefensas. Sobre todo, privilegia a muchos extranjeros para masacrar a muchos aborígenes.

8. Si el vendedor es de PSOE o Més, entonces el comprador es un «alemán integrado» (música de violines). Los socialistas venden sus sedes al «buen alemán», aplicando lo que debería llamarse «doctrina Apesteguia», el alcalde del pueblo más caro de Mallorca. ¿Por qué los municipios de precios más desorbitados están gobernados por la izquierda?

9. Cincuenta metros cuadrados son los nuevos cien metros cuadrados. Se va apiñando a los mallorquines en la mitad de espacio, para habituarlos como a la rana en agua hervida, hasta persuadirlos de que están de más. Es una aclimatación que conduce a la normalización del contenedor prefabricado (Més), la caravana y la tienda de campaña. En la imagen que hoy nos ilustra, tomada en la esquina de las calles palmesanas Desbach y Bover en fecha muy reciente, no existe ninguna diferencia entre los trastos amontonados en la acera y el impacto de las caravanas que infestan la «ciudad limpia» prometida por Jaime Martínez.

10. Hay que agilizar las licencias, salvo que se quiera construir junto a la casa de los buitres inmobiliarios que insisten en que hay que agilizar las licencias. Anécdota personal (vale, pero no se enrolle). Un complejo hotelero afronta obras de ampliación. Un vecino con chalet blasfema contra las obras, rellena manifiestos, acude a los periódicos. Hablo con el hotelero. «Está bien que lo denuncies, pero este vecino que protesta es el que nos vende los ladrillos». Todos los involucrados eran mallorquines de pura cepa.

11. (Bonus trick) Los extranjeros han restaurado casas abandonadas por los mallorquines. Salvo que los mallorquines tenían derecho a contemplar las ruinas de su isla. Tranquilos, que en unos años no quedarán indígenas (puntos 1 a 10). Esta cláusula final en todos los sentidos es cierta, y va por buen camino.

Reflexión dominical memoriosa: «Los malos recuerdos también son imborrables».

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents