La madre del niño vegano en Mallorca gana la batalla y podrá adaptar el menú de su hijo en el comedor

El centro finalmente permitirá que la familia lleve fiambreras al colegio para que el menor no tenga que comer productos de origen animal

Gracia Osuna, madre de un niño vegano.

Gracia Osuna, madre de un niño vegano. / Guillem Bosch

Irene R. Aguado

Irene R. Aguado

Gracia Osuna, la madre de un niño vegano de Mallorca, gana la batalla que lleva librando un año contra las instituciones y el colegio de su hijo para que el menor pueda comer un menú adecuado y adaptado, sin alimentos de origen animal, en el comedor escolar del centro. Finalmente, la familia podrá traer al colegio fiambreras con sus propios alimentos elaborados en casa, una posibilidad que en principio se les había negado.

Osuna, que siempre ha sostenido que su hijo de cinco años es vegano por decisión voluntaria, pidió por primera vez al colegio, el CEIP Rafal Vell, un menú escolar adaptado en enero de 2024. Solicitaba, en concreto, que al niño no le sirvan ningún producto de origen animal en el comedor, y que se sustituyan por ingredientes vegetales o que por lo menos le permitan llevar fiambreras con estos alimentos ya preparados desde casa.

Su solicitud fue rechazada y en aquel momento comenzó una batalla que llegó a la conselleria de Educación y que acabó saltando a la prensa. La madre llegó a aportar un informe psicológico que acreditaba que el menor podría verse afectado si se le obliga a comer alimentos que no quiere, pues percibe a los animales como seres sintientes. El colegio argumentaba que no dispone de la infraestructura necesaria para diversificar los menús, y que tampoco existe ninguna normativa que obligue a cambiar el menú según las opciones particulares de cada niño.

Un año después, a finales de enero de 2025, una reunión con la Asociación de Familias de Alumnos del colegio concluyó que se permitiría a esta familia, como excepción, llevar al colegio una fiambrera con la comida hecha en casa, una opción que en principio se rechazó. En este caso, el servicio de comedor se compromete a conservar en condiciones adecuadas la comida que traiga el niño, calentarlo a la hora de comer si es necesario y poner medios para garantizar que no hay contaminación cruzada entre la comida que trae el menor y la que comerán el resto de alumnos.

La familia, por su parte, deberá asumir la responsabilidad del buen estado de los alimentos y de cualquier circunstancia derivada de su consumo, pagar una tarifa por el coste del servicio de monitores y entregar todos los días una fiambrera etiquetada con el nombre del niño. La madre se ha mostrado muy satisfecha: "Agradezco que el centro haya atendido nuestra petición y dé un paso adelante hacia la inclusividad", ha apuntado en palabras a este periódico.

Si bien es cierto que la conselleria de Educación anunció, a raíz de esta polémica, que no tenía previsto modificar la normativa actual para regular este tipo de medidas en los comedores escolares, no está expresamente prohibido y los colegios tienen cierto margen de autonomía en este sentido. Por eso la Asociación de Familias del CEIP Rafal Vell, que se encarga de la gestión del comedor escolar, ha podido tomar finalmente esta decisión.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents